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Enrique Stola se define, desde mediados de los años 80, como feminista. Serlo, explica, “es una definición política, como muy bien lo explica la filósofa Diana Maffía, y una posición existencial”. Además siempre militó en espacios políticos y como activista por los Derechos Humanos en las cotidianas situaciones de injusticia social. Es psicoterapeuta en su trabajo profesional. Tiene la especialidad en Psicología Clínica, en Psiquiatría y usa el socio-psicodrama como un gran instrumento para trabajar en talleres y seminarios los temas que le ocupan: “Patriarcado, machismo y violencia de género contra las mujeres, niñes y LGTBIQ”. Estos días se encuentra en España y se ha tomado su tiempo para hablar con La Giganta.

Por 
La Giganta Digital

–¿Qué actividades profesionales está realizando en Argentina?

–Consultorio privado y actuar solidariamente en casos de víctimas mujeres o adolescentes que luchan por justicia en el Poder Judicial.

¿Y aquí en España?

Solo el placer por reducir las exigencias cotidianas que tengo en Argentina y el encuentro con feministas y otras personas que quiero. A veces coordino algunos talleres.

FOTO: INFOBAE.

–En su trabajo perita el abuso que, según su visión, “es una práctica cultural que se produce en todo el mundo”. Aquí en España y en muchos países están los “negacionistas” que defienden que no existe una violencia estructural contra la mujer. ¿Qué les diría?

–¿Qué se les puede decir a los “negacionistas”, los que en general son activos machistas o mujeres colonizadas? Me niego a perder mi tiempo con ellos así como, por ejemplo, no respeto a los abogados-privados de machos-violentos-abusadores-o-violadores, ni de criminales de Lesa Humanidad. Sí hablo con los varones de buena fe y que empatizan con el sufrimiento y situación de mujeres y LGTBIQ.

Es muy fácil demostrar que la gestión de los poderes en el mundo lo tienen los machos, que las estructuras del Estado patriarcal responden a esa mirada masculina que organiza el mundo y que hay un sentido del “sentido común” absolutamente hegemónico el que favorece el sostenimiento de la dominación masculina.

Los machistas niegan la existencia de violencia estructural porque no aceptan reconocerse como dominadores y porque, desde su misoginia y sexismo, consideran el actual orden patriarcal como natural…

–¿Cuándo se comienza a “estudiar”, visualizar o hablar de la violación?

–Gracias a las feministas de la década de los 60 [del siglo XX] y en un contexto en donde la juventud se expresó por primera vez en el mundo como sector social, se logró visualizar la violencia que sufrían las mujeres en sus casas, la violación en el matrimonio y el incesto paterno-filial.

Puede decirse que en Argentina hubo tres casos de violencia machista que produjeron un “antes y un después”. En referencia a las agresiones sexuales tuvimos, en 1990, el “Caso María Soledad Morales”, adolescente de 17 años asesinada en la provincia de Catamarca. Este crimen permitió visibilizar a las agresiones sexuales seguidas de muerte, la complicidad de los poderes del Estado provincial y significó la caída del poder de la familia feudal gobernante.

La violencia de género se hizo visible en 1988 a partir del asesinato de Alicia Muñiz (33 años) por el excampeón mundial de boxeo Carlos Monzón.

Los casos de abuso sexual comenzaron a salir a la luz cuando en el 2002 el cura Julio César Grassi fue acusado por dos niños víctimas. Estuve en este caso desde el comienzo y se llevó mas de 10 años de mi vida. Era el cura con mayor poder político, económico y mediático de Argentina, mayor que el del presidente de la Conferencia Episcopal, el jesuita arzobispo de Buenos Aires Jorge Mario Bergoglio, luego conocido como Francisco.

El caso dividió al país. Parte de la burguesía, junto con diarios como La Nación, Ámbito Financiero y Grupo Infobae, apoyaron económica y mediáticamente al cura; los mejores y más caros estudios de abogados penalistas actuaron en su defensa. Este caso es el que claramente demostró la complicidad de Francisco-que-es-Bergoglio en la protección de curas-abusadores-sexuales. Fui el terapeuta de “Gabriel”, víctima por el que el abusador-cura-Grassi fue condenado en todas las instancias a 15 años de prisión. El fallo quedó firme en marzo de 2017 (¡15 años después de la denuncia!) y Francisco-que-es-Bergoglio no lo pudo salvar.

Tres veces entraron personas a mi departamento en el centro de Buenos Aires y una vez recibí una golpiza (2006) que me produjo un estrés postraumático por varios años, pues las agresiones siguieron hasta finales de 2008, momento en que declaré en el juicio. He sufrido a la mafia católica y la denunciaré siempre. Grassi sigue siendo cura así como lo sigue siendo Christan Von Wernich, cura preso por ser criminal de Lesa Humanidad. Francisco-que-es-Bergoglio nunca recibió en Buenos Aires a víctimas de abuso eclesiástico.

FOTO: Grito del Sur.

–Usted afirma que los violadores no son enfermos. ¿Qué son pues?

–Es común calificarlos de enfermos, pero ese calificativo responde al discurso hegemónico machista. Lo real es que son conscientes de lo que hacen. Algunos de ellos pueden ser psicópatas –que no es un a enfermedad sino una estructura de personalidad–, otros pueden presentar indicadores de perversión, pero lo cierto es que la patologización de esa conducta no explica las miles de agresiones sexuales que se producen a toda hora y en todo el mundo, en la aparente tranquilidad del hogar hasta en los conflictos bélicos que actualmente existen.

Los machos no soportan sentirse señalados por su machismo. Ellos siempre quieren que se psicologice la vida, se psiquiatricen y privaticen las acciones contra mujeres, niños y niñas y LGTBIQ; de esa forma, para ellos el patriarcado “no existe”, habría solo individuos a los que pueden calificar de “monstruos”, alejados de la normalidad de lo que son los hombres; o los que agreden pueden ser un grupo de “monstruos”, o de “anormales”, o “loquitos”.

El patriarcado es la matriz de todas las dominaciones, dicen las compañeras del Feminismo Comunitario de Bolivia. Y cuando hablamos de patriarcado y de prácticas culturales estamos señalando la violencia instrumental que se sostiene socialmente al servicio de la dominación masculina.

–¿Por qué ese abuso de un cuerpo ajeno?

–Porque el patriarcado es dominio de cuerpos y espacios. De acuerdo a cada momento histórico, las modalidades de dominación y explotación cambian. Cambian los paradigmas, aparecen nuevas variables de dominación que cruzan los cuerpos, tecnologías al servicio del poder, pero hay una constante desde hace siglos en la mayoría de las sociedades complejas y es la dominación masculina que atraviesa todos los cuerpos existentes. Leer a Pierre Bourdieusirve para entender este proceso.

“El patriarcado es dominio de cuerpos y espacios”

–En España sabrá usted del caso “La Manada” (2016): una violación colectiva en Pamplona que, jurídicamente, no se ha visto como tal. ¿Cómo se puede “comprender”, desde el punto de vista clínico o psicológico, estos hechos? Los padres de ellos aseguraban “que eran buenos chavales…”.

–El Poder Judicial es el espacio más conservador de la estructura de los estado-nación. Son los guardianes de la forma machista de interpretar el derecho y el castigo. Claro que, gracias a las lucha de las feministas, del amplio movimiento de mujeres y LGTBIQ, hay notables resquebrajamiento en lo que antes era un bloque unificado, dogmático y machista.

Las leyes, generalmente, van por detrás del avance social. Hay violación donde hay un cuerpo sin libertad ni deseo sometido al poder y al deseo del otro. En las violaciones en grupo (dos o más personas) a los agresores los une el ejercicio del machismo lo que es decir ejercicio de poder. Los sostiene un fuerte sexismo y la misoginia.

El homoerotismo los conecta y se autoafirman y valorizan como machos e integrantes del grupo en ese repudiable acto. La mujer agredida es un objeto ritual compartido que facilita que entre ellos se encuentren con la mirada y el goce que los hace sentir poderosos. No les importa lo que siente la mujer sino ver penes erectos penetrando, observando y sintiéndose observados. No lo hacen por imitación y en algunas estructuras grupales alguno puede hacerlo por miedo al castigo del líder del grupo si desobedece. Participar da un sentimiento de pertenencia en una conducta aprobada por todos.

“Las leyes, generalmente, van por detrás del avance social”

–Usted habla de la “sociabilización del varón”. ¿En qué consiste?

–Se habla de masculinidad y feminidad. Las intelectuales feministas han analizado muy bien los mecanismos de subjetivación y producción de estereotipos sociales. Los hombres somos socializados generándonos, desde el nacimiento, actitudes y conductas en consonancia con lo que sabemos que el hombre dominante debe poseer. No cualquier hombre ni cualquier dominio.

El prototipo en Occidente y sus cuerpos-territorios dominados es el de macho blanco, heterosexual, con capacidades físicas a destacar, individualista, cristiano y, como dice Rita Segato, portador de un mandato de masculinidad que debe ser cumplido. Con capacidad de ser dueño de cuerpos y espacios, jefe de hogar en lo privado y macho-circulando en el espacio público.

FOTO: Grito del Sur.

–La mujer parece que es un sujeto pasivo que solo puede esperar benevolencia por parte del hombre. ¿Está también socializada?

–Las mujeres y LGTBIQ son socializadas para la subordinación. La feminidad es fundamentalmente una creación patriarcal, es el producto de la acción simbólica que produce materialidad sobre el cuerpo de las mujeres y que, durante siglos, las llevó a responder a las necesidades físicas, afectivas, económicas y estéticas de la mirada y el orden masculino. Cuerpos y tiempos coaptados por la dominación que se autoadjudicaron con el nombre de derechos lo que eran y son privilegios, e impregnó de virtud lo que fue y es el sometimiento y domesticación de las mujeres.

Por otro lado, el orden patriarcal descalificó, trató y trata como mujeres a los cuerpos y sexualidades disidentes, a aquellas y aquellos que no se ajustaban ni ajustan a la heterosexualidad obligatoria ni a la identidad y expresión de género que todo macho suponía y supone como “natural”. Pero en todas las culturas siempre hubo mujeres que se resistieron y resisten, que no aceptaron ni aceptan ese mandato de subordinación y que están llevando a cabo junto a sus congéneres, junto a cuerpos y sexualidades diversas, una acción revolucionaria y pacífica.

Soy optimista y me adhiero totalmente a la consigna que señala que “el patriarcado va a caer”. Henri Lefebvre dice que todo proyecto revolucionario debe tener varias condiciones, entre ellas hay dos básicas: apropiarse del propio cuerpo, apropiarse del propio espacio y constituirlos en un espacio de placer. Eso están haciendo las feministas y nos lo están enseñando para la vida.

“Las mujeres y LGTBIQ son socializadas para la subordinación”

–Quizá la sociedad tiene que ser la que comience a denigrar estos comportamientos tajantemente. En ese supuesto, ¿se dejarían de cometer violaciones?

–Mientras persista el individualismo y se entronice el egoísmo; mientras domine el actual paradigma-civilizatorio-neoliberal precarizando la vida; mientras que la etnia blanca siga decidiendo que un cuerpo de mujer o persona gestante (me refiero como persona gestante a hombre trans o travesti) pueda ser alquilado o prostituido por otro cuerpo dominante, las violaciones podrán disminuir gracias a la lucha feminista y a la Educación Sexual Integral, pero no terminar.

–Aquí en España existe la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. ¿Qué legislación existe en su país? Desde algunos sectores consideran que no es necesario y que estas normativas perjudica al hombre… ¿Qué opina usted?

–Argentina tiene una serie de leyes que apunta a garantizar derechos: la Ley 26.485 de Protección Integral a las Mujeres (2009), especifica tipos de violencia: física, psicológica, sexual, económica, patrimonial, simbólica y sus modalidades, doméstica, institucional, laboral, contra la libertad reproductiva, obstétrica y mediática. La Ley de Identidad de Género (2012) es la primera de identidad de género del mundo que, conforme las tendencias en la materia, no patologiza la condición ‘Trans’ (género autopercibido).

La Ley de Matrimonio Igualitaria (2010) también permite la adopción monoparental o en pareja, cualquiera que sea la identidad sexual del adoptante.

La Ley Micaela (2018) establece el Programa Nacional Permanente de Capacitación en Género y Violencia contra las Mujeres con el objetivo de “capacitar y sensibilizar” a todos los funcionarios públicos. Abarca los tres poderes del Estado, desde el presidente hasta toda la Administración pública.

En fin, buenas leyes gracias a la lucha feminista y LGTBIQ, pero en un Estado patriarcal con su justicia hegemónicamente machista. Es claro que el macho-activismo se queja en Argentina, como en España o cualquier país donde las mujeres conquisten derechos. Es inútil explicarles que los derechos de las otras nunca pueden perjudicarlos, porque ellos evalúan como perjudicial el perder históricos privilegios. Ningún dominador renuncia a serlo por hacer cursos sobre género o por participar en clases de ética. Estos machos solo cambiarán o aceptarán la nueva realidad por el sostenido NO de las mujeres. Con ellos es un tema de poder, no de educación.

–Precisamente, las mujeres de su país han dado una lección al heteropatriarcado luchando por su derecho al aborto que, finalmente, a nivel legal, no ha llegado a materializarse… ¿Por qué ese empecinamiento por infantilizar a la mujer y no permitir que ella decida sobre su propio cuerpo y circunstancias?

–Las feministas argentinas, el amplio movimiento de mujeres y LGTBIQ (excluyo aquí al llamado gay capitalismo) tienen una gran historia de lucha, organización y producción teórica. Desde 1986 se realiza anualmente el Encuentro Nacional de Mujeres. Representa un espacio de encuentro y discusión sobre valores, principios y formas de organización por y para mujeres.

Este espacio permite a las participantes tener acceso a herramientas de aprendizaje, empoderamiento, articulación y retroalimentación, para lograr trasladar la práctica y conocimientos adquiridos a sus respectivas comunidades. Son encuentros autónomos, autoconvocados, democráticos, plurales, autofinanciados, federales y horizontales.

Se ha realizado hasta la fecha 33 encuentros, el último en Trelew, una ciudad de 100.000 habitantes de la Patagonia, donde asistieron 60.000 mujeres de todo el país. Manifestaciones por el “Ni-una-Menos”, por las huelgas internacionales de mujeres y por la despenalización y legalización del aborto movilizaron a cientos de miles de mujeres en el país. Pero todavía el peso de la terrible iglesia católica es muy fuerte con un Gobierno que, si bien abrió el debate, no lideró la posición en defensa de los derechos de las mujeres, lo que permitió que ganara el conservadurismo.

Pero se está dando en Argentina lo que se llama “la revolución de las hijas”, miles de adolescentes y jóvenes que crecieron ganando derechos, que incorporaron las enseñanzas y experiencia de las feministas y que, por primera vez, sintieron en sus cuerpos lo que es el peso institucional del patriarcado y el rol de la iglesia católica. Veremos en los próximos tiempos profundos cambios.

“Donde hay una mujer luchando por mejorar sus condiciones y las de sus compañeras, esa mujer es una feminista”

–La violencia contra la mujer ¿es “igual” en todas partes?

–Los patriarcados no se manifiestan de la misma forma en todos lados por lo que la violencia tiene modalidades diferentes y, por lo tanto, la resistencia de las mujeres, cuerpos y sexualidades disidentes genera disímiles estrategias y objetivos a corto, mediano y largo plazo, lo que da lugar a diferentes feminismos. Julieta Paredes y Cristina Guzmán dicen que allí donde hay una mujer luchando por mejorar sus condiciones y las de sus compañeras, esa mujer es una feminista.

Creo que la mayoría de los feminismos desean que se concrete para las mujeres la posibilidad de una vida sin violencia en una vida social comunitaria y justa. Aquí es importante leer a Almudena Hernando en La fantasía de la individualidad; es lo que considero el estudio antropológico feminista más sólido sobre qué es el patriarcado y cómo afecta el ser y estar de hombres, mujeres y otres.

–Como periodista me he encontrado con titulares que victimizan todavía más y dudan, incluso, de las propias víctimas. ¿Cuál es la responsabilidad de los medios de comunicación?

–Los medios de comunicación le deben a la sociedad un gran debate en el que sí o sí deben participar las feministas, ya sea como periodistas, comunicadoras sociales, psicólogas, filósofas, criminólogas, y de todas las profesiones que abordan la problemática de violencia de género.

Son necesarios sólidos criterios y protocolos sobre cómo comunicar en casos relacionados a las diferentes violencias que sufren mujeres y LGTBIQ. Actualmente muy pocos medios son cuidadosos, la agresión afecta a la víctima y a la totalidad de sus relaciones afectivas. La mayoría no tiene en cuenta a la familia y amigues.

“Los medios de comunicación le deben a la sociedad un gran debate en el que sí o sí deben participar las feministas, ya sea como periodistas, comunicadoras sociales, psicólogas, filósofas, criminólogas, y de todas las profesiones que abordan la problemática de violencia de género”

–Para usted, los piropos y el acoso ¿también son un instrumento de poder?

–Los piropos y el acoso hacia las mujeres son instrumentos de control y sometimiento. Muchos hombres viven esta calificación y el límite que las mujeres vienen poniendo como un atentado a su “caballerosidad”, cuando en realidad es un límite a la impunidad con la que ellos circulaban en el espacio público.

Hay que recordarles que la amabilidad, la solidaridad, los gestos cordiales, la gentileza, la sonrisa y la palabra de halago en un vínculo existente no tienen género y lo puede realizar cualquier persona. ¿Porqué si la concreta un hombre a otro hombre o a una mujer se llama “caballero”? ¿Alguna palabra designa la acción de una mujer dejando paso al hombre?

Con el término caballero ya los machos se autootorgaron un plus de superioridad. En realidad en nuestras sociedades patriarcales esa palabra significa “yo sé tratar a la mujeres, a ella como una dama o a aquella como lo que es, una puta”. Los caballeros designan el lugar de la mujer, o es dama o es puta; o es dama por lo tanto blanca, burguesa o pequeño-burguesa, o es una negra y puta. Hay que desconfiar de los autodenominados caballeros. He trabajado toda mi vida para no serlo.

–Ha defendido que, gracias a teóricas feministas, como por ejemplo Rita Segato, se han realizado estudios y conceptos que, sin ellas, no se habrían visualizado. ¿Cuáles son esos conceptos? ¿Y esas mujeres indispensables?

–Nuestra-América es un continente que, desde 1492, viene sufriendo la matriz colonial de poder, la explotación del viejo mundo y nunca dejó de resistirse, a pesar de que las clases dominantes con mentalidad europea siguen su tarea de expoliación, hoy con criterios e intereses neoliberales. El cristianismo, como religión, y la lustración, con sus complementarios rostros de conocimientos y muerte, produjeron lo que se llama colonización del ser y del saber.

Las mujeres, el movimiento LGTBIQ, los pueblos y naciones indígenas, los movimientos sociales, las y los desheredados de la tierra, han generado espacios de lucha y resistencia, con algunos hombres y muchas mujeres que están produciendo teoría y generando nuevas categorías de conocimiento.

Dentro de esa revitalizante corriente que recorre de norte a sur nuestro continente tenemos, entre muchas otras, a teóricas y/o militantes como Diana MaffíaMaría Luisa FemeníasYuderkys Espinosa MiñosoRita SegatoJulieta ParedesMarcela LagardeMaría GalindoBreny MendozaMaría LugonesAlba CarosioSonia SánchezSilvia Rivera CusicanquiElena MoncadaDora BarrancosOchy CurielÁngela Davis, etc.

“No tengo respuesta a cómo lograr que el dolor producido por la injusticia social, de género, de raza y sexual termine ni cuando puede eso acontecer, si es que es posible”

–¿Y qué lecturas o trabajos recomendaría?

–Si tengo que recomendar lectura a alguien que recién se acerca a hacer un abordaje teórico diría, para comenzar: La dominación masculina, de Pierre BourdieuLa fantasía de la individualidad: la construcción socio-histórica del sujeto moderno, de Almudena Hernando GonzaloLa colonialidad: la cara oculta de la modernidad, de Walter D. MignoloSexualidades migrantes: género y transgénero, de Diana MaffíaLa prostitución, de Beatriz GimenoCrítica de la colonialidad en ocho ensayos, de Rita Segato.

–¿Cuándo se acabará –o los hombres estarán preparados– para que acabe este despropósito contra las mujeres?

–Si bien los estados son patriarcales y la dominación masculina, lo cual facilita el goce de privilegios a los hombres, el problema no son en sí ellos sino la actual estructura-patriarcal-neoliberal y el racismo-género-clase-sexismo-sexualidad como categorías organizadoras de las sociedades complejas.

La existencia de poderes tan grandes, corruptos y criminales (como ejemplo, el capitalismo financiero) que operan como espacios de decisión política, ocultos a la visión común, deben hacernos reflexionar sobre si nuestra confianza en el Estado tiene sustento material o solo es la creencia en que, desde esa estructura, se puede dar respuesta al dolor y a la vida.

“Mi proyección de futuro es seguir colaborando con las mujeres feministas y movimiento LGTBIQ”

Quizás debamos recorrer también otros caminos, no solo revisar nuestras creencias y subjetividad sino fortalecer los espacios grupales e incentivar el debate sobre cómo queremos lograr un buen vivir. No tengo respuesta a cómo lograr que el dolor producido por la injusticia social, de género, de raza y sexual termine ni cuando puede eso acontecer, si es que es posible.

¿Y qué falta para que los hombres se unan al camino de la igualdad?

–La dominación masculina ya no tiene la solidez de años atrás. Esto permite que haya hombres o grupos de hombres que, de buena fe, empatizan con los cambios sociales y la lucha de las mujeres. Algunos pocos profundizan esa empatía leyendo textos feministas y modifican creencias, actitudes y conductas que expresan el sostenimiento de los estereotipos sexistas impuestos por la cultura. Pero, lamentablemente, la inmensa mayoría de varones están aún muy atrás de la revolución pacífica feminista y eso es un serio problema, pues es esa masa de hombres y de mujeres colonizadas por las creencias machistas el contexto en donde se juegan las violencias.

FOTO: Grito del Sur.

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