
Cada 17 de mayo se conmemora el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, en recuerdo a la decisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de eliminar la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales en 1990. Esta fecha también es conocida como el Día Internacional de la Lucha contra la Discriminación por Orientación Sexual e Identidad de Género, para dejar en claro que el odio o rechazo a las personas homosexuales, transexuales o bisexuales son producto de un aprendizaje social y no biológico. Sin embargo, y a pesar de los 34 años que este día busca visibilizar e incluir, una serie de episodios relacionados con los discursos de odio contra el colectivo LGBTIQ+ aparece en los medios como noticias que reflejan de manera directa la violencia social que sufren y deben ser tenidos en cuenta en las escuelas, para su abordaje en las horas de ESI.
Por María Inés Alvarado*
para Diario Digital Femenino
Las últimas semanas fueron varios los episodios que los medios tomaron Hace unos pocos días atrás, el Gobierno de Perú, a cargo de Dina Boluarte, publicó en un decreto oficial que el “el transexualismo, el transvestismo de rol dual, el trastorno de la identidad de género en la niñez, otros trastornos de la identidad de género, el transvestismo fetichista y la orientación sexual egodistónica” son problemas de salud mental, olvidando la OMS excluyó la transexualidad de su manual de enfermedades hace seis años. Esta afrenta contra los derechos sexuales no está descontextualizada de la realidad que hoy rodea a la sociedad en general: hace unas semanas el escritor Nicolás Márquez, conocido por ser el biógrafo y amigo íntimo de Javier Milei, se refirió a la homosexualidad como una “conducta insana y autodestructiva”. Con este tipo de prejuicios, lo que los discursos de odio buscan es crear pánico en la sociedad al asociar a quienes conforman el colectivo LGBTIQ+ con la falta de cuidados, reproduciendo el estereotipo social que patologiza a las personas trans para insistir en la idea que “lo único normal es la heterosexualidad”.
En la misma línea se pueden enmarcar los dichos del vocero presidencial, Manuel Adorni quien, consultado por la muerte de tres mujeres y la agonía de una cuarta tras el ataque con una bomba molotov que sufrieran por ser lesbianas, se refirió al hecho como un episodio de «violencias igualmente repudiables» que sufren hombres y mujeres y no “un atentado a determinado colectivo”, en sintonía con la postura negacionista del gobierno de ultraderecha al cual representa.

Contra estos dichos, que se enmarcan en lo que podemos llamar discursos de odio -narrativas sociales que circulan y se reproducen en el espacio público- aparecen voces de actores sociales que decidieron compartir sus historias, ya sea en los medios de comunicación o en las redes sociales, para visibilizar el dolor y la angustia que estos prejuicios les han ocasionado en su vida. Entre ellos, por ejemplo, está la desgarradora carta de Manuel Lozano, director de la Fundación Sí quien, en respuesta a los dichos homofóbicos de Nicolas Márquez, contó detalles de cómo la violencia simbólica que había sufrido durante su adolescencia le generaron inseguridades, como la nosofobia. Entre sus palabras, remarcó “¿Somos una población con mayor tasa de suicidio? Sí, pero no porque seamos insanos, sino porque discursos como el tuyo nos enseñaron que no somos valiosos y que éramos la escoria de la sociedad”.
Otro personaje público que habló frente a las cámaras fue el escritor y periodista peruano Jaime Bayly quien, en su canal de YouTube respondió a las declaraciones homofóbicas del autor de “Milei, la revolución que no vieron venir”; con ironía, “de haberlo sabido, habría tratado con más empeño, con más ahínco, esto de ser heterosexual”. Su monólogo, que comienza con una “despedida” a sus seres queridos porque según Márquez su muerte se acerca por ser bisexual, condición que lo lleva a sentir que “he vivido una vida insana o malsana, o nada sana, insana, porque he tenido un par de novios y como he vivido esa vida insana o malsana, o nada sana, he vivido una vida autodestructiva. O sea, me he hecho daño, me he flagelado, he perjudicado seriamente mi salud y he rebajado mi expectativa de vida”.
El periodista Gabriel Bremer, también se explayó en Revista Pronto acerca de la cuestión en torno a este debate. Se refirió a los términos insania e infelicidad como contextuales, que no tienen que ver con las personas y sus elecciones sexuales sino con quienes les rodean. Si en una sociedad no se respetan los derechos y se utilizan mecanismos discursivos para distorsionar la realidad, los discursos de odio arraigados en disputas de poder históricas son utilizados políticamente por sectores sociales para agredir y lastimar. Por esto es tan necesaria la Educación Sexual Integral. Entender que no es “adoctrinamiento” ni “ideología de género”, sino un conjunto de saberes y actividades que ayuda a derribar estereotipos, acercar información, brindar herramientas sobre salud sexual y generar respeto hacia todas las personas a vivir su identidad de género, orientación y preferencia sexual con absoluta libertad, sin experimentar ningún tipo de violencia, discriminación, estigmatización ni prejuicio.
(*) Docente, comunicadora. Co-directora de La ESI en juego.
Columnista de Diario Digital Femenino – De ESI Sí Se Habla
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