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Ana Isabel Bernal Triviño es doctora en periodismo y feminista. Interviene asiduamente en las tertulias de RTVE, desde donde da voz a las mujeres. Además, es profesora de la Universitat Oberta de Catalunya(UOC).

Yo la conocí a través de sus artículos, en diario Público y en eldiario.es, y desde entonces quedé cautivada por su forma de escribir, por su forma de humanizar la información acerca de las mujeres. Su calidad humana traspasa el papel y me llega, con intensidad. Cuando habla y, sobre todo cuando escribe, la lógica de su pensamiento te arrastra. Desde entonces, mi admiración hacia ella no ha parado de crecer.

En sus conferencias, su voz entusiasta añade credibilidad a la cantidad de datos e información sobre el feminismo que maneja. Porque el que ella defiende, diariamente, es el de la lucha por la igualdad de las mujeres en todos los campos. Un feminismo teórico que lleva a la práctica.

Precisamente, al finalizar una de sus conferencias, en la Facultad de Comunicación de Sevilla, justo antes de salir corriendo a coger un tren AVE que le llevará de vuelta a Madrid, podemos charlar unos minutos, cara a cara. ¡Por fin!

Por 
para La Giganta digital

–Eres de las pocas periodistas que te autodefines como feminista. Abanderar el feminismo, en estos momentos, ¿te está perjudicando?

–Como, afortunadamente, soy doctora y doy clases en la Universidad, ese es mi salvavidas. Siempre he llevado la sección de Sociedad y Mujer en diario Público. Pero, a raíz del impulso que el movimiento feminista ha venido tomando en estos últimos tiempos, he puesto mi granito de arena para que estos temas hayan sonado más. Respondiendo a tu pregunta, la verdad es que sí, se paga un precio. Dentro del propio movimiento, aunque esté feo comentarlo, se producen situaciones de vacío profesional, además de por el machismo arraigado dentro de la misma profesión.

No obstante, considero que, si “no me mojo” y no me defino como tal, estoy dañando tanto a las víctimas como a la profesión misma. Tanto Ana Pardo de Vera (directora del periódico digital Público) como yo, consideramos que el periodismo, si no es feminista, no es periodismo. Es así de sencillo. Porque una comunicación democrática, igualitaria y representativa del mundo o es feminista o estaríamos cometiendo un error bastante grande y mostraríamos solo una parte de la realidad. Y, por lo tanto, no estamos ejerciendo el periodismo, que es representar la pluralidad y la diversidad.

FOTOS: cedidas por Ana Isabel Bernal Triviño.

–¿Significa eso que la mayoría de los medios son machistas?

–¡Claro! En mi conferencia he hablado de un periodismo patriarcal, como en cualquier otro orden de la sociedad. Hablamos de justicia patriarcal, y se nos llena la boca, con razón. Y, en los medios de comunicación, estamos igual. Porque, si no existiera ese periodismo patriarcal, no veríamos titulares como algunos ejemplos que he estado mostrando al alumnado. Son titulares cargados de estereotipos, titulares que dañan a las víctimas, en los que muchas veces se ignora la realidad de los menores. Titulares que ocultan todas las capas de múltiples violencias que ocurren dentro de las violencias machistas. Es ahí donde está la apuesta y hacia dónde deberíamos dirigirnos si no queremos terminar siendo cómplices.

“Me duele cuando veo reportajes con un corte de feminismoneoliberal que termina legitimando, bajo un falso discurso de libertad, violencias machistas y vulneración de los Derechos Humanos, que es de lo que trata, precisamente, el feminismo”

–En estos momentos se habla mucho de feminismo. ¿Crees que se está hablando verdaderamente de feminismo o se está usurpando el nombre para llevar a la confusión?

–Veo claramente que hay una usurpación, incluso dentro del propio feminismo. Este verano escribí un artículo contra el supuesto feminismo de Ana Botín; para mí ha sido uno de los artículos más dolorosos, en el sentido de que me di cuenta de cómo mujeres, a las que yo consideraba compañeras, me criticaron. No porque yo piense que tienen que opinar igual que yo, sino porque me da pena de que ellas no supieran detectar esa instrumentalización que se estaba haciendo del feminismo. El feminismo es una cosa muy seria. Trata de víctimas, no de productos bancarios. Por ese motivo me duele cuando se considera al feminismo como una herramienta de marketing. Y también me duele cuando veo reportajes con un corte de feminismo neoliberal que termina legitimando, bajo un falso discurso de libertad, violencias machistas y vulneración de los Derechos Humanos, que es de lo que trata, precisamente, el feminismo.

–Nos han hecho creer que el feminismo había tocado techo en el 8M, pero yo lo considero como un punto de inflexión. ¿Qué agenda pondrías encima de la mesa, como los temas más importantes para llevar a cabo en estos momentos?

–También considero que el 8M ha sido el punto de arranque. Digamos que fue como un golpe en la mesa, una declaración de que estamos aquí y las cosas tienen que cambiar, que ya no aguantamos más. Y no vamos a seguir tolerándolo. No van a seguir contando con nuestro silencio, vamos a hablar. Creo que ese tipo de solidaridad entre nosotras sí que se llegó a producir. Otra cosa es que, a partir de ese día, se haya ido difuminando por diversas circunstancias.

Para mí es primordial, precisamente, afrontar en la agenda todo lo que se ocultó en el 8M: prostitución y vientres de alquiler. Porque, al fin y al cabo, yo lo integro dentro de algo que sí reivindicó el movimiento feminista y es la violencia sexual. Hemos hablado más, porque la Ley de Violencia de Género así lo reconocía. Pero, las violencias machistas las hemos ido dejando de lado. El caso de las Niñas de Alcasser, por ejemplo, se trató como si el asesino fuera un energúmeno aislado que actuó de forma violenta; pero, sin embargo, se trata de un caso de violencia machista, ya que las violaron y asesinaron por ser mujeres. No las hemos reconocido en todos estos años como víctimas de violencia machista.

Por eso, para mí, la violencia sexual, que es la violencia más fuerte que padecen las mujeres, en cuanto a su libertad sexual y su libertad reproductiva, es lo más urgente a tratar en la agenda feminista. ¿Cuántos maltratadores obligan a sus parejas a mantener relaciones sexuales y las violan?; o ¿cuántos maltratadores terminan insultando a sus mujeres o parejas llamándoles “putas”? Insisto: o arreglamos el tema de la violencia sexual, que es el origen del patriarcado, o solo arreglaremos una parte de los problemas que afectan a las mujeres.

“O arreglamos el tema de la violencia sexual, que es el origen del patriarcado, o solo arreglaremos una parte de los problemas que afectan a las mujeres”

–¿Cuáles son los aliados del feminismo en estos momentos? Si los medios generalistas pertenecen al patriarcado, y los utilizan contra el feminismo, ¿qué herramientas pueden utilizarse como difusión del feminismo?

–Ahí se unen las dos cosas. Nosotras somos periodistas, pero también somos ciudadanas. Tenemos que ejercer la militancia y la difusión de conocimientos, de lecturas feministas y de documentación para que, cuando estemos viendo un medio de comunicación, podamos identificar si es el feminismo con el que yo me identifico. Por ejemplo, yo me identifico con un feminismo de clase, un feminismo radicalmente contrario a la prostitución.

No es tanto los medios, que es algo muy complicado. Es más práctico centralizarlo en periodistas. Digamos que es algo que ya está bastante estudiado, por el propio componente digital: existe una tendencia de seguir, no tanto a medios, sino a periodistas. Sería práctico hacerse con una agenda de periodistas feministas, para tenerlas en consideración y seguirlas, y utilizarlas como orientación y guía. Personalmente, intento colaborar con medios en los que sé que encaja mi discurso, donde voy a estar cómoda. Donde, si yo propongo un tema, sé que me lo van a comprar.

Por ejemplo, si propongo en Público un tema sobre la prostitución o vientres de alquiler, sé que con Ana Pardo de Vera o la subdirectora, Virginia P. Alonso, voy a encontrar un espacio. Y no es tan fácil. Porque muchas veces me digo que si, por cualquier circunstancia de la noche a la mañana cerrara este medio, no encuentro otro donde dar mi voz. He leído en medios feministas artículos a favor de la prostitución, por ejemplo, o artículos sobre actrices que se dedican al porno. Entonces, me pregunto: ¿Qué estamos defendiendo, los Derechos Humanos o los de las empresas que se benefician a través del marketing feminista? Pienso que deberíamos hacer autocrítica. Creo que, poco a poco, con las compañeras que se vayan a ir sumando, pueden mejorar mucho las cosas.

“Si las mujeres que llegan no son feministas, avanzaremos en una posición, pero no avanzaremos de forma profunda”

–El hecho de que una mujer como Soledad Gallego haya empezado a dirigir, por primera vez, un diario de cabecera como El País, ¿puede ser un movimiento de apertura, de cambio? ¿Crees que es un primer paso que las mujeres ocupen puestos de dirección, para poder transformarlos?

–Mi trabajo es ser profesora de universidad. Por eso encuentro una cierta autonomía a la hora de elegir el medio donde ejerzo mi opinión y donde intento crear una opinión en defensa de las víctimas y para que se las tenga en consideración. Sé que en otros medios no la tendría. He rechazado algunas colaboraciones con algunos medios, porque sabía que podría tener problemas. Me tomo el periodismo de una forma muy seria y con mucha responsabilidad.

En el caso de Soledad Gallego es obvio que necesitamos tener nuevos referentes de mujeres al frente de medios. Hay muchas chicas jóvenes que necesitan saber que existen referentes en muchas profesiones, que no tienen, o que no las ven porque no son populares. Pero, para que se produzca realmente el cambio no es suficiente solo con llegar, sino que hay que tener un contenido. Reivindico que lleguen mujeres, es importante. Pero, lo doblemente importante, es que las que lleguen sean feministas. Si no, avanzaremos en un escalón, en una posición, pero no lo haremos de forma profunda.

–¿Qué proyecto tienes pendiente?

–Pues acabo de terminar un libro de comunicación feminista. Está en proceso de maquetación y, supongo, que saldrá este año porque quiero hacerlo bien. Me está costando mucho cerrarlo ya que, continuamente, surgen nuevos debates y se está convirtiendo en un libro sin fin. Y otro proyecto es continuar con una línea abolicionista de la comunicación, que creo que es lo que ahora mismo toca.

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