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Uno de los temas que más piden trabajar los grupos de adolescentes en el aula es “relaciones tóxicas”. Quienes venimos abordando la Educación Sexual Integral (ESI) con perspectiva de género, sostenemos y defendemos la importancia de visibilizar que no es toxicidad, es violencia. Sin embargo, y escuchando las voces de las nuevas generaciones, se hace necesario abordar el tema de lo que, para jóvenes y adolescentes implica, erróneamente, hablar de una relación tóxica. Ahondando en dicho término, plantean que son aquellos vínculos que se crean a partir de una relación destructiva, que no es saludable y que generan dolor o molestias a una o varias personas que forman parte de una relación; eso es violencia. Suelen también reconocer que esas relaciones  se dan tanto en los vínculos de pareja, como dentro de la familia y entre grupos de amistades. Por eso es importantísimo recordar en las aulas la importancia de hablar sobre vínculos saludables, formas que adquiere la violencia, relaciones sexoafectivas consentidas y la romantización del amor.

Por María Inés Alvarado*
para Diario Digital Femenino

En la nota Vínculos ¿tóxicos?, publicada en el sitio de la Red de psicólogxs feministas, la licenciada Antonella D’Alessio (cofundadora de la Red de Psicólogxs Feministas) manifiesta que lo que empezó a suceder es que se habla de “vínculo tóxico” para evitar hablar de violencia dado que “la supuesta toxicidad tiene que ver con comportamientos, actitudes, comentarios que se relacionan con la violencia psicológica”. Y amplía su explicación citando la Ley de protección integral a las mujeres, (Ley Nacional 26.485) que describe a dicha forma de violencia como aquella que  “causa daño emocional y disminución de la autoestima o perjudica y perturba el pleno desarrollo personal o que busca degradar o controlar sus acciones, comportamientos, creencias y decisiones, mediante amenaza, acoso, hostigamiento, restricción, humillación (…)”, entre otras. Agrega que, la mayoría de las veces, “los “vínculos tóxicos” de los que más se habla son alrededor de la pareja” en relaciones heterosexuales, entre un hombre y una mujer cis. A su vez, Alejandra Devenuta, también psicóloga de la Red, agrega, en el mismo texto, que “estas conductas también se dan en relaciones familiares, laborales, de amistad”, específicamente cuando se encubren situaciones de abuso, exigencias, controles, demandas y jerarquías entre los vínculos.

“Vínculos tóxicos” o el eufemismo de la violencia
“Vínculos tóxicos” o el eufemismo de la violencia

Para el abordaje en la escuela secundaria, un conjunto de contenidos de la  ESI que se debe tener en cuenta es el que se organiza bajo el nombre de “Adolescencia, sexualidad y vínculos”. En el cuadernillo Educación sexual integral para la educación secundaria II: contenidos y propuestas para el aula se plantea la posibilidad de reflexionar sobre las relaciones entre pares, con la pareja y dentro de la familia, pensando en la violencia como problema social y estructural que se genera y se replica en diversos escenarios. Como adolescentes, son producto de vivencias que han marcado sus historias con procesos de socialización y creencias tales como las cuestiones estereotipadas de género, las posiciones asimétricas en los roles de pareja, patrones abusivos de vinculación o manipulaciones económicas y emocionales, que seguramente fueron limitando su autoestima. Las instituciones educativas y sus docentes deben ayudar a visibilizar, por ejemplo, que la violencia y los vínculos violentos, son un comportamiento aprendido como producto de la interacción social de cada persona con su entorno para que puedan identificar y prevenir cuando están siendo víctimas o victimarios de este tipo de situaciones.

En la Guía para Educadores/as “Pausa. Vamos de nuevo: Vínculos positivos”, elaborada por el Programa de Ciencias Sociales y Salud de la FLACSO Argentina y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), se detallan una serie de recomendaciones y propuestas educativas para el abordaje en las instituciones educativas con el objetivo de contribuir a que las y los adolescentes puedan visibilizar la violencia que está naturalizada en los vínculos que establecen, y ayudarles a identificar y prevenir este tipo de situaciones. En el material se explica que “mantener relaciones interpersonales libres de violencias y vínculos positivos con otras personas, son factores clave para la salud y el desarrollo integral en la adolescencia” y que para eso es necesario trabajar el concepto de vínculos positivos, o sea aquellos que se basan en el respeto, el afecto, la posibilidad de expresar opiniones, sentimientos y emociones, la solidaridad, la empatía, libres de todo tipo de coerción y manipulación. Esto se logra trabajando en el fortalecimiento y la construcción de habilidades psicosociales tales como la comunicación asertiva, las formas de resolver los conflictos, las modalidades disciplinarias que se aplican, la expresión de sentimientos y opiniones, el respeto por la privacidad e intimidad, la autonomía y toma de decisiones.

En la nota previamente citada, D’Alessio expresa que se termina nombrando como tóxico a un vínculo que es violento como una manera de minimizar y reducir el impacto, porque la toxicidad en los vínculos es un eufemismo para la violencia, la violencia nunca es un chiste, nunca es gracioso y nunca es sin consecuencias para quienes la sufren” y porque circula socialmente la idea “de que en la familia hay amor; (…) se ha invisibilizado que en estos vínculos, y también en los laborales, hay elementos violentos y de manipulación”. Por lo tanto, cada vez que en el aula alguien pida hablar de relaciones tóxicas, no evitemos el tema ni lo rebajemos a un simple análisis de términos. Es hora de visibilizar que esa supuesta «toxicidad» en los vínculos no es un juego, sino una manera de negar a esa violencia que no se nombra y solo sigue perpetrando más violencia.

 

(*) Docente, comunicadora. Co-directora de La ESI en juego.
Columnista de Diario Digital Femenino– De ESI Sí Se Habla

 

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