
Habitar espacios laborales es construir comunidad.
Sin trabajadoras y trabajadores NO HAY Salud Mental.
Salud Mental es vivir en comunidad.
Por Mónica Vaccaro*
para Diario Digital Femenino
Foto de portada: La Izquierda diario
En los últimos días trabajadoras y trabajadores de salud sufren, nuevamente, un fuerte impacto por la vulneración de derechos laborales que afecta sus vidas. De modo intempestivo y con inusitada crueldad, despedir personas se ha configurado una característica de este deshumanizante modelo de desgobierno.
Hace más de un año, en un escenario desconfigurado donde se van naturalizando las violencias en todas sus formas y contextos, permanecemos en estado de alerta ante los permanentes embates y las consecuencias en las subjetividades que la población viene padeciendo.
Vaciar es cerrar, se levanta como consigna de bandera que teje eslabones de resistencia para sostener la trama colectiva, como modo posible de abrazar el sufrimiento ante al aberrante arrasamiento de lo construido en los territorios y sostenido con políticas públicas alojadoras de la otredad.
Si bien no es nueva la modalidad, ya que se vienen montando “laboratorios de ensayo” en distintos lugares y con varios tópicos hace tiempo, produce confusión, desorienta, paraliza, duele, pero también moviliza y activa el potencial revolucionario de un pueblo adolorido que por momentos parece que ya no puede con tanto.

Nos están faltando palabras que pueda transmitir la gravedad de los acontecimientos, también de estos, que premeditadamente ocurren en vacaciones, porque la gente está “distraída” y no se da cuenta, según dichos del mismo presidente.
Considero pertinente dedicar unos párrafos para “recordar” algunas cuestiones, en este verano que “quema” y “arden” los reclamos, ante la represión, la quita de derechos, las violencias que se exacerban desde el “poder” instalando y naturalizando un discurso provocador que intenta disciplinar a través de su terminología amenazante (“prohibir” “eliminar para siempre” “exterminar”). La discriminación, el extractivismo, la entrega de soberanía, la crueldad extrema, el abandono de los cuidados básicos, son otras formas de “vallar” la supuesta libertad que se pregona, que muy lejos está de las necesidades de un pueblo sometido cada día a más “recortes”. Los análisis de economía macro, fieles al poder del mercado no tienen nada que ver con la realidad del pueblo que sufre los embates del cruel arrasamiento de sus derechos y oportunidades.
Hago esta mención, intentando establecer una relación entre la gravedad de los hechos que hoy nos atraviesan como país y la celebración de cierto sector por el supuesto éxito de una economía de cotillón.
Vaciar es cerrar se hizo consigna ante la desolación y el desamparo, urge una interpelación a reflexionar abrazando la otredad, a quienes no pueden comprender y visibilizar la gravedad de la situación, seguramente por falta de información, de conocimiento y/o lectura acerca de la historia, de la historia colectiva que hace a la MEMORIA de los pueblos.
En este contexto, con total desprecio se abona la teoría de que trabajar en el estado es sinónimo de personas que no cumplen sus tareas, lo cual SÍ aplica a trabajadoras y trabajadores que son red de sostén para muchísimas personas, casi todas, mucho más para quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad, y porque un topo con poder decide destruir el estado desde adentro, se encuentran en total desamparo. Claro que no se utiliza la misma vara, o sea no aplica con la misma intensidad demonizadora, a quienes ocupan bancas por años y años, percibiendo sus ingresos a través del “estado” que tanto cuestionan.
Hace pocos días, nos sacudió la noticia del “despido” de 1400 trabajadores y trabajadoras de salud, la misma gente que en 2020 aplaudíamos desde los balcones y eran “esenciales”, hoy son un número, un icono de WhatsApp, una silla vacía, una contraseña bloqueada, un acceso cancelado después de años de comprometido trabajo que decantó en construcciones colectivas en post del bien común.
Dentro de esa “cifra” retoman la embestida contra el Hospital Laura Bonaparte, al cual nos referimos en octubre pasado en la columna Día Mundial de la Salud Mental en contexto de crueldad y deshumanización . En esa institución fueron despedidas más de 200 personas que conformaban equipos interdisciplinarios. Es una buena oportunidad para recordar y/o informarnos acerca de la existencia del Hospital Nacional en red Lic. Laura Bonaparte cuyo objetivo es “albergar las necesidades asistenciales de la población y disponer el Hospital en los territorios más vulnerados. Como efector público de salud, buscamos garantizar el acceso integral y equitativo a todas las prestaciones, para toda la comunidad, con una mirada integral y respetuosa de los derechos humanos, tanto Enel ámbito jurisdiccional local y con asiento en distintas provincias, como institución de segunda opinión. Bajo estas premisas se promueve el trabajo interdisciplinario e intersectorial, tanto hacia adentro del propio Hospital, con la conformación de equipos; como hacia afuera, con el armado de redes de trabajo interinstitucionales, intersectoriales y comunitarias”
Las sillas, hoy vacías y los pasillos colmados de humanidades expectantes, eran habitados por Adris, Cecis,Dais, Nicos, Julis, Angies, Marías y Pedros, Juanas y Luises ,tantas y tantos más.
Cada persona trabajadora además de un nombre, tiene una historia de vida, de trabajo, familias, amigues, amores, quienes, desde su rol profesional, abrazan subjetividades sufrientes, acompañan caminos de desesperanza y turbulencia, transformando a través del trabajo silencioso con escucha alojadora y despatologizante, los colores y las miradas hacia ese mundo que tantas veces se presenta oscuro y hostil.
Ese mundo, esos mundos, los mundos de cada humanidad, en la carencia o en la opulencia, se acercan cuando se atraviesa un evento de Salud Mental, la diferencia es que no todas las personas tienen las mismas oportunidades para el acceso a los acompañamientos. Por esta razón, la Salud Integral como derecho humano, debe estar en la agenda de las políticas públicas y ser garantizada.
Por eso no más vaciamiento a las instituciones, no más violencias contra trabajadoras y trabajadores, no más quita de oportunidades a personas en situación de vulnerabilidad, por razones de salud, género, edad, etnia, habitacionales, etc.
Vaciar es cerrar… sigue diciendo la consigna como bandera de defensa en esta lucha, poniendo de manifiesto una vez más la falta de humanidad que caracteriza a este modelo que coquetea entre la crueldad y lo siniestro, avanzando todos los días un poco más en el intento de destrucción sistemática de lo colectivo.
Claro está que poco conocen de amores revolucionarios y luchas colectivas, sí parece, que bastante de amenaza y represión. Recuerdo a E. Galeano expresando que “cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana no hay quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros o por donde sea” [1] En esta necesidad de decir, estar y solidarizarnos acompañamos a toda la comunidad que se moviliza diciendo “sin trabajadoras y trabajadores NO HAY SALUD MENTAL”.
#lasalidaescolectiva
#insaludmentalnohaysalud
#saludmentalevivirencomunidad
(*) Trabajadora de la Salud Mental y activista de Derechos Humanos.
[1] El libro de los abrazos. Celebración de la voz humana/2. Eduardo Galeano.
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