
“Soñé con vos el otro día” (Traducción: Te toqué, te probé, penetré, me probaste, me tocaste, lamimos, degustamos, bebimos, disfrutamos, usamos dedos, labios, cremas, juguetes, hubo succiones, aspiraciones, exhalaciones, roces, goces, complicidad…)
“¿Ah, sí? ¿Qué soñaste?”- “Uhmm, no me acuerdo mucho…”.
En algún momento de tu vida viviste una situación semejante, siendo protagonista o soñando, disfrutando o ignorando, dudando si comentarlo o no, animándote ya que podría ser la forma de llegarle a quién tu deseo te llevó a soñar. Puede darnos curiosidad, rechazo o simplemente indiferencia, mucho depende también de la percepción, la confianza, el entorno, hormonas, entre tantas otras.
Por Alis Cano*
Frecuentemente sucede que la idea de una persona que nos atrae, ya sea físicamente o emocionalmente, nos lleva al deseo, a la fantasía, a imaginar lo que podríamos disfrutar en su compañía, incluso a veces se trata de alguien completamente desconocido y eso lo hace absolutamente sorpresivo y un tanto aventurero.
Ensimismarse y vagar en esas imágenes que nuestra mente nos brinda excita fuertemente, se convierte en un disparador momentáneo a la libido y sus manifestaciones; hace que nuestro cerebro, en la inconsciencia del sueño, nos regale con vívidos encuentros sexuales con quiénes nos provocan ese deseo (tal vez no necesariamente ese “alguien especial”) pero es seguro el despertar jadeando entre sudor, sorpresa y unas ganas irrefrenables de tocarnos, de explorar cuán profundamente nos afectó ese sueño que humedece el sexo, lo endurece, lo vuelve enhiesto, lo moja, erecta y eriza. Nos insta a seguir el ritmo, a masturbarnos hasta la laxitud para luego conciliar el sueño nuevamente…o no, ya que incluso impulsa a escribir al respecto, a dibujar, a moldear, manifestarlo entre efluvios de eyaculaciones y orgasmos, con manos temblorosas de gozo.
Muchas canciones, obras literarias, teatro, guiones, obras artísticas han sido el resultado (altamente gratificante) de esos “sueños mojados”, tan lindamente retratados en incontables formas de arte, desde lo prohibido a lo totalmente público.
Pero veamos el costado más cotidiano de la sensualidad fantasiosa; deja siempre en claro que somos quiénes escribimos dicho guion aunque no estuviéramos esperando la proyección, la première que se desarrolla en nuestro descanso. Incluso podemos llegar a sentir que nos estamos comportando “mal” ya que estos sueños irrumpen sin permisos, ni el nuestro ni el de quién/quiénes protagonizan el candente encuentro onírico. Pero la realidad es que no vamos a ser capaces de controlar las fantasías que nos asaltan en mitad de la noche, ni ahora ni nunca.

Lo más atrayente de la intimidad es que nos envuelve en un aura de misterio y nos regala con la posibilidad de dar rienda suelta al gustoso acto de la masturbación, la auto-exploración de la piel, el cuerpo, las sensaciones provocadas por los más variados objetos, prendas que rozan, que ajustan y que suman al juego, abrir el cajón y buscar geles, vibradores, plugs, tu consolador favorito…y dejarse ser, abandonar la lógica para caer en manos del placer.
Se trata de aprender a conocer qué nos gusta más, qué no, qué nos hace estallar en llamaradas y vibrar al ritmo de nuestras manos, qué pasa por nuestras mentes cuándo la excitación ataca así de potente, buscar cada rincón especial y recordarlo para una nueva aventura masturbatoria, saberes que se pueden hacer de futuros encuentros piel con piel algo para recordar.
Pero volvamos al asunto que nos deleita ésta semana, los sueños que, aunque imposibles sean de controlar, han asaltado a la humanidad entera desde que existimos ¡y nos encanta!, esa es otra verdad, puede avergonzarnos, abstraernos, sorprendernos, desencajarnos, pero jamás va a dejar de excitarnos. Esa pulsión que no avisa, arrasa con todo pensamiento racional y muchas veces estamos esperando (sin reconocerlo en voz alta) que llegue la hora de acostarnos y sin más invitación que la fascinante experiencia de soñar con sexo, con lo que nos erotiza, nos calienta y hierve la sangre, poder decir: “buenas noches, a soñar rico”.
(*) Escritora.
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