Seguro alguna vez escuchaste la frase «El conocimiento es poder».
Y sí, lo es. Vamos a meter un par de manos en éste asunto (y unos deditos también…)
El poder de conocernos, conocerte, tiene muchas facetas; las que hacen que acomodes tus ideas, tus prioridades, tu agenda y tu desorden, como aquél conocimiento que hace fruncir el ceño y repensar algunas actitudes, reconocer que hubo errores, que se puede herir sin quererlo aunque consuela saber que se crece admitiendo el error y trabajarlo desde ahí, que es posible construir nuevamente. Y también está ese conocimiento íntimo, único y afortunadamente repetible que nos hace sudar las palmas, acelera el ritmo de la respiración y nos lleva a saborear recuerdos, jugos y humedades.
Sucede que aprender a conocerse es un proceso muchas veces arduo, afectado por diferentes factores: emociones, situaciones, enseñanza, apoyo o falta de él, desinformación, desinterés… por nombrar unos pocos.
Ahora, cuando de nuestro interior se trata, aquello que no confiamos al común de las personas que nos rodean, que nos dijeron que “estaba mal”, ese “descubrimiento” que nos alteró en la más temprana juventud y que nos avergonzaba profundamente, que nos descolocaba, ese umbral a cruzar mayormente con recelo y ansiedad, nerviosismo y pulsaciones altas, se llama DESPERTAR SEXUAL y se da durante la pubertad.
La época de cambios físicos y sacudones emocionales. No se puede distinguir si estamos en una vorágine incesante, en un carrusel de sensaciones, en una montaña rusa de incertidumbre y sin idea de cuál es el siguiente nivel. Pero, sin poder evitarlo, encontramos el disfrute en ese espiral de hormonas y despertares. Ya ves, ahí comienza a ser crucial la información, ya que en esa maravillosa paleta de colores que es la adolescencia llegan rayos y centellas de voltaje inconcebible cargados de consejos, experiencias compartidas en susurros y rubores, de voces bajas contando qué o quién, cómo o cuándo, hicieron “eso”.
“Eso” que se mencionaba con el más absoluto secretismo, que tan vulgar nos sonó la primera vez, que a la vez nos daba miedo y curiosidad, era lo que tanto se deseaba experimentar y lo que, por pánico a quedar como unos fantásticos ignorantes del tema, evadíamos.
De “eso” vamos a hablar en esta columna semanalmente, aconsejando, debatiendo, compartiendo, informando, pero sobre todo: DISFRUTANDO del poder que nos brinda conocernos, de lo delicioso que es y lo estupendo que se siente (uhmmm…).
Primero lo primero, vamos a definir sencillamente lo que es “eso”: ¡SEXO!
Se siente una cosquilla divertida decirlo sin nervios ¿verdad? Es que hemos sido víctimas de moralidades, censuras, miedos infundados y muchos más cuestionamientos que, en casos extremos, llevaron al ostracismo a personas que sólo querían experimentar el placer más vivo y natural.
¡Sí! Leíste bien: PLACER. Palabra mágica que abarca tanta maravilla, de ello vamos a hablar también, para que sea de masivo alcance ésta onda expansiva de gustos, afinidades, fetiches, adminículos, juegos y juguetes, prendas íntimas y artículos varios, que no nos sean desconocidos, que sepamos que están a disposición de quiénes deseamos recorrer el camino del autodescubrimiento sexual, del erotismo en el arte, en el día a día, en la cama y fuera de ella, en las charlas de bares y en degustaciones culinarias de cocina afrodisíaca.
Existe gozo en saborear una bebida que nos provoca ronroneo de excitación, gozo en una imagen que nos proyecta deseo, instinto animal en un poema de pocas palabras y muchas otras formas de gozar saludablemente, desde el consenso, el respeto, pero sobre todas las cosas…el gozo sin tabúes, el propio, el ajeno y el compartido. Acá van a tener lugar dónde acurrucarse, un espacio sensitivo para aprender a darse permisos, morder labios, cubrir ojos, abrir ideas, sin problemas…hay lugar de sobra.
Soy Alis Cano, invitándoles a empoderarse con el conocimiento de sus pieles, sensaciones, diversiones, sentidos intensificados, con la sensualidad que empapa cada letra de este proyecto, con la libertad exquisita de provocar.
Ilustraciones: David Bray
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