Haciendo trama…
La inclemencia del tiempo nos invita a la lectura, a la escritura y al chocolate caliente para el alma, sería indispensable para el armado de esta trama que todas las personas tuvieran la misma posibilidad y no quedara reducido a una cuestión de privilegios, como el tuyo de estar leyendo, como el mío de estar escribiendo y pensando…
Entonces, y sin resignarme a que sea una cuestión de privilegios, sigo pensando y entramando mientras la lluvia cae sin prisa ni pausa después de tanta sequía, purificando los verdes perennes que se mezclan con algunos pocos ocres que se resisten a irse.
Por Mónica Vaccaro*
para Diario Digital Femenino
Sigo pensando en las desigualdades e injusticias en este mundo desconfigurado, en la falta de empatía y equidad, en las subjetividades vulneradas y el impacto en la Salud Mental. En esta suerte de amnesia colectiva en que por momentos volvemos a sumergirnos perdiendo la brújula de la mirada hacia la otredad, mientras llegan noticias que n el Norte del país se continúa reprimiendo y vulnerando derechos, mientras en las calles azota el frío, el hambre y la falta de oportunidades.
Hay que seguir haciendo ruido, muchos ruidos, elevando voces que se transformen en gritos URGENTES!!! Que generen incomodidades, alzando las banderas de propuestas de amor revolucionario. Tejiendo tramas con hilos de sororidad, mirada alojadora y compromiso social.
Hace tiempo vengo pensando y llevando a los territorios la interpelación de cómo la cultura patriarcal incide, determina y condiciona los vínculos fomentando rivalidades entre mujeres y diversidades, alentando las violencias entre pares con desacreditaciones, discursos negacionistas y agitando la cultura de la cancelación.
Si nos corremos por un momento del juego que nos propone esta configuración patriarcal perversa de manipulación y disciplinamiento podríamos ver cuán funcionales somos al patriarcado si caemos en esta trampa.
Por tal razón propongo que hoy hablemos de sororidad:
Marcela Lagarde[1] sostiene “La alianza de las mujeres en el compromiso es tan importante como la lucha contra otros fenómenos de la opresión y por crear espacios en que las mujeres puedan desplegar nuevas posibilidades de vida”. En este contexto surge el concepto de sororidad, el cual se refiere a una nueva experiencia práctica intelectual y política entre mujeres que pretende materializarse en acciones específicas.
La palabra sororidad se deriva de la hermandad entre mujeres, el percibirse como iguales que pueden aliarse, compartir y, sobre todo, cambiar su realidad debido a que todas, de diversas maneras, hemos experimentado la opresión.
De acuerdo con Marcela Lagarde, en un texto sobre cultura feminista, las francesas, como Gisele Halimi, llaman a esta nueva relación entre las mujeres sororité, del latín sor, cuyo significado es hermana. Las italianas dicen sororitá, y las feministas de habla inglesa la llaman sisterhood (Kate Millet).
Sin embargo, la acepción para esos vocablos es la misma: “amistad entre mujeres diferentes y pares, cómplices que se proponen trabajar, crear y convencer, que se encuentran y reconocen en el feminismo, para vivir la vida con un sentido profundamente libertario”, según palabras de Lagarde[2]
Asimismo, explica que la sororidad comprende la amistad entre quienes han sido creadas en el mundo patriarcal como enemigas, es decir las mujeres, y entendiendo como mundo patriarcal el dominio de lo masculino, de los hombres y de las instituciones que reproducen dicho orden.
Agrega que la sororidad está basada en una relación de amistad, pues en las amigas las mujeres encontramos a una mujer de la cual aprendemos y a la que también podemos enseñar, es decir, a una persona a quien se acompaña y con quien se construye.
Habla también de que en esta relación, unas son el espejo de las otras, lo que permite a las mujeres reconocerse “a través de la mirada y la escucha, de la crítica y el afecto, de la creación, de la experiencia” de otras mujeres.
Sostiene que la sororidad tiene tres dimensiones:
- 1. Dimensión ética: Es una experiencia de las mujeres que conduce a la búsqueda de relaciones positivas, saber escuchar a otras mujeres, complicidad, empatía, prestar ayuda, colaborar con la solución de sus problemas.
- Dimensión política: la alianza existencial se traduce en movimiento político de liberación feminista de eliminación social de todas las formas de opresión en busca de la igualdad y la equidad
- Dimensión práctica: apoyo mutuo para lograr el poderío genérico de todas y al empoderamiento vital de cada mujer. Esta acepción, se relaciona con el poder de affidamento acuñado por el Colectivo de la Librería de Mujeres de Milán.
Por ello, afirma que en la sororidad se encuentra la posibilidad de eliminar la idea de enemistad histórica entre mujeres.
De esta forma, el feminismo propone que este concepto vaya más allá de la solidaridad. La diferencia radica en que la solidaridad tiene que ver con un intercambio que mantiene las condiciones como están; mientras que la sororidad, tiene implícita la modificación de las relaciones entre mujeres.
En resumidas cuentas, la sororidad se traduce en hermandad, confianza, fidelidad, apoyo y reconocimiento entre mujeres para construir un mundo diferente; percatarse que desde tiempos antiguos hay mujeres que trabajan para lograr relaciones sociales favorables para ellas y para nosotras, recordando siempre que todas somos diversas y diferentes.
Sororidad es un concepto político
La sororidad es un valor por excelencia del feminismo porque implica la colaboración mutua entre mujeres para superar circunstancias desfavorables basadas en la desigualdad de género para aplicarlo a situaciones personales, familiares, sociales, laborales o de cualquier otra índole.
El significante «sororidad» como ayuda mutua, no solo hace referencia al apoyo mutuo entre mujeres, porque ha ido adquiriendo también un significado político al formar parte del movimiento político de solidaridad internacional feminista. La alianza internacional de mujeres otorga significado político a la sororidad.
La sororidad es hermandad, pero la sororidad política es hermandad contra el patriarcado, es un pacto de ayuda mutua frente a la competitividad del patriarcado.
Entramemos entonces…lo personal es político, humanicemos las miradas, abracemos diversidades y diferencias, tejamos con hilos de amorosidad revolucionaria que tan bien conocemos para convertirlos en fortalezas impenetrables, como las tramas de sororidad posibles de construir y armonizar desde el compromiso social y las miradas alojadoras.
Si logramos esa red de sostén sorora también promovemos Salud Mental, lo cual nos permitirá identificar que no se trata de una «enemiga interna», idea que el patriarcado abona desde siempre, sino que el verdadero peligro está «afuera», acecha y nos entretiene cambiando de ropajes, con amenazas e intentos de disciplinamiento cuando siente amenazados sus privilegios.
Tal vez si tejemos trama con hilos de sororidad nuestros derechos estarán más protegidos y nuestras cuerpas y almas recuperaran fuerzas para que el deseo y las energías tomen vuelo hacia dimensiones más placenteras y alojadoras.
(*) Trabajadora de la Salud Mental y activista de Derechos Humanos.
[1] Marcela Lagarde, antropóloga feminista mexicana
[2] Sororidad: nueva práctica entre mujeres Mónica Pérez (2004, CIMAC, México)