“Nos han hecho creer que el fervor y la fiebre de la piel sólo lleva impronta de juventud, que lo terso habilita, que lo añejo obtiene permiso si es bien conservado, de otra forma no es más que humo pasado.
Sepa usted que el sabor sólo mejora con el tiempo vivido, que las mañas suman arrugas a la ropa, a la piel y a las comisuras de una sonrisa, esa que tanto le gusta, aunque vetusta, aunque longeva, aún vigente en ardores de cama y charlas de mañana.
El calor en el tacto no se negocia con el paso de los años, deja rescoldos perennes que desatan infiernos en el blanco del cabello, en las marcas de vejez, en las facciones ajadas, que se encienden con la fuerza de quienes poseen en su sangre el secreto de la eterna sensualidad, de los ‘Fuegos de antaño’”
AKKY
No todo tiempo pasado siempre fue mejor ni el placer tiene fecha de vencimiento, el sexo no se acaba cuando se empiezan a notar las arrugas y el pelo se vuelve gris, las manchas en la piel y los achaques del cuerpo son esquivos a la excitación y al gozo. Es cuestión de permitírselo.
Por Alis Cano*
Ilustraciones Marilyn Minter y de Jean Malek
Como todo en la vida, se aprende transitándola, experimentando lo que nos brinda y dejando espacio al crecimiento. La madurez es una forma de manifestar esos aprendizajes, no tiene un inicio definido ni mucho menos un final, pero lo que sí es cierto es que el placer no está diseñado para el disfrute de una franja etaria determinada, sus maravillosas oleadas nos envuelven hasta el día de nuestra muerte, brindemos por eso.
Cuando hablamos de sexo en la madurez no nos dirigimos solamente a personas adultas mayores sino a todas las edades, que sepan que por muy extraño que parezca y poco atractivo les sea pensar a abuelos y abuelas en la cama con sus parejas sexuales en pleno acto de rebeldía contra la edad y los mandatos sociales ¡ello sucede! Y es absolutamente fabuloso, con sólo pensar que nos quedan años y años de disfrute emociona hasta las canas incipientes.
El común de las personas está acostumbrada a ver la belleza sensual en un cuerpo joven, esbelto, sano y funcional, que despierta fantasías y erotiza, pero al correr del tiempo nada lo detiene y al llegar a cierta edad parece que nos programaron para la “autodestrucción” y con el sólo movimiento de un switch nos apagan el gozo, ya la piel no siente, no hay cosquillas simpáticas, no hay más sensualidad en un beso o una caricia, se acabó. Un prospecto de futuro muy abúlico, aburrido y devastador. Sucede justo cuando se dispone incluso de más tiempo en el mayor porcentaje de casos, no hay más familia que atender, no hay trabajo al que ir a horario, ni responsabilidades que resten chances de placer y ocio (generalizando, por supuesto). Y en el supuesto que aun mantengan relaciones con su pareja de años, nada más increíble que conocerle hasta sus mínimos detallitos y jugar con el placer que la complicidad brinda, que la confianza es más afrodisíaca que los mariscos, que esos besos tan familiares aun enciendan la pasión y el deseo de intimidad…nada lo supera.
Sin caer en la historia clínica de nadie, sabemos bien que llegado cierto punto en la vida hay funciones del cuerpo que comienzan a fallar debido a deficiencia de hormonas, proteínas, órganos y demás cuestiones que obligan a contemplar “ayudas” externas. Afortunadamente existen, se consiguen y funcionan, sumado a buena alimentación, ejercicio y algo de actitud se puede llegar a disfrutar del sexo plenamente, así sea mediante pastillas y suplementos, geles lubricantes y accesorios, todo es chispa para quienes sienten calor en su cuerpo y fuego en su sangre, sin olvidar al participante igual de importante que los órganos sexuales: nuestro cerebro. La sola idea de prepararse para la intimidad y de armar escenarios mentales puede lograr la excitación necesaria para llevar a cabo el anhelo de un momento único, erótico, pasional. Los estímulos alimentados desde las ideas y los recuerdos pueden obrar maravillas, los años de experiencias vividas y compartidas son poderosos aliados durante la madurez, ya que habiendo aprendido lo que nos gusta y lo que podemos dar, tenemos bastante terreno a favor.
El saber no ocupa lugar, la sabiduría no se cuantifica, la piel nunca deja de sentir y el sexo no caduca. Que el plano imperfecto de las arrugas nos guíen a buen puerto, los orgasmos no desaparecen detrás de las hebras plata, el gozo sigue vigente en cada persona siempre que se lo proponga. ¡Más sexualidad, menos prejuicios!
(*) Escritora.
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