Desde que la historia es tal, se ha reclamado el accionar patriarcal sistemático inherente a nuestra justicia. A nuestras instituciones no les importan nuestros tiempos, nuestros procesos. Ante una situación de violencia no siempre podés denunciar de manera inmediata.[1] Por eso, suceden hechos como absolver a un abusador por prescripción de la causa. No es de nuestro interés discutir las leyes argentinas,[2] pues no es ese nuestro campo, sino visibilizar la situación de extrema vulnerabilidad en la que la misma justicia te deja.
Por Nadia Muñoz y Lenny Cáceres
Si bien esta situación se refiere a un caso y a un acusado en particular, encontramos una sistematicidad que, una y mil veces, se repite en todas las formas de violencia ejercidas contra las mujeres. Se vuelve necesario, entonces, contarlo, ponerlo en cuestión una y otra vez, para intentar lograr, finalmente, sensibilizar y reflexionar, reconocer los errores del poder judicial y lograr el acompañamiento de una sociedad que, aún con el tiempo que lleva esta lucha, una gran parte se niega a ver.
El caso al que nos referiremos es de público conocimiento: René Dosio, ex piloto de automovilismo, abusó de su hijastra. En una primera instancia, aunque se había probado el abuso sexual, la jueza Alejandra Ongaro lo absolvió por prescripción de la causa el pasado 22 de mayo. Básicamente, se transmitió el mensaje de siempre: “tendrías que haber denunciado antes”. Aunque estés transitando un duelo familiar enorme, aunque estés peleando todos los días con la depresión, aunque luches por dejar de negar lo que sucedió. Tenías que denunciar antes.
Alguna luz se prendió: el mes pasado, conocimos que el Tribunal de Impugnación Penal (TIP) revocó la absolución por prescripción que lo había beneficiado durante el juicio oral. Sin embargo, la pretendida justicia tiene sus límites: por abuso sexual simple agravado, se lo condenó a tres años de prisión en suspenso. ¿Qué significa esto? Que no irá a la cárcel. En cambio, se le fijaron determinadas pautas de conducta, a riesgo de efectivizar la pena en caso de incumplir con ellas: fijar domicilio, someterse al control del Ente de Políticas Socializadoras, abstenerse de todo tipo de contacto con la denunciante y realizar un tratamiento psicológico. ¿Qué cambió en el medio? La consideración del agravante del daño en la salud; así, el plazo de prescripción del caso pasó de cuatro a diez años. René Dosio, en su rol de cuidador, abusó. Sin embargo, dos fallos fueron necesarios para contemplar la situación, el contexto en el que se realizó la denuncia, el bienestar de la denunciante. ¿Importa nuestra palabra? Si se escucha, ¿cómo?, ¿qué se deja atrás?, ¿bajo qué condiciones cuenta nuestra palabra? Tres testigos tuvo la denunciante: otra víctima de abuso de Dosio, su psicóloga personal y la psicóloga que propuso la fiscalía. En el primer fallo, ¿hacia dónde estaban mirando?, ¿hacia dónde miran ahora, creyendo que tres años de prisión en suspenso se asemeja siquiera a la idea de “justicia”?
¿Qué dicen los medios?[3]
Replican una y otra vez la revictimización que abogados como Aldo Walter Díaz ejercen a como dé lugar para desacreditar a la denunciante. Se refirió a ella como “una denunciante que consumía gran cantidad de drogas” (La Arena, 2022). ¿De qué drogas habla? De antidepresivos. ¿Por qué se encontraba en tratamiento contra la depresión? Porque, en 2015, en un accidente automovilístico, perdió prácticamente a toda su familia. Y, luego de ese tremendo golpe emocional, comenzaron los abusos de René Dosio. Es decir, no solo abusó de una adolescente con quien tenía un vínculo familiar (era su hijastra), sino a una adolescente en medio del desamparo, a quien debía cuidar, de la que debía hacerse cargo. ¿Los medios? Lo replican, lo repiten. Titulan que el acusado “por presunto abuso” fue absuelto (las comillas no son nuestras). Incluso, citan al abogado defensor de Dosio, Aldo Walter Díaz: “finalmente se hizo justicia y el fallo salvaguarda el buen nombre y honor de mi defendido” (La Arena, 2022). De nuevo, el mismo mensaje. ¿La justicia es lo importante? No. Lo importante es salvaguardar el “buen nombre y honor” de los denunciados. Aún con el abuso comprobado. No es relevante eso. Relevante es la imagen de un abusador.
La casa
En medio de la denuncia, debemos considerar que René Dosio se encontraba viviendo en el hogar que la denunciante compartía con su familia, hogar que le pertenecía a ella por derecho. Luego de luchar por su techo, Dosio le entregó las llaves de la vivienda: no dejó siquiera los focos, ni hablar de las pertenencias de su familia, a quienes perdió en el mencionado accidente, pero, casualmente, Dosio olvidó llevarse un objeto: el sillón donde abusaba de ella. ¿Qué es la violencia simbólica? Esto.[4] Detalle no menor: el único recuerdo que le permitió conservar a la denunciante es el objeto donde ejerció su violencia sexual. No le permitió conservar siquiera sus recuerdos, su ropa, sus fotos. No. Lo único permitido: el recordatorio de la violencia. Interesante forma de aleccionar: en torno al abuso debe permanecer su identidad, mensaje claro que ha dejado Dosio.
Las palabras de la denunciante
A continuación, replicamos el testimonio realizado por la denunciante en sus redes sociales, publicadas el 8 de marzo y el 8 de abril de 2021, respectivamente, puesto que reivindicar la palabra de las mujeres resulta urgente.
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Este año serían 6 años del fallecimiento de mi tío, mi abuelo, mi madre y mi hermana, en un siniestro vial en la entrada de Córdoba. Para ese momento vivíamos en la misma casa con mi hermana, mi mamá y su pareja D0℃10.
Luego del accidente, nos quedamos, junto a este último, los dos solos, viviendo en mi casa (que en el 2020 fue escriturada con sucesión, a mi nombre).
En el 2017 este mal nacido abusó de mí. Sin comprender absolutamente nada y congelada por la situación, decido guardarlo, con toneladas de vergüenza, y con miles de preguntas como ¿Estaré loca? Yo me habré equivocado? Será mi culpa? Mi madre podría haber elegido tan mal? Me creerán? Lastimaré a su familia? Me hará daño? Tomará represalias? Y cuaaaantas más..
Pero también pensé en otras mujeres o niñas, niños que podrían estar sufriendo como yo.
Para ese momento padecía depresión, abuso de mi vulnerabilidad, situación que me hizo vivir los siguientes 3 años de miedo, de tristeza, de pesadillas, de intentos de suicidio, de ataques de pánico, de odio, de inseguridad, de culpa, de asco a mí misma, de enojo y no se qué más.
El 24 de febrero de 2021, luego de muchos días de golpearme la cabeza para asimilar la situación y entender la gravedad de las cosas, me animo a denunciar, esa vez fui yo, pero conozco un número importante de abusos y violencia ejercida por él que se animaron a contarme y que están siendo añadidas a la causa. NO ERA LA ÚNICA Y ME DIO FUERZAS.
Denuncio el abuso sexual, en la cual pido la perimetral y la exclusión del hogar (o sea, que lo saquen de mi casa, sentido común, para no vivir ni un segundo más junto a la persona que abuso de mi) Repito, mi hogar, heredado de mi madre, escritura a mi nombre.
Ese mismo día me otorgan la perimetral y al siguiente día me RECHAZAN la exclusión del hogar!!!! CÓMO? Que no saquen a la persona que abuso de mi, de mi propia casa? SI, ASÍ TAL CUAL.
MI CASA SE LA DEJARON A ESTE MAL NACIDO Y YO A LA DERIVA NO HAY DRAMA.
No termina ahí, me acerco a buscar mis pertenencias y me desayuno con que cambio los dígitos de mi alarma y las cerraduras de mi casa, MI CASA… UNA LOCURA.
No tengo ropa y mis pertenecías siguen ahí, necesito de su ayuda.
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Luego de mes y medio «me dejaron» ingresar a mi propia casa já!
Abusó de mí y lo dejaron a él cómodamente viviendo en mi casa, con escritura a mi nombre, PATRIARCADO.
Al ingresar me encuentro con que muchísimos vecinos se acercan a decirme que este mal nacido pasó semanas sacando bolsas de consorcio, que decía «tener pasto» (en mi casa el patio es de cemento).
Como ningún vecino lo quería por la fama de estafador y violento que siempre tuvo, y ahora sumado lo de abusador, quisieron buscar las bolsas para recuperar lo que había adentro, ya que se imaginaron que tiraría mis cosas, a lo que él respondió que nadie podía levantar nada hasta que pasara el camión de la basura, hasta se quedó «haciendo guardia»
TIRO Y ROBÓ TODAS MIS COSAS Y LOS POCOS RECUERDOS QUE TENÍA DE MI FAMILIA QUE FALLECIÓ.
Equipos de música, regalos de mi madre para cumpleaños míos y de mi hermana fallecida, cartas de ellas, cajoneras, muebles, utensilios de cocina, ollas, electrodomésticos, ropa, elementos personales, dejando cajones vacíos, sin luz, sin siquiera focos, cuadros y portarretratos de mi familia todos rotos, mis libros de la Universidad, cajas con las fotos de mi familia, sábanas, toallas, lo que se te ocurra y ni siquiera nombrar los artículos de valor. Todo se robó o tiró.
Ah pero se le pasaron dos cositas chiquitas: el sillón donde abusó de mi, el muy repugnante y macabro.
Y el cuadro gigante que mi madre pintó, despegado, rallado, roto, con grasa y barro.
Imagen de portada El Diario
[1] El ciclo de la violencia y el sentido unidireccional de esta hace que no siempre las primeras agresiones recibidas sean captadas por la persona en situación de violencia puesto que hay un trabajo previo del violento que es someter, descalificar, socavar la autoestima, entre otros mecanismos. En consecuencia, una persona, en ocasiones, no puede denunciar de inmediato cuando ocurren los hechos. Todo esto pone en desventaja a las mujeres sobre el poder patriarcal de la sociedad y la justicia.
[2] En este caso, la Ley N° 26.485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales y la Ley Piazza (2011), que refiere a los plazos de prescripción del abuso sexual en la infancia.
[3] Seguimos insistiendo con la falta de capacitación y formación de profesionales de la comunicación que reproducen los dichos, ya sea de profesionales del derecho, jueces, etc., sin medir cómo se perpetúa la mirada sobre la víctima y el daño que esto provoca en la sociedad. Proponemos informar en el marco de los derechos humanos de las personas, evitando detalles que sostienen las estructuras patriarcales vigentes.
[4] Definida como aquella que: «a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos, transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad”.
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