
Apostar a continuar tejiendo trama como refugio alivia pesares en tiempos convulsionados, en tiempos en que, se desacreditan o invisibilizan aquellas propuestas que apuntan a la ampliación de derechos, y que están ancladas en el espíritu de las construcciones colectivas. Los dobles discursos contaminan la escucha. Se alienta a la confusión y a la confrontación a través de informaciones falsas o carentes de fundamentos.
Por Mónica Vaccaro*
para Diario Digital Femenino
Escuchar voces que se preguntan ¿Por qué hablan de que menstruar es político? Habilita una gran oportunidad para que justamente hablemos del tema, convoquemos a la historia, visibilicemos, incomodemos, interpelando/nos, abriendo debates, habilitando otros.
Es así que la insistencia en informar/nos se hace parte de estos encuentros semanales, y hablando de oportunidades aparece una (entre otras) que es la de sacar la menstruación del closet.
Tomaremos dos ejes en este intento de acercamiento al contenido a plantear , digo intento porque solo será una aproximación, dado que si bien tendríamos sobrado material para hacer un libro, por ahora, la idea es ponernos en situación, interpelando los soportes que sustentan, en el entramado social, los puentes que se van generando en el camino a la deconstrucción, un camino que por las urgencias no admite retornos, convocando a todas las personas a ser parte de la transformación, a pesar de las resistencias y avances anti-derechos.
Por un lado, el atravesamiento subjetivo de las personas menstruantes no es menor y requiere ser visibilizado.
Menstruar ha sido motivo de vergüenza para millones de cuerpas en el mundo durante toda la historia, y el impacto en la Salud Mental no ha sido contemplado.
La convivencia con este proceso corporal que se transita durante, casi toda la vida, con las particularidades de cada cultura, de cada tiempo, de cada ser, NO es nombrado. Durante años se ocultó ese «sangrado» ( y aún sigue ocurriendo), con todas las connotaciones patriarcales impuestas desde los ámbitos familiares y sociales. Con la aparición de un sinnúmero de prejuicios condicionantes a vivir una vida libre «en esos días» (y en otros también).
Desde muy temprana edad empezamos a cargar con «mochilitas» a partir del primer sangrado, «ahora que sos señorita», el mismo evento que nos «convierte
en mujeres» se debe ocultar férreamente de la percepción ajena. Y así todo un derrotero de dobles discursos, ya que por otra parte se enaltece la menstruación como rasgo no visible del cuerpo, por su valor connotativo relacionado con la fertilidad potencial,con la posibilidad de ocupar un rol social aún sagrado : madre
En los ámbitos de salud y educación en particular, tal que impacte en la sociedad en general, se debe desandar el tabú de los cuerpos menstruales y de la sangre, abrirse a otros discursos para resignificar ese proceso fisiológico del cuerpo más allá del discurso médico hegemónico. Menstruar es sangrado y mucho más!
Poner en valor la Salud integral con especial cuidado en el impacto en la Salud Mental. Deconstruir saberes y prácticas, incorporando la perspectiva de género, es compromiso ético-social ,y siempre, un llamado URGENTE!!!
Por otro lado el poder enmarcar la menstruación como acto político y que sea incorporado a las políticas públicas, además de la decisión política, es resultado de las históricas luchas y conquistas de los movimientos de mujeres en todo el mundo, que sin dudas salvan vidas, y nos han fortalecido para encontrar los modos de hacer tramas para preservar, en algo al menos, nuestra Salud Mental.
En esta línea podemos situar como acontecimiento la conmemoración del Día Internacional de Acción por la Salud de la Mujer, que surge a partir de la propuesta de activistas defensoras de la salud y los derechos de las mujeres, Red de Salud de mujeres latinoamericanas y del Caribe (RSMLAC), quienes se encontraban en la Conferencia Internacional de la Salud de las Mujeres en Costa Rica el 28 de mayo de 1987.
Desde su declaración, el propósito de la fecha pretende reconocer los diversos procesos de enfermedad y muerte que enfrentan las mujeres por causa de la desigualdad socioeconómica. Se busca reconocer que la salud no es un hecho meramente biológico, sino que responde a factores biopsicosociales y que depende del lugar ocupado en la sociedad y del acceso a los recursos materiales y simbólicos para llevar adelante una vida digna, con igualdad de oportunidades y sin violencia.
A partir del año 2014, por iniciativa de la ONG Alemana «Wash United» el 28 de mayo se conmemora el «Día Internacional de la Higiene Menstrual» haciendo referencia con este día y mes a los 28 días que dura en promedio el ciclo menstrual y a los 5 días promedio que dura la menstruación en cada ciclo.
La Organización Mundial de la Salud define este día como una oportunidad para integrar medidas relacionadas con la gestión menstrual en programas y políticas a nivel global, nacional y local.
Las dos efemérides que tienen su lugar en el calendario internacional llevan adelante consignas que requieren revisar cuestiones que están implícitas en ellas: la referencia al cuerpo de las mujeres como puro, omitiendo categorías sociales que permiten vislumbrar sujetos con cuerpos que no se ajustan a la cis-hetero-norma, habilita a continuar privándolos de reconocimiento[1].
En Argentina alrededor de 12 millones de niñas, jóvenes y mujeres menstrúan. La situación, no obstante, este escenario no se reduce solo a las mujeres. Los varones trans y muchas personas no binarias también enfrentan el costo de menstruar, y quienes tienen menores recursos, enfrentan obstáculos para acceder a toallitas, tampones o copas menstruales con consecuencias sobre su vida cotidiana; se ausentan de la escuela o de sus puestos de trabajo, dejan de hacer actividades deportivas o de esparcimiento y, en algunos casos, recurren a alternativas para gestionar su menstruación que pueden afectar su salud. Las barreras económicas al acceso de productos de gestión menstrual tienen implicancias en la salud, la educación y el trabajo.
A raíz de esta situación, en julio de 2020 empezó a funcionar una mesa de trabajo interministerial para abordar los problemas de la gestión menstrual.
La acción del Estado es necesaria para contribuir a una gestión menstrual saludable, inclusiva, accesible y sustentable. Hablar de Justicia Menstrual implica no solamente poner en agenda las problemáticas en torno a la concepción de la menstruación, sino también actuar sobre la realidad. Por este motivo, en “Justicia Menstrual. Igualdad de género y gestión menstrual sostenible” se definen acciones para avanzar en un esquema integral del tratamiento de la gestión menstrual como una cuestión de equidad y de justicia social[2].
Las dificultades en el acceso a productos de gestión menstrual es una de las múltiples aristas de la desigualdad estructural, un eje que la agenda del movimiento feminista marca desde hace muchos años y que es un vector que profundiza la brecha entre los géneros.
El abordaje articulado y transversal del tema permite deconstruir la mirada social y cultural negativa o estigmatizante en relación a la menstruación, para que pueda ser revisada desde una perspectiva de derechos que la aleje del tabú social. Se requiere también una transformación del paradigma político para trascender el enfoque del mercado que lo presenta como un tema cosmético, y situarlo como un tema de salud pública y derechos humanos.
El abordaje de la gestión menstrual desde las políticas públicas debe ser comprendido en su multidimensionalidad. Esto implica considerar la subjetividad de las personas menstruantes, contemplar la producción de insumos de gestión menstrual sustentables con estándares de calidad, evaluar su distribución en el territorio, fortalecer aspectos educativos y culturales, promover el acceso a la información. Trabajar sobre estas dimensiones no solo permitirá quitar el velo del estigma de la menstruación, sino también evitar impactos negativos en la salud por la falta de acceso a la información y/o a productos de gestión menstrual[3].
Hace pocos meses se presentó en nuestro país el Programa Nacional MenstruAR.

“Con la creación del Programa MenstruAR transformamos en política pública una línea de acción que se viene impulsando en todo el país, para igualar el acceso a la gestión menstrual, a la información, a la salud…Además, por incomodidad o vergüenza terminan faltando a la escuela o a otras actividades. Por eso, hablar de menstruación es también hablar de desigualdades. No puede haber justicia social sino hay justicia menstrual » expresó Ayelén Mazzina[4].
Durante la presentación del programa se hicieron públicos materiales producto de producciones colectivas como el cuadernillo «La gestión menstrual como derecho» y el informe «Diagnóstico sobre uso y percepción de insumos de gestión menstrual» textos de los cuales compartimos algunos párrafos con el objetivo de reafirmar la consigna de donde hemos partido en la columna de hoy: SI…menstruar es político y también impacta en la Salud Mental
“El estigma y la vergüenza generados por los estereotipos en torno a la menstruación tienen graves impactos en todos los aspectos de los derechos humanos de las mujeres y las niñas; incluidos sus derechos humanos a la igualdad, la salud, la vivienda, el agua, el saneamiento, la educación, al trabajo, la libertad de religión o de creencias, condiciones de trabajo saludables, y de participar en la vida cultural y pública sin discriminación”. 8 de marzo 2019. Grupo de expertos en Derechos Humanos. ONU
(*) Trabajadora de la Salud Mental y activista de Derechos Humanos.
[1] https://noticias.unsam.edu.ar/2022/05/28/28-de-mayo-la-efemeride-que-todavia-no-existe/
[2]https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/2023/05/cuadernillo_gestion_menstrual.pdf
[3] Ayelen Mazzina. Ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación.
[4] https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/2023/05/informe-de-sistematizacion-diagnostico-gm.pdf