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Continuando con las reflexiones en el mes de la madre tierra, la Pachamama, vamos a pensar de por qué cambian tanto las conceptualizaciones de nombrar, categorizar, visibilizar, renombrar a las cosas de acuerdo a los diferentes modelos y sistemas predominantes.

Por Natalia Voragini Weth*

Ya sabemos que las personas que habitaban este suelo, conocidas como pueblos originarios, celebraban y honraban a la Pacha, hasta que llego la invasión española e impuso con las fuerzas, otra manera de renombrarla.

Lo mismo ocurre, haciendo mención a la fecha, la noción de niñez, la cual estuvo sujeta a los cambios de dominación de los diferentes sistemas religiosos, económicos, culturales y sociales de cada época. Estas representaciones impactan en el modo en que vemos a niños y niñas y el lugar que les damos en la sociedad delineando el límite entre lo que consideramos normal y aquello que es anormal y peligroso o que está en peligro.

Durante mucho tiempo la niñez no fue valorada socialmente pues eran considerados adultos y adultas en miniatura, por lo que no se les reconocían necesidades diferentes, pero si tenían las mismas obligaciones. Durante la edad media se mantiene esta concepción, pero, debido a las creencias religiosas, asocian a la persona cuando nace está ligado al pecado, inculcando religión en las educaciones.

Durante el Renacimiento se le da mucha importancia al pasado grecolatino, en el que se concibe a la niñez  como “modelable”. A partir de esta época se extiende la idea de que la educación tiene que ser para todo el grupo etario, y se incorpora la tendencia a la reeducación y a recoger a niños y niñas abandonados y abandonadas, en nuevas instituciones. La crisis social, política y económica que sufre Europa durante el Barroco, aumenta las penurias que padecen en mayor medida las infancias, afectadas por la mortalidad, el abandono y la hambruna.

Las infancias, breve recorrido por su noción y la construcción actual
Las infancias, breve recorrido por su noción y la construcción actual

En la Ilustración, la educación es considerada un medio de transmitir conocimiento y cultura por lo que ganará popularidad entre la población que puede permitírselo. Las aportaciones de Rousseau y Pestalozzi comportan un cambio positivo en dicha concepción, pues se tiene en cuenta el nivel de desarrollo de cada etapa y a éste se adapta la acción educativa; dando así importancia al desarrollo integral del niño y de la niña. Pero ocurre lo mismo que en épocas anteriores, son cambios más teóricos que prácticos. Es durante el siglo XIX cuando se adoptan medidas que en la práctica sí afectan a las infancias, como la aparición de Asilos o casas de caridad para atenderlas y contenerlas, mientras que sus madres trabajaban. En 1857 surge la Ley de Moyano que impone la escolarización obligatoria gratuita desde los 6 hasta los 9 años.

Recién en el siglo XX cuando la niñez llega a configurarse como un estatuto digno de ser mirada y estudiada desde todas las disciplinas, y es cuando la infancia se convierte en la etapa de mayor importancia en la vida del ser humano

En los últimos 100 años, fueron  las infancias la que tenía una significativa presencia como fuerza laboral en los países industrializados (en algunos casos de hasta un 50%), trabajando jornadas de hasta 13 horas diarias. Es por ello, y las consecuencias de la I Guerra Mundial, que Englantyne Jebb crea en 1923 la primera Declaración de Ginebra, para comprometer a la humanidad en la defensa de la niñez y que un año después se incluye en la Carta de Derechos de la Infancia de la Sociedad de Naciones. Luego de la II Guerra Mundial, se realizan la Declaración Universal de los Derechos del Niño (1959) y la Convención sobre los Derechos de la Infancia (1989) para tratar de paliar las brutalidades y el desamparo al que se han visto sometida a lo largo de la historia. Es en 1979 cuando hay un verdadero cambio con respecto a la concepción de la infancia, pues se considera a los adultos y las adultas responsables de que se cumplan los derechos infantiles.

En la actualidad todas y todos estamos de acuerdo que las personas nacemos y crecemos inocentes, exploradoras, sin maldad, puras, sinceras, vulnerables a los riesgos por negligencias, abandonos, violencias o descuidos, por qué no considerar su voz, por qué al igual que la Pacha con los cambios en los climas, catástrofes naturales, animales que se extinguen por vejaciones, deportes, ambiciones, contaminaciones, , ignoramos o desoímos lo que nos están diciendo como pueden, con sus voces, sus caracteres, sus temperamentos… Tanto nos cuesta agacharnos para ponernos a su altura y leer lo qué están necesitando, pidiendo, que nos es más que nuestra atención, que no es más que otra “mirada”, que nos es más que AMOR por lo puro, lo real.

¿Cuántas normativas, declaraciones, sistemas de protección vamos a tener que redactar para atender a las demandas de las niñeces? ¿Cuándo esas reglamentaciones se construirán con sus voces? ¿Cuándo seremos menos crueles con quienes requieren de toda la sociedad más responsabilidad? ¿Llegará el día en que podamos festejar a las infancias con los  niños, las niñas, les niñes, pero con todes de verdad, sin nadie afuera? ¿Cuándo la niñez dejará ser para el capitalismo el grupo social más manipulable para incorporar ese deseo imperioso de consumo, que se impone en las redes, medios de comunicación, espacios de recreación, carteleras publicitarias, etc?  ¿Cuándo dejáremos de preocuparnos por vanidades y realmente no veamos más pibes y pibas durmiendo en las calles, pidiendo comida, esperando la reparación del personal que imparte justicia?

Tenemos que seguir construyendo y deconstruyendo nociones, visiones, conceptualizaciones, en esa estamos. Ojalá todas las niñeces hoy y cada día, tengan una etapa muy feliz.

(*) Licenciada en Trabajo Social, Profesora de Primaria. Docente del Seminario de DDHH de la FCH, UNPam
nattivw@hotmail.com

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