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Resumen

Del mismo modo que el capitalismo ha requerido de la esclavitud de poblaciones indígenas y afrodescendientes para subsistir –sirviéndose de  una  ideologización racista que justifica la  inferioridad de las sociedades no occidentales–, el patriarcado se sustenta en la opresión y control de las mujeres a través de la heterosexualidad que es justificada en la “naturaleza” de la orientación sexual (Rich, 1985). En este trabajo, reflexionamos sobre los entramados históricos, culturales e ideológicos que han permitido reproducir la violencia no sólo contra las mujeres, sino sobre todo, contra las lesbianas. Damos cuenta también de la necesidad de visibilizar de manera particular estas violencias que atraviesan los cuerpos, la estética y que justifican el castigo social sobre la desviación de la norma.

Por Maricruz García Bárcenas
Universidad Autónoma de Querétaro –México

La heterosexualidad es violenta con las mujeres, pues tiene mecanismos de dominio que se manifiestan en la vigilancia de sus estéticas –para consumo  masculino y colonial–,  en  el  control  de  su  sexualidad  –dirigido  al  trabajo  reproductivo y a la recreación violenta– y a supuestos roles domésticos –que no  son  sino  explotación  física,  emocional  y  económica–,  todo  ello  posible por  la  alienación  heteropatriarcal  que  ha  creado  una  ideología  naturalista que  adjudica  a  un  proceso  biológico  la  heterosexualidad,  producto  de  una  sociedad sexada hombre-mujer, sostén del sistema capitalista.

Ese mismo pensamiento heteropatriarcal[1]  ha intentado delimitar a las lesbianas como objetos pornográficos o como no-mujeres producidas por una especie de gen o neurona exclusivamente homosexual; y aunque el continuo lésbico  es la constante en recuerdos vagos e infantiles de la mayoría de mujeres (Rich 1985), la existencia lesbiana[2]  es fundamentalmente una desobediencia que cuando  es  definida  por  lo  masculino  imposibilita  que  las  mujeres  asumidas  lesbianas desde el nacimiento, reconozcan en sí mismas la fuerza que les ha permitido rechazar un modo de vida obligado y las violencias derivadas de ello.

Dimensionando los castigos contra las mujeres lesbianas se puede entender la violencia que viven todas las mujeres desde que son niñas para orientarlas a una temprana heterosexualidad:  inicia  con  las  tareas  que  se  les  conmina  a  practicar en  beneficio  de  un-otro  y  las  actividades  que  se  les  prohíbe realizar en beneficio de sí; más tarde esta división sexual del trabajo –y  la  recreación—  se  convertirá  en  la  justificación  de  la diferenciación sexual para que la heterosexualidad sea asumida como un hecho biológico y no un fenómeno social, y al mismo tiempo, la lesbiandad como una patología.

Dada la sociedad heteropatriarcal en la que todas las mujeres han sido socializadas,  veremos  patrones  en  la  violencia  –no  siempre  directa–  que  se  ejerce sobre quienes, además, son percibidas como lesbianas: disciplinamientos en forma de amenazas, chantajes o intimidación; sin embargo muchas de las escenas vividas y narradas por mujeres lesbianas no suelen ser consideradas violencia  por  el  pensamiento  heteropatriarcal,  pues  parten  de  un  control  de  la  conciencia que  tanto  las  feministas  materialistas  francófonas,  las  lesbianas  feministas   radicales   anglosajonas y  las lesbofeministas mexicanas han   identificado como uno de los elementos primordiales para someter a las mujeres…

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Ilustración de portada:  Tobías Dirty, Un sueño divino, 2017. Medidas variables. Fotografía por Martín Farnholc Halley

[1]Heteropatriarcado (2002) es el acrónimo de heterosexualidad y patriarcado acuñado por Yan María Yaoyólotl Castro, fundadora del lesbofeminismo. Karina Vergara Sánchez (2015) explica que hace referencia a la relación impuesta entre mujeres y hombres, donde las mujeres son atadas a esas relaciones de subordinación y violencia que se da a través del trabajo reproductivo para el sostenimiento del sistema económico. Luisa Velázquez Herrera (2018) al respecto dice que esta categoría de análisis permite evidenciar el no-natural vínculo entre hombres y mujeres.

[2]Desestimo el uso de la palabra “lesbianismo”, pues como apunta Adrienne Rich en “Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana” (1985), ésta remite a lo patológico y restrictivo pues reduce el amor entre mujeres a una mera práctica sexual; en cambio, uso lesbiandad para nombrar las alianzas políticas, eróticas, sexuales y afectivas horizontales entre mujeres que hacen frente, de forma consciente o inconsciente, al heteropatriarcado y al capitalismo.

Publicado en Revista de Estudios de la Mujer
Vol. 25 Núm. 1 (2021): La Aljaba, Segunda Época

Las violencias de género en la universidad y el Protocolo de intervención de la UNLPam
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