Ilse Fuskova es un documental dirigido por Liliana Furió y Lucas Santa Ana. Recientemente estrenado puede verse en cine Gaumont, Espacios Incaa y también en Cine.ar PLAY. El film es un retrato de la vida de una de las activistas históricas del feminismo y del lesbianismo en Argentina. Ilse ha transitado un camino fundamental para las nuevas luchas por los derechos civiles en el siglo XXI. Nacida en el seno de una familia de clase media, fue azafata, fue periodista, se pronunció feminista en 1978 en plena dictadura militar y en 1986, al regreso del Encuentro Latinoamericano de Mujeres de Bertioga se reconoció como lesbiana. Creó junto a Adriana Carrasco los Cuadernos de existencia lesbiana, órgano fundamental para difundir sus ideas y se convirtió en una figura clave cuando irrumpió en los principales medios de comunicación en los 90 asumiendo su lesbianismo públicamente, difundiendo conceptos y abriendo el debate a toda la sociedad.
Por Emiliano Samar*
para Diario Digital Femenino
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Liliana Furió y Lucas Santa Ana, dos documentalistas con gran conocimiento de la historia de la luchas por los derechos de la comunidad LGBTIQ+, con documentales como Tango Queerido (2016) y El puto inolvidable, la historia de Carlos Jauregui (2016) en su haber, aportan en esta biografía una historia social a través del relato de la vida de una militante que hoy sigue inspirando con su pensamiento y acción a las nuevas generaciones.
Los Cuadernos de Existencia Lesbiana creados por Ilse fueron un exitoso intento en Argentina de visibilizar a las lesbianas, buscando reconocer al “lesbianismo como una identidad sexual politizada, comunicando experiencias sexo-afectivas entre mujeres, generando autoconciencia y propiciando la visibilización. Las autoras de dichos documentos promovían la formulación de un “nosotras en clave lesbo-feminista que se oponía a una alteridad sistémica construida por el “patriarcado” y la “heterosexualidad obligatoria”. Cecilia Malnis en “Cartografía del pensamiento lesbo-feminista” así lo describe.
La periodista feminista Claudia Hinojosa señala que la rígida cultura sexual de otras épocas no sólo hacía inimaginables a las mujeres lesbianas sino que socialmente eran indiscutiblemente invisibles. Después de siglos de silencio y sin memoria escrita al respecto, infiere que las mujeres lesbianas han estado durante la mayor parte de su historia o casadas con hombres o «acompañándose» unas a otras, sin espacios sociales ni opciones económicas para vivir sus relaciones amorosas abiertamente.
El feminismo lésbico como movimiento cultural se caracteriza por su perspectiva crítica: cuestiona la posición de las mujeres y del colectivo LGBTIQ+ en la sociedad.
Si bien el lesbianismo supo tener una relación estrecha con los postulados feministas, han surgido tensiones frente a cuestiones de ciertos sectores del feminismo y del colectivo gay que invisibilizaban la problemática lesbiana al interior de los movimientos.
Se instala el análisis crítico de la heterosexualidad como una institución que configura la subjetividad reproduciendo mandatos de obediencia, valores establecidos, pensamientos y emociones configurados desde presunciones relacionadas a la sexualidad y a los estereotipos de géneros. La homosexualidad femenina transgrede las normas de la heterosexualidad como institución, poniendo en cuestión los roles de género,
Deconstruyendo la jerarquía sexual, la división sexual del trabajo y el desempeño de las tareas de cuidados consideradas en un mundo patriarcal que dispone en su modelo de parejas y papeles masculino y femenino para las relaciones, el hogar y el trabajo. Esta posición frente al sistema de dominación masculina y la sociedad patriarcal enfrenta además mecanismos de poder y asimetrías que devienen en acciones discriminatorias, segregantes, violentas y lesbo-odiantes.
Con el objetivo de desnaturalizar la heterosexualidad, se plantea que la heteronorma y su vinculación el machismo, el patriarcado, el capitalismo y el colonialismo, reproducen la matriz de la desigualdad en materia de derecho y un desconocimiento respecto a las maneras de entender el amor, la multiplicidad identitaria y las relaciones afectivo-sexuales.
Frente a las brechas y ausencias en la historia oficial de las mujeres en general y las lesbianas en particular, frente a las escrituras periféricas de relatos contados en masculino, frente a los preceptos de autores varones, blancos, “europeos”, vinculados al colonialismo y ciertos “imperios”, se vuelve urgente rastrear la historia, abrirla, recorrer sus intersticios para reponer en el mapa lo que escondieron las letras. Los movimientos del feminismo han recorrido muchos años de lucha, han generado escrituras y teoría, se han preguntado y repreguntado: trazaron caminos. Las filosofías y políticas feministas son mucho más que un espacio de reflexión. Han sido vanguardia disruptiva y generaron el trazado concreto de un nuevo modo de mirar y mirarnos. En una sociedad compleja, desigual y fragmentada, el encuentro con las otras y los otros es clave. Los movimientos sociales, las agrupaciones, nos permiten encontrarnos en las diferencias para cruzar fronteras naturalizadas y reconocer tramas con sentido que habiliten las individualidades a la vez que se entiendan en contexto y colectivamente. Continúa siendo necesario construir una cultura social y política en la que el derecho fundamental a ejercer la sexualidad y la afectividad libres de coerción, discriminación y violencia se comprenda en tanto derecho indispensable de la identidad ciudadana y la convivencia democrática. En este sentido, los privilegios de los varones cis siguen evidenciando la desigualdad de género incluso al interior en los movimientos de la diversidad. Ya sea cis o transgénero, ser mujer y lesbiana aún con los cambios legislativos y los avances de transformación cultural, sigue siendo un territorio de lucha por la igualdad, la visibilización, la justicia y la libertad.
En este mundo contemporáneo los avances y las conquistas son el resultado de aquellas corrientes, agrupaciones y movimientos que desde su práctica colectiva y comunitaria dejan ver con claridad que la visibilización de los géneros, las sexualidades, las procedencias y las culturas, juega un rol fundamental en la conformación plural y democrática de la sociedad. Acompañan una contracultura que sigue abriendo caminos para quienes se animen a andarlos, en tránsito, con libertad. Dos documentalistas nos regalan la historia de una mujer que supo poner palabras a escenas silenciadas.
A veces la pantalla es el grito para que los susurros puedan ser oídos.
Y en este caso, Ilse es la voz.
(*) Columnista de Diario Digital Femenino
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