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10 de octubre Día Mundial de la Salud Mental

Espejos empañados
Espejos empañados

Espejos empañados

Por Adriana Pedrolo*
para Diario Digital Femenino

Dicen que todo tiene un costo en esta vida, que vivir gasta y que, aquí o allá, todos pagamos. ¿Cuánto habrá pagado el loco de la esquina? Él, que camina chuequito por el medio del asfalto, peleándose con un enemigo más grande e invisible al que le grita incansablemente:
-¿Pero quién te crees que sos, eh?
Los autos lo esquivan tocándole  bocina. Su cuerpo escuálido peligra. Parece estar acostumbrado y no darle importancia, porque él solo quiere pegarle a ese a quien increpa, pero alguien invisible lo retiene y todo vuelve a comenzar:
-¿Y quién te crees que sos, eh? ¿y quién te crees que sos?
El loco camina apretando fuerte una bolsita de plástico con comida que algún rayo de piedad en esta ciudad de mármol le dio, satisfecho con su alma caritable.
Me gustaría no tener este tono melancólico, pero el confinamiento preventivo
impuesto por la pandemia del Covid 19 no ayuda. Pasa el loquito gritando por la vereda y todo mi sábado de trabajo se cae del séptimo piso y se estrella en el asfalto. Hace mucho que vive por aquí. Debajo de una frazada se ve que se rasca, seguramente la ladilla. Otras veces se masturba y otras ni frazada. A veces acepta el turrón que mi mano le acerca; otras, mira con recelo y escapa.
¿Cómo fue que llegó hasta aquí? ¿Qué le habrán hecho y no hecho? ¿Cómo se pasa de la casa a la calle, de una familia al tránsito ruidoso por única compañía, de la mesa servida a la hora convenida al piso mugriento donde se apoya una bandeja con guiso de las que da el convento a lxs olvidadxs, de una cama abrigada al cartón y al diario, del discernimiento al desvarío?
El loquito va y viene por un pasillo invisible al que no queremos  entrar. Guarda restos de comida en las cajas de electricidad de algunas fachadas y de vez en cuando aparece con una campera gigante y abrigada que al otro día ya no tiene. ¿La habrá perdido? ¿Se la habrán robado? O se la sacará y la olvidará en cualquier parte… ¿Qué han hecho de su alma?
El pasillo invisible por el que transita ¿no forma parte de este mundo? ¿Y si su incongruencia fuera solo el espejo empañado de otra, una primera incongruencia que nadie le explicó? ¿Por qué tanto desorden? ¿Y en qué consistiría el orden? Siempre me intrigaron los caminos insondables de los locos y su terrible ternura.
Meses más tarde de escritas estas líneas salgo a la calle y encuentro a dos vecinas después de un largo período de pandemia. La mayor de ellas escuchó unos gritos y dijo:
-Uh… Tenemos visitas.
Era el loco de vuelta, esta vez descalzo y sin bolsita de comida.
-Ya está pidiendo que le den lo que le gusta -dice la mujer.
-¿Y qué es lo que le gusta? -pregunto yo.
-Que se la den por atrás. -dice la vecina muy segura-. Y agrega:
-El padre lo vendía en el terreno baldío de acá a la vuelta a él y al hermano. A veces había cola de tipos.
No puedo creer lo que estoy escuchando. La otra vecina se sonroja, visiblemente incómoda no dice nada.
-Pero eso es terrible -exclamé yo-.
-No lo digo yo -siguió la primera-  lo dijo una médica. Porque un día llamaron a una ambulancia y la doctora que lo vio lo dijo: “Cuando grita así es que está pidiendo más de eso que le gusta.”
El loco se va yendo y con él caminan como niños alborotados todos sus secretos, secretos de este mundo que el cuerpo y la mente de gente como él, como vos, como ustedes o como yo pagan irremediablemente.
Cuando el cuerpo y la cabeza se llenan de intrusos y solamente queda el alma para intentar un dialogo, el arte quizás pueda hablar con ellos y contarnos algo de los comienzos cuerdos de los que alguna vez todes partimos.
Espejos empañados
Espejos empañados

(*) Escritora, poetiza, comunicadora y cantautora.

Ilustración: Collage de Adriana Pedrolo

 

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