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El 27 de Septiembre se conmemora, defiende y promueve el Derecho al Juego.

Es el  juego uno de los ejes  transversales que atraviesa las  distintas dimensiones del universo de las niñeces. Mediante el juego se construyen lazos afectivos, se adquieren habilidades para toda la vida Además del disfrute que puede ocasionar jugar en familia en compañía en todas las edades.

Por Natalia Voragini Weth*
para Diario Digital Femenino

El derecho al juego se define en el artículo 31 de la Convención sobre los derechos del Niño, Niña y Adolescente, como “Los Estados Partes reconocen el derecho del niño y la niña al descanso y al esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes.

Quizás para algunas personas adultas el juegos puede implicar una pérdida de tiempo,  cuando en realidad sabemos y de sobra, que es nuestra  primera experiencia de socialización, vínculo, aprendizaje,  crecimiento,  autonomía,  posibilidad independencia, desarrollo de todas las áreas de desarrollo (Crecimiento físico, desarrollo cognitivo, desarrollo afectivo y social, desarrollo del lenguaje y desarrollo sensorial y motor).

Es difícil imaginar el contexto de las niñeces sin el juego, pues desde que somos bebés, las interacciones con las personas responsables, están cargadas de un espíritu lúdico que poco a poco se va transformando en la medida en que vamos creciendo y comenzando a emplear el cuerpo de manera más activa hasta que creamos nuestros propios juegos. En este sentido, el juego se convierte en una herramienta importante para que las niñeces establezcan su relación con el mundo de otras personas, con los objetos y con el espacio.

Derecho a jugar como posibilidad de vínculos y aprendizajes
Derecho a jugar como posibilidad de vínculos y aprendizajes

A jugar se enseña y a jugar se aprende, y que jugar favorece el desarrollo de las posibilidades representativas, de la imaginación, de la comunicación y de la comprensión de la realidad.

Las niñeces tienen derecho al juego. El juego es espontáneo, gratuito, creativo, socializador y le permite explorar, indagar e incluso resolver problemas. En la dimensión social,  el juego es considerado reflejo de la cultura y la sociedad, y en él se representan las construcciones y desarrollos de un contexto. Las personas juegan a lo que ven y lo resignifican a partir de sus propias experiencias y por este motivo se planta como una elaboración del mundo y de formación cultural.

En su dimensión física, el juego es un lenguaje natural y es en los momentos lúdicos en los que las niñeces tienen una mayor necesidad de expresar al otro u otra, sus intenciones, emociones y sentimientos. El cuerpo se pone en contacto con otros cuerpos, se provocan nuevas acciones, nuevas formas de jugar, las niñeces están alerta a las reacciones, o los otros cuerpos y preparan su propio cuerpo para dar respuesta.

Desde una dimensión personal, el juego permite expresar la forma de ser, de identificarse, de experimentar y descubrir sus capacidades y sus limitaciones. Se elige cómo armar su propio mundo, destruirlo o reconstruirlo, tal como sucede con el juego de armar y destruir torres de cubos.

El derecho al juego debe ser garantizado a todas las niñeces, entendiendo que es la posibilidad de aprender.

El derecho al juego se debe defender y garantizar, ya que  hay comunidades que conseguirán al juego como una pérdida de tiempo y obligan a  niños, niñas y adolescentes a trabajar de manera informal, cuidado a miembros menores de las familias, realizando labores domésticos o trabajos informales en emprendimientos familiares o empresarias, trabajos ruralizados, condenando en otros casos a ser víctimas de trata, explotación laboral o prostitución.

Es preciso que las personas adultas, madres, padres, cuidadores y agentes educativos no olviden su papel como acompañantes de esta actividad, determinante para el crecimiento, que debe hacer presencia en todos los entornos, el hogar, el entorno educativo, el de la salud y los espacios públicos.

Es el juego el que nos permite sostener el primer vínculo con y en las  primeras etapas de la vida humana. Por eso el derecho del juego en la niñez es tan importante como el de garantizar otros derecho imprescindibles y necesarios para sostener y reproducir vida social y en comunidad, tal como el derecho  a la salud, la  alimentación saludable, el acceso al agua potable,  a la educación, la vivienda, sostenes afectivos, prácticas de cuidados, higiene y de estimulación.

Cada vez que pensamos en el juego se nos viene la imagen de un niño o una niña, ahora bien, ¿por qué  las personas adultas  dejamos de jugar? ¿Qué nos impide jugar? ¿Qué es  lo que no nos permite usar nuestro tiempo para divertirnos? Estar disponibles, sin prejuicios y con tiempos de calidad, son los elementos necesarios para garantizar el derecho a las niñeces a jugar.

(*) Licenciada en Trabajo Social, Profesora de Primaria. Docente del Seminario de DDHH de la FCHUNLPam
nattivw@hotmail.com

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