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Propuestas para la Educación Sexual Integral
en la Escuela Secundaria

Por Mónica Adriana Morales
Mariana de Dios Herrero
María Herminia Di Liscia
(Compiladoras)

Presentación
(descargar en portada)

Sexualidad y empoderamiento
Sexualidad y empoderamiento

El presente libro sistematiza la experiencia acumulada durante tres años de trabajo colectivo en la Acción y Proyecto de extensión universitaria Ciclo de cine: sexualidad y empoderamiento llevados a cabo en el período 2017-2019. Ambas actividades fueron aprobadas y financiadas por la Secretaría de Cultura y Extensión Universitaria de la UNLPam. En el proyecto, intervino un equipo de docentes, graduadas y estudiantes del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Géneros de la Facultad de Ciencias Humanas (UNLPam) y docentes de los colegios de educación secundaria que participaron de las experiencias de extensión.

La actividad, destinada a estudiantes de nivel secundario, combinó la realización de talleres de debate, reflexión y producción a partir de películas y documentales utilizados como disparadores para tratar temas relacionados con los estereotipos de género, la naturalización de la subordinación e inferiorización de las mujeres, la violencia de género, los feminicidios, el acceso al aborto, la sexualidad y la diversidad sexual. El enfoque de trabajo, centrado en el acceso a los derechos y la perspectiva de género, partió de concebir que las relaciones de desigualdad entre sexos/ géneros son construcciones sociales emergentes de un sistema patriarcal que establece relaciones de dominación/sujeción de los cuerpos femeninos o feminizados. Desde esa perspectiva, la propuesta implicó, entre otros objetivos, la resignificación del lenguaje utilizado para designar los temas y los problemas que afectan a las mujeres y otros grupos subalternos y la urgencia de hacer visibles a las mujeres.

Los talleres se realizaron con estudiantes y docentes de todos los colegios involucrados en la propuesta de extensión. Por otra parte, los equipos docentes de Educación Sexual Integral (ESI) de los colegios se integraron a un equipo de coordinación y apoyo a fin de diseñar y enlazar las actividades propuestas en los talleres con las inherentes a los espacios curriculares y las que cada escuela desarrolla en el marco de su proyecto de ESI.

(…)

La propuesta se diseñó con base en un diagnóstico que permitió observar, con beneplácito, que, en los últimos años, existen más instituciones sensibles a las cuestiones de género; no obstante, este dato alentador, otros indicios de la realidad muestran que las acciones emprendidas no son suficientes y que es necesario continuar sostenidamente en la difusión y concientización de las situaciones de desigualdad y violencia de género para generar transformaciones significativas.

Los feminicidios, tanto a nivel nacional como provincial, están a la orden del día, como así también todo tipo de violencia hacia las mujeres y otras minorías sexuales.3 En 2006, con la sanción de la Ley N° 26150, que estableció el derecho del estudiantado a recibir educación sexual integral en todos los niveles educativos del país y creó el Programa de Educación Sexual Integral, se esperaba que las instituciones educativas se apropiaran de la aplicación de tales contenidos. Esta situación no solo no ocurrió, sino que generó y genera resistencias a nivel de la representación política, las instituciones y la docencia de todos los niveles.

La propuesta de extensión, diseñada para contribuir a develar la violencia y la sujeción de los cuerpos, se articuló en torno a dos conceptos centrales: sexualidad y empoderamiento de las personas. El empoderamiento debe ser entendido como la capacidad de crear y aumentar el poder de las mujeres desde su propio reconocimiento como sujetas integrantes de una comunidad y la toma de conciencia sobre los múltiples mecanismos que las subordinan, es decir, de las relaciones patriarcales.

El empoderamiento no es un proceso lineal, sino permanente, que conlleva procesos de acuerdos, negociaciones y cuya dinámica depende de los grupos sociales implicados y los diversos contextos. El empoderamiento requiere reflexionar sobre el impacto diferencial que tienen las decisiones de política pública sobre las mujeres e identidades subalternizadas y creatividad en el diseño de alternativas que desafíen argumentativamente el orden patriarcal.

Que las mujeres se empoderen representa un desafío a las relaciones de poder existentes ya que las conduce a la autonomía, las estimula a resistir los mandatos sociales, las impele a organizarse colectivamente y a movilizarse por la demanda de derechos.

Nos posicionamos, sin dudas, desde la defensa de la autonomía decisional sobre el cuerpo, el respeto a la diversidad sexual y por una educación comprometida con la plena vigencia de los derechos. Comprendemos a la escuela, y a todo ámbito formativo integral, como el lugar donde se deben establecer las condiciones para la formación de una ciudadanía comprometida, crítica y participativa, con el norte puesto en la construcción de una verdadera sociedad inclusiva.

Asimismo, y desde el punto de vista de una educación en derechos humanos para una ciudadanía plena, es necesario enseñar y actuar teniendo presente el ejercicio de la autonomía electiva y la participación sustentada en la responsabilidad social. La educación para la ciudadanía plena también debe considerar a la escuela como la institución que materializa, en condiciones de relativa igualdad, el acceso a las oportunidades (entre otras a conocimientos científicamente validados) y la distribución equitativa de bienes sociales (igualdad, libertad, propiedad, derecho al cuerpo) promoviendo el reconocimiento y la valoración de las diferencias.

Finalmente, y aludiendo a otra de las categorías que integran la denominación de esta propuesta, deseamos referirnos específicamente al concepto de sexualidad. Una concepción integral de sexualidad implica entenderla como una dimensión fundamental de la condición humana, que se practica y se expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos. Tradicionalmente, la sexualidad ha estado vinculada a la genitalidad y a las relaciones sexuales, no obstante —y en consonancia con la Ley de Educación Sexual Integral—, la comprendemos a través de la multiplicidad de manifestaciones de sentimientos, afectos, valores, reflexiones sobre roles y funciones atribuidos a los distintos géneros, entre otras.

El desarrollo de las actividades del Ciclo de cine sexualidad y empoderamiento permitió entrar en contacto dialógico con docentes de escuelas secundarias, adolescentes y jóvenes de realidades sociales diversas y experiencias divergentes en el acceso a la ESI. El intercambio, con los diferentes grupos, resultó significativo porque permitió reconocer que están presentes, a distintos niveles y en las diversas expresiones de género, una serie de comportamientos que legitiman la subordinación de la mujer y que, al estar internalizados como naturales, no es posible identificarlos como tales, es decir, como estructuras de comprensión estereotipadas y sesgadas de la realidad. Esta situación deja entrever que el tratamiento de la problemática desde la ESI no resulta suficiente y que un cambio significativo requiere de espacios y tiempos permanentes para abordar sus diversas dimensiones. Por otra parte, la experiencia permitió fortalecer, actualizar y potenciar el trabajo de los equipos docentes que, en las diferentes instituciones educativas, vienen diseñando y concretando actividades vinculadas con la ESI. Esta es una de las derivaciones significativas de la propuesta en tanto que la reflexión permanente, el trabajo articulado y transversalizado son indispensables para modificar pautas culturales enraizadas. Para el equipo de extensión, transitar la experiencia nos fortaleció y enriqueció con un cúmulo de conocimientos, testimonios y asociaciones profesionales que profundizaron nuestro compromiso con acciones de tal naturaleza.(…)

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María Herminia Di Liscia y
Mónica Adriana Morales

 

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