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Con el objetivo de desandar el camino del género en el mundo del trabajo y su relación con las nuevas tecnologías para una mayor comprensión e intentar generar conciencia sobre los beneficios de su uso e implementación, Diario Digital Femenino consultó a Dafne Sabanes Plou

Dafne es comunicadora social, especialista en temas de comunicación, género y tecnologías.

Por Lenny Cáceres
Imágenes Genderit.org

¿Cómo nos involucramos las mujeres y diversidades con las tecnologías?

-Ya en la década del 90, en el siglo pasado, cuando se celebraron tantas conferencias claves en el ámbito de Naciones Unidas, el movimiento de mujeres y feminista tomó con entusiasmo las oportunidades que comenzaban a brindar las tecnologías de información y comunicación que recién empezaban a tener un uso más masivo. A comienzos de los 90 estas tecnologías todavía tenían un uso limitado a los ámbitos académicos y de algunas grandes organizaciones, entre ellas de la sociedad civil, para intercambios y debates, además de los usos ya conocidos en las esferas científicas, de investigación y militares. Pero fue justamente esta fuerte participación de investigadores/as, docentes y estudiantes universitarios, junto a activistas de las organizaciones de la sociedad civil , la que comenzó a darle al uso del correo electrónico y de las listas de discusión, un carácter político y de debate ciudadano que gestó iniciativas y posibilidades de influir en la toma de decisiones y de formulación de políticas económicas, sociales,  de salud y de derechos humanos, también de desarrollos tecnológicos entre otros.

Las voces y militancia del movimiento de mujeres y de la diversidad llegaron con fuerza a las conferencias de  la ONU en El Cairo, sobre población y desarrollo, en 1994 donde participaron 4 mil personas de todo el mundo, y luego en 1995 a la  Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, en Beijing, con una participación mayor. El activismo en línea de las organizaciones durante ambas conferencias para contactarse con las delegaciones oficiales, apoyar a las representantes propias que estaban en el lugar y organizar cabildeos para influir en las decisiones de los gobiernos durante ambas conferencias fue importante y sobre todo en Beijing, resultaron en herramientas cruciales para lograr resoluciones que verdaderamente reflejaran la necesidad de avanzar en el reconocimiento y el ejercicio de los derechos de las mujeres plasmados en la Plataforma de Acción. En la Sección J de la Plataforma se habla de acceso y uso de tecnologías de información y comunicación, una cuestión totalmente innovadora y de vanguardia en ese momento. Todavía no existía la web y las redes sociales ni estaban en nuestra imaginación, pero una herramienta simple como el correo electrónico y la creación de listas de discusión con  boletines electrónicos de todo tipo, comenzaron a ser herramientas de expresión, de concientización y de creación de conciencia para ir fundamentando los cambios sociales fundamentales para llevar adelante los postulados de El Cairo y Beijing.

Luego llegaría la web y más tarde las redes sociales…

-Con la creación de la web y luego de las redes sociales, que comenzaron a cobrar dinamismo a fines de la primer década de este siglo, el activismo del movimiento de mujeres y de las diversidades cobró otro carácter, más visible, más dinámico y creativo.  Creo que no hace falta mencionar las mil maneras en que estos movimientos se manifiestan a diario en la actualidad, con herramientas de todo tipo, en diversas plataformas, utilizando todo tipo de aplicaciones  y herramientas  multimedia, apropiándose de espacios de maneras irruptivas, también incisivas, con campañas para promover derechos y también denunciar violaciones, censuras y retrocesos en el ejercicio de los mismos. La relación es de constante participación, de apropiación ingeniosa, de inventiva diaria, como también de aprendizaje para salir al cruce de tanto peso patriarcal y de miles de expresiones micromachistas que se ven en las redes a diario. Las posiciones se afirman con el discurso, pero también con las imágenes, los memes, las caricaturas, y se enriquecen con las campañas, como el activismo promovido por un hashtag de protesta, que termina reflejándose en las calles, como ocurrió con #NiUnaMenos, y numerosas iniciativas para reafirmar derechos y continuar avanzando.

Claro que estos avances y presencia activa en el mundo virtual también han disparado violencias y agresiones contra las mujeres y las diversidades utilizando  las tecnologías y los espacios en internet. Los ejemplos sobran, desde la pareja violenta que utiliza las tecnologías para seguir ejerciendo violencia y aumentar el ataque emocional y psicológico hasta los trolls que agreden y amenazan para acallar la libertad de expresión y opinión, la participación en línea, la organización y las manifestaciones públicas. En este aspecto, mucho se ha hecho desde las organizaciones de mujeres y las diversidades para salir al cruce de estas violencias. Son varias las organizaciones en nuestro país que se han ocupado de enseñar a  aprender, a prevenir, resguardar las comunicaciones y dispositivos, denunciar, y trabajar para acceder a la justicia con el fin de erradicar estas violencias de los espacios digitales y hacer responsables a los que las infligen.

Persiste en el mundo y especialmente en el mundo del trabajo esta idea de que “las máquinas son cosas de hombres”, ¿Se perciben cambios en esta mirada?

-Lamentablemente las discriminaciones persisten a pesar del aumento de estudiantes y egresadas de las carreras de ingeniería y de las  licenciaturas  en sistemas y su presencia en los centros de investigación, los organismos del Estado, la docencia en distintos niveles y las empresas. Todavía cuesta que las chicas vean a estas carreras como una elección posible y en esto pesa mucho esa visión estereotipada de que sólo los hombres pueden ser exitosos en ellas. También hay estudios que señalan que un porcentaje importante de mujeres egresadas de estas carreras y que han iniciado su vida laboral en este ámbito terminan cambiando de trabajo e involucrándose en otro tipo de campo de actuación porque perciben que el “techo de cristal” sobre todo dentro de las empresas es imposible de penetrar e incluso la discriminación salarial por igual tarea que sus pares hombres les marca la imposibilidad de lograr sus metas profesionales con dignidad.  Y esto es grave porque si bien hubo etapas en las que se pensaba que las mujeres no estaban para trabajar en  cuestiones de infraestructura, planificación e instalación de redes, incluyendo las inalámbricas, dispositivos,  plaquetas, circuitos,, etc, lo que serían las tecnologías duras en el campo de la computación, no hace falta decir que lo han hecho sin problemas y con solvencia. Lo mismo en el área de diseño y programación de software y aplicaciones, consideradas tecnologías blandas. El año pasado trabajamos con el equipo de NIC.ar y otras organizaciones feministas en un informe sobre brecha de género en el ámbito digital, incluyendo las industrias tecnológicas, en el que quedan claro inequidades y discriminaciones que no hacen más que quitarle incentivos a la inclusión de más mujeres en el campo laboral de las tecnologías. Por ello, es importantísimo que las mujeres técnicas, licenciadas e ingenieras hayan decidido autoconvocarse en estos últimos años y organizarse para fortalecerse mutuamente y dar batalla.  Algunos de estos grupos están identificados con el movimiento feminista y participan de marchas y reclamos en los que  también incluyen los derechos de las diversidades a empleos dignos y sin discriminaciones en su área de acción.

¿Cómo nos paramos ante esta nueva sociedad interconectada, con nuevos  dispositivos y aplicaciones, uso de algoritmos e inteligencia artificial…? ¿Cuál es la principal dificultad para incorporarlas? ¿Y los beneficios?

Ya es bastante común que en las familias, aún las de bajos ingresos, haya varios teléfonos celulares en uso. Quizás las computadoras estén presentes en mayor medida en las familias de clase media, pero el celular, con posibilidades de acceder a internet, a un mínimo de redes sociales incluyendo Whatsapp, y con posibilidades de compartir fotos, videos y pequeños archivos ya es parte del uso diario de la población. Incluso en nuestro país el número de celulares existentes es mayor al número de habitantes, incluyendo a niños pequeños.  Nueve de cada diez habitantes tienen smartphones y esto ha convertido al país en uno de los que tiene más usuarios únicos por celular en el mundo.  O sea que podríamos decir que herramientas y dispositivos no faltan. No obstante, uno de los impedimentos mayores es el acceso, porque no en todo el país hay buenos servicios de telefonía ni de conectividad a internet, y por los altos costos de los paquetes de datos, que dificultan para los sectores de menores ingresos  hacer un uso constante y más exhaustivo de la comunicación en línea. Ahora, lo que se constata en diversos estudios es que la brecha de género se da en el tipo de dispositivo al que acceden las mujeres, sobre todo aquellas que no tienen ingresos propios. Por lo general, muchas mujeres reciben el celular que su pareja o sus hijos mayores descartan porque compraron uno más novedoso, por lo que ellas no cuentan con herramientas versátiles que les permitan acceder a información, a servicios, participar en red de iniciativas o proyectos comunitarios, económicos,  crear sus propios espacios o información, etc. La brecha de acceso se da también por una cuestión económica. Aún las mujeres que trabajan en empleos registrados en nuestro país, ganan en promedio un 30% menos que los hombres por igual tarea y en posiciones similares, según datos del INDEC en 2018. O sea que la posibilidad de adquirir equipos de computación o celulares de última generación, los modelos con mayor memoria y funciones, en buena parte queda fuera del presupuesto de las mujeres. A esto hay que agregar que según el estudio realizado con NIC.ar que mencioné anteriormente, el 9% de las mujeres que tienen acceso a internet no saben como usar la red, o sea que hace falta también capacitación digital, sobre todo para las mujeres mayores de 40 años que no trabajan fuera del hogar y necesitan y quieren estar económica y socialmente activas.

Trabajo, Género y nuevas Tecnologías
Trabajo, Género y nuevas Tecnologías

Considerando el tema del uso de algoritmos e inteligencia artificial, recuerdo algo que  se debatió en una red social hace poco, señalando que el aumento del número de mujeres en el campo de la tecnología no era tan importante como la conciencia de género que ellas tuvieran al crear y desarrollar tecnología. En este momento es fundamental contar con profesionales en tecnología que tengan una visión feminista. En este sentido, es importante seguir a las ciberfeministas que en sus publicaciones están muy atentas al desarrollo de aplicaciones y espacios de participación en los que se puede ver una fuerte tendencia a terminar con la privacidad, controlar a la población y recopilar datos personales que no sabemos qué uso podrán tener en el futuro. “¿Aún consideramos que ‘nuestros’ teléfonos son nuestros? “, se pregunta la autora de un artículo en Sursiendo al discutir si es posible tecnológicamente desarrollar protocolos para controlar la pandemia del COVID 19 que respeten la privacidad. Florencia Goldsman, investigadora social y activista feminista, señala que hay que prestar atención al “tecno-solucionismo patriarcal” que se despliega en la actualidad, y que implica mayor control sobre la vida y los cuerpos de la población. Golsman considera que “las mujeres vivimos un continuum de vigilancia sobre nuestros cuerpos y en épocas de crisis sanitaria el control se exacerba”.

En los últimos tres o cuatro años, empresas como Facebook han decidido convocar a  organizaciones de mujeres en distintas partes del mundo para discutir sobre las maneras de frenar y erradicar la violencia de género en línea. Las conversaciones han sido profundas, y no sin rispideces. La empresa tiene buenas ingenieras y especialistas en sistemas preocupadas con esta cuestión y solidarias también con las mujeres y diversidades que sufren violencia digital, pero no es sencillo encontrar respuestas cuando se trata de poner en funcionamiento mecanismos que detengan los ataques, los acosos y los discursos de odio. No es sólo poner en funcionamiento algoritmos, sino que se trata de trabajar en serio sobre las políticas empresariales, con decisiones de fondo.

También en ese sentido ¿De qué forma se pueden incorporar las tecnologías a la denominada  “economía popular”? Tal vez se utilizan dispositivos,  pero sin el aprovechamiento real de estas nuevas tecnologías.

Seguramente faltan relevamientos, pero en mi experiencia de trabajo he visto a numerosos grupos de mujeres productoras, ya sea de productos de la tierra, de artesanías, de alimentos elaborados, de productos textiles, indumentaria, calzado, etc.,  y decenas de servicios que  brindan  asociaciones  de emprendedoras e iniciativas cooperativas, que han logrado funcionar con el uso de tecnologías aplicadas a su administración, a la producción y venta y a la publicidad utilizando herramientas y espacios digitales. En la economía popular ha sido importante el trabajo en red y el uso estratégico de las tecnologías para organizarse, intercambiar experiencias , aprender sobre logística, las demandas del mercado local, la posibilidad de obtener subsidios y micropréstamos e incidir en las políticas públicas de los gobiernos. Con el uso de las redes sociales ha sido posible capacitar a participantes en emprendimientos comunitarios gracias a los tutoriales que se publican en Youtube y a las charlas que se organizan. Antes del “boom” de herramientas como Zoom, cuyo uso ha tenido auge durante las cuarentenas a las que ha sido obligada la población mundial por la pandemia del COVID-19, la herramienta  Facebook Live, por ejemplo, ha sido utilizada para llegar a personas y grupos en lugares distantes para capacitar, compartir conocimientos, discutir políticas de producción, logística, etc. También Instagram resultó ser un buen espacio donde dar a conocer proyectos, publicitar productos y lograr apoyos tanto privados como de programas del Estado.

Cuando pensamos en las comunidades alejadas, ya sea por cuestiones geográficas, o por falta de conectividad adecuadas, vemos que la instalación de redes inalámbricas comunitarias han dado solución a problemas de comunicación y de organización de proyectos productivos. En muchos ejemplos, encontramos que las mujeres desempeñan un rol crucial en la instalación y el mantenimiento de estas redes como también en la capacitación de la población local en el uso y apropiación de las tecnologías. Es fundamental que cuando hablamos de contar con ingenieras y licenciadas en sistemas con conciencia de género también tengamos en cuenta que la producción económica y de conocimientos no pasa sólo por las empresas sino que hay numerosos ámbitos donde es necesario permear también con perspectiva de género la adopción de  tecnologías adecuadas con el fin de crear nuevos espacios de participación, infraestructuras  y otras herramientas y aplicaciones que respondan a las necesidades concretas de los grupos y comunidades.

Trabajo, Género y nuevas Tecnologías
Trabajo, Género y nuevas Tecnologías

En tiempos del covid-19 y el aislamiento social pertinente quedó al desnudo la poca o nula implementación u organización del trabajo  utilizando tecnologías. Esta cuestión también afectó a organismos nacionales, provinciales y  municipales que no estaban preparados implementar el “home office” o teletrabajo ¿Tomaremos conciencia al respecto?  ¿Se vienen nuevas formas de organización laboral con mayor conciencia en la inclusión de las tecnologías?

Ya son muchos los investigadores y  especialistas que están señalando que el trabajo a distancia llegó para quedarse. Las prolongadas cuarentenas y la sensación de que la población tendrá que seguir manteniendo distancias sociales y cuidados sobre todo en los traslados por transporte público a los lugares de trabajo y dentro de fábricas, oficinas, comercios, restaurantes y lugares que expenden alimentos, incluso en la vía pública, hablan de la necesidad de limitar el uso de espacios cerrados muy concurridos a la hora de trabajar. Durante mucho tiempo escuché a empleadores/as decir que no confiaban en el “home office” ni en las posibilidades de que trabajadores y trabajadoras tuvieran la disciplina de cumplir con tareas o proyectos si desarrollaban su labor desde sus hogares. Durante la cuarentena, muchas personas han demostrado que pueden hacerlo con eficiencia, respondiendo sin problema a las exigencias propias de una empresa, estudio profesional, u oficina del Estado. Incluso la enseñanza formal en todos los niveles ha logrado mantenerse con bastante buen ritmo y han surgido cantidad de cursos y clases sobre distintos temas y de diversa índole que han convocado a decenas de personas en una rutina diaria. ¡Hasta hay quienes se quejan de tantas reuniones por Zoom y de los requerimientos laborales constantes por redes como Whatsapp, que no respetan horarios ni momentos de descanso! La organización laboral seguramente tendrá cambios sustanciales. El “home office” exigirá también nuevas modalidades de  monitoreo y control para verificar que trabajadores y trabajadoras cumplan con sus horarios de trabajo y con las tareas asignadas. Habrá mucho para discutir y consensuar sobre estas nuevas modalidades de trabajo, que es probable que impliquen también que muchos puestos ya no sean necesarios si es que se decide mantener oficinas con una mínima infraestructura, por ejemplo. Seguramente habrá que discutir nuevos convenios laborales y desarrollar herramientas adecuadas de ciberseguridad para el trabajo remoto. También poner en marcha una legislación adecuada para fortalecer el teletrabajo y  desarrollar infraestructura para que toda la población tenga acceso a servicios de conectividad de alto nivel. Sin estos servicios, es imposible pensar que el trabajo remoto resulte eficiente y exitoso tanto para las personas como para la economía del país.

¿Cómo impulsar proyectos que incentiven la participación de las mujeres y diversidades?

Es definitorio continuar incentivando la participación de mujeres y diversidades en las carreras de ciencia y tecnología. Con la pandemia, creo que se ha hecho bien visible el aporte que están haciendo mujeres científicas y técnicas en nuestro país en distintos niveles de investigación, creación de conocimientos, en servicios médicos y de laboratorios, en capacitación de otros/as profesionales, divulgación de medidas de prevención y sanitarias, etc. Mucho se ha hablado de la falta de modelos o lideresas a seguir que hace que muchas jóvenes no terminen de visualizar ni comprender el rol que las mujeres desempeñan en las áreas de la ciencia y  la tecnología. Pero ahora las vemos  trabajar, conocemos sus aportes concretos, escuchamos sus opiniones en mesas de debate, en los medios de comunicación. No deberíamos perder esta oportunidad, incentivando también la conciencia sobre las cuestiones de género en las científicas y las que trabajan en el campo de las tecnologías. Mucho se puede hacer desde el sistema educativo, desde el Estado, y también desde las organizaciones sociales, desde el movimiento  de mujeres y el feminismo. Es crucial que las ciberfeministas continúen indagando y cuestionando, dando a conocer sus ideas y opiniones. También que las fem- hackers sigan creando e irrumpiendo con sus novedosas intervenciones en los espacios de internet y de las redes sociales donde es necesario trabajar por la justicia de género. Es importante que haya expresiones  del feminismo en el mundo del entretenimiento en línea, de las gamers, de las animaciones, de los comics, de los memes. Y para ello es relevante que las mujeres se “suelten” en el uso de las tecnologías, que se apropien de ellas, que no tengan miedo en probar, equivocarse y volver a probar. En este momento de cuarentenas, me sorprende la cantidad de talleres en línea organizados por grupos de ciberactivistas feministas para compartir creaciones, conocimientos técnicos, medidas de seguridad para las comunicaciones y los dispositivos; para prevenir la violencia digital, denunciarla y lograr erradicarla; para cuestionar y rechazar las políticas de recolección de datos personales  que no sean transparentes ni respeten la privacidad de las personas y proponer alternativas,  etc. Las mujeres y las diversidades deben alentar la conversación sobre estos nuevos desarrollos en la comunicación y las tecnologías con nuevos enfoques políticos y sociales.

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