
Informe elaborado por una adolescente que narra hechos reales que ocurren en las escuelas y podrían evitarse si la ESI se aplicara correctamente.
Por: María Inés Alvarado*
Me presento, mi nombre Macarena Zamora, tengo 18 años y acabo de terminar la escuela secundaria en una escuela privada de la Ciudad de Buenos Aires. Más allá del contexto actual que nos llevó a vivir un año diferente, en el cual tuvimos que afrontar una escolaridad rara, me surgió la necesidad de repensar la forma en la que se lleva a cabo la ESI en las escuelas y las problemáticas que estamos afrontando. A lo largo de esos meses de encierro en medio de la pandemia, realicé una pequeña investigación para poder explicar con argumentos válidos, como estudiantes, por qué debemos recibir ESI, empezando porque es nuestro derecho y concluyendo porque creo que es la manera adecuada que poseemos para disminuir y acabar con los acosos y/o abusos que tienen lugar en la sociedad, desde la niñez a la adultez.
Antes de adentrarme más aún en el tema, me gustaría comentar que, ni la virtualidad ni los contenidos de una materia deberían ser excusa para abordar ESI: durante este año, una de las docentes de inglés, llevó a cabo un trabajo práctico que logró despertar el interés del alumnado (basado en la serie “Sex Education”); además, de haber tratado en el aula y en reiteradas ocasiones asuntos relacionados con la alimentación, la sexualidad, etcétera, demostrando que cuando hay interés y compromiso, no existen los obstáculos.
Retomando el principal objetivo de este informe, quiero mencionar que realicé una breve búsqueda en Internet y encontré diversos artículos que demuestran mediante estadísticas la importancia de recibir ESI y cómo la educación sexual, ayudó a una gran mayoría de estudiantes a comprender, analizar y confirmar haber sufrido algún tipo de acoso y/o abuso. De estos textos partí para elaborar el presente informe:
–Argentina: 80% de las denuncias por abuso sexual del 2019 fueron a través de las clases de Educación Sexual Integral: “La importancia de la Educación Sexual Integral en las cuestiones de abuso, violencia y desigualdad de género son claras y notorias si se parte de la base de que la información nos empodera y protege en todos los sentidos de nuestra vida y nos permite advertir sobre la integridad de nuestros cuerpos; en otras palabras, la única manera de hablar de derechos vulnerados es conocer los derechos”.
–“El 80% de los niños, niñas y adolescentes que denunciaron abusos fue después de tener una clase de ESI en la escuela” Esta consecuencia casi directa de la educación sexual integral y el reconocimiento de lo que es un abuso se da en mayores de 9 años, y principalmente entre quienes tienen de 12 a 14 años: «En este grupo se ve claramente que la develación surge a partir de las clases de ESI en la escuela, que allí se dan cuenta que situaciones que han vivido anteriormente, cuando eran más pequeños, pueden resignificarla a partir de los conocimientos adquiridos en la clase de ESI y entender que fue una conducta abusiva».
–“Luego de una clase de ESI, una niña de San Martín denunció que fue violada: se resaltó el rol docente, por ser quienes detectan y contienen casos de abusos o violencia, y realizan denuncias. En este caso, la niña fue atacada desde el 2015, cuando tenía seis años”.
A menudo vemos casos similares a los ejemplos dados, ya sea en las redes sociales, diarios o el noticiero. Sin embargo, no es hasta que escuchamos, leemos o nos enteramos sobre situaciones más cercanas a nuestro entorno donde realmente comprendemos la gravedad del asunto. De hecho, muchas veces las personas tienden a pensar “esto nunca me pasaría a mí” cuando hablamos, por ejemplo, de enfermedades; en ocasiones, cuando se tratan temas como el feminismo y secuestro de mujeres, algunos individuos no son capaces de entender al cien por ciento la situación por lo que se suelen decir frases como “¿y si fuera tu hermana, tu mamá, tu tía o tu amiga?”. Dependerá de cada uno usar o no esta frase (u otras parecidas) para argumentar sus discursos, no obstante me pareció un buen ejemplo y una buena idea utilizar la misma dinámica para demostrar visiblemente las consecuencias que trae la falta de Educación Sexual Integral en las escuelas.
Es a través de dichas frases y ejemplos que se puede desmentir el mito que muchas veces creemos, de que en los espacios donde trabajamos, en nuestro entorno, esas “cosas” no pasan; desafortunadamente esto no es así y ocurre más de lo que nos gustaría. Debido a la falta de enseñanza de ESI, es usual que no seamos capaces de vernos como una víctima de acoso y/o abuso. Como se mencionó anteriormente, muchas veces tras los relatos y explicaciones que se les da a los alumnos en las clases de Educación Sexual Integral, la cantidad de denuncias por abusos sexuales incrementa.
Gracias a las redes sociales y distintas plataformas, y mediante Instagram como mi gran aliado, brinde mi oído a quienes quisieran comunicarse conmigo a partir de la consigna: “Estoy juntando testimonios de personas que sufrieron algún tipo de acoso dentro de su escuela, no importa si ya egresaron o en qué año pasó. La idea es ayudar y evitar que esto siga pasando”. Me parece fundamental destacar que no quiero culpar a las instituciones acerca de los siguientes sucesos, simplemente me interesa demostrar que muchas veces no se logra generar la confianza necesaria entre docentes y estudiantes, debido a la poca información que no nos permite entender ciertos escenarios.
Estos son algunos de los testimonios recogidos:
“Me decían que era parecido a alguien de su camada, y me seguían todo el tiempo; yo en primero, ellos en quinto me perseguían para pedirme una foto. Hasta segundo no salí al recreo. La verdad que puede parecer una boludez pero es que a mi me re jodía que la única opción era quedarme en el aula.”
“Cuando estaba en segundo, me sentí súper incómoda todo el año. Un compañero, X iba conmigo a música, me hacía comentarios tipo “¿Y si te tiro la boca qué pasa?, porque asumía que él me gustaba. Una vez el profesor nos pidió que vayamos a buscar unas cosas a la sala de música, X tenía la llave y cuando yo entré cerró la puerta con llave e intentó tirarse encima mío. Otro día volvió a hacerlo, nos encerró en la misma sala a mi y a una amiga y no nos dejaba salir”.
“Una vez, estando en segundo año, durante un acto escolar, mi amigo estaba sentado atrás mío y me tiraba del pelo o me tocaba el hombro jodiendo. X, que estaba sentado al lado suyo, pensó que sería gracioso tocarme el culo (no era mi amigo y casi nunca hablábamos, ni siquiera era de mi curso). Me sentí muy incómoda y cómo toda mi cara se ponía cada vez más colorada, no sabía qué hacer y me quedé callada. Cuando terminó el acto le conté a mis amigas, les pareció algo malo pero igual no entendíamos la gravedad del asunto; Una de ellas vio mi cara y me preguntó si estaba por llorar, sin poder creerlo y como si no fuera algo “grave”. Me quedó la sensación de su mano en mi cuerpo como por dos horas”.
“Un chico de otro curso, mientras yo estaba en segundo año, me hablaba todo el tiempo por instagram y un día me empezó a seguir por el colegio; me tuve que meter en el baño para que se vaya”.
“Una compañera contó en el aula, durante una clase de segundo año, que la habían intentado secuestrar, el profesor nos dijo que las mujeres éramos paranoicas y que los violadores violan sin importar el género”
“Había un compañero que en 2do año nos hacía comentarios sobre nuestro cuerpo. A mi me decía cosas sobre mis tetas y me incomodaba; tengo entendido que muchas chicas se habían sentido incómodas. También me tocó las tetas en el medio del colegio y una profesora me dijo que no me dejara manosear, que daba una mala imagen de mi”.
“Estábamos en tercer año, en una clase de historia, comenzando a decidir las cosas del viaje a Bariloche y, en línea general, todos los alumnxs teníamos un buen vínculo con el profesor. Por esta misma razón, decidimos preguntarle “¿por qué no venís con nosotros de acompañante a Bariloche?” A lo que él contesta “no puedo”. Nosotros sin entender el porqué, le preguntamos “¿por qué no?” A lo que él respondió: “Si yo voy a Bariloche con ustedes, alguna va a volver embarazada”.
“En segundo año un compañero tenía un grupo de WhatsApp con chicos de varios cursos, en el que se pasaban fotos que le sacaban a las chicas de sus culos cuando estaban distraídas. Una vez un amigo y yo lo vimos, nos acercamos para decirle que no estaba bien lo que hacían pero negó todo. Cuando se divulgó una de las fotos, se descubrió quién la había sacado y la profesora de biología se hizo cargo de la situación (ya que fue el docente al que le explicamos lo que había pasado); Al chico lo sacó del aula y lo retó por separado pero no sé si la situación pasó a mayores o si alguna vez los papás se enteraron de lo ocurrido”.
“En quinto año, teníamos un grupo de WhatsApp con una docente; ella nos mandó un mensaje diciendo que debíamos verificar nuestras fotos fotos de perfil ya que, bajo su criterio, no todas eran apropiadas para grupos de clase y profesores. Considero que es importante aclarar que las personas a las que se refirió con este mensaje (yo era una de ellas), teníamos fotos en malla. Si bien no creo que sea necesario aclarar ya que se trata de un grupo de WhatsApp y no de la plataforma escolar (es decir mi número personal), las fotos eran todas de personas sonriendo a la cámara: los hombres tal vez con el pecho descubierto, y mi foto, por ejemplo, en short y bikini”.
Si bien confío y creo que aquellas personas que se han comunicado conmigo no distorsionaron los hechos sucedidos, me parece fundamental aclarar que no fui testigo de casi ninguno de ellos por lo que podría llegar ocurrir que ciertas situaciones no se hayan desarrollado de la forma relatada. Sin embargo, en caso de ser así, me parece importante pensar por qué estas situaciones narradas fueron vividas como un acoso. Analizándolos, me parece importante destacar ciertos puntos de manera más detallada:
En el primer testimonio nos encontramos con una situación de bullying en manos de compañeros más grandes. Este hecho me deja pensando en por qué no buscó contención en un mayor, o porqué a ningún adulto le llamaba la atención que no quería salir al recreo y prefería quedarse en el aula. Tal vez sintió vergüenza de pedir ayuda, porque no había confianza suficiente o porque creen que deberían ser fuertes frente a ciertas situaciones que “pueden parecer una boludez”, pero si a alguien le afecta, no lo es.
Con el segundo testimonio, pasa algo parecido. Es usual que antes de contar su propia experiencia comiencen su relato expresando que lo vivido tal vez no fuera acoso pero que igual se sintieron mal al respecto. Una joven de segundo año 2017, estudiante que hoy en día tiene 18 años de edad, no fue y aún no es capaz de verse como víctima de acoso; alguien que debería por su edad haber aprendido sobre lo que implica el consentimiento y todo lo que ello conlleva, recién en el año 2020 pudo asociar, y con dificultad, aquel escenario al hostigamiento. Frases como esta indican y demuestran la falta de ESI, lo importante que es recibirla para entender, por ejemplo, lo que el consentimiento abarca y haber tenido herramientas para hacerle frente a dicha situación.
“…También me tocó las tetas en el medio del colegio y una profesora me dijo que no me dejara manosear, que daba una mala imagen de mi” La persona que me contó aquel relato, en un principio se encontraba insegura sobre incluir o no la parte del manoseo ya que no era capaz de acordarse de la situación con claridad; no sabía si había sido parte de un juego en el que claramente no se sintió cómoda con lo sucedido. Sin embargo, en caso de haber sido consecuencia de un juego, considero que alguien tendría que haber intervenido y explicado cuáles son los espacios correctos para realizarlos e insistir en la importancia del consentimiento y privacidad, en vez de decir que daba una mala imagen de ella.
“… Una vez un amigo y yo lo vimos, nos acercamos para decirle que no estaba bien lo que hacían pero negó todo” Me parece de suma importancia destacar de este testimonio que la persona que relató los hechos es un varón. Cuando nos enfrentamos a situaciones como esta debemos evitar generalizar y asumir que todos los estudiantes, todas las personas, son iguales. Si bien muchos de los sucesos ocurridos fueron vividos por mujeres y llevados a cabo por varones, es importante recordar que no todos los alumnos ni todas las alumnas actúan, piensan y reaccionan de igual forma. No solo esto, sino que también me gustaría que nos centremos en la falta de ESI y cómo las chicas que fueron fotografiadas o sabían sobre este hecho naturalizaron las situaciones y no las denunciaron.
Si bien todos los sucesos merecen ser analizados detalladamente, puesto que ninguna de las situaciones experimentadas es agradable, elegí aquellos testimonios que resultan ser un ejemplo claro para el objetivo principal de este informe. Se me hace sumamente difícil relatar sobre los hechos ocurridos, y más aún saber que únicamente diez personas fueron capaces de contar su historia, de enfrentar sus miedos y hablar, algunas de ellas varios años después. Me atrevo a decir con seguridad que hay muchísimos más adolescentes que alguna vez se encontraron en situaciones como las anteriormente comentadas y que no pudieron hablar sobre ello.
Como ya mencioné, mi objetivo principal con este informe es generar conciencia y demostrar la importancia de la ESI; así como también demostrar que, a diferencia de lo que muchos creen, esta no abarca solamente anticoncepción, identidad y género. La Educación Sexual Integral trata cuestiones psicológicas, afectivas, sociales, biológicas y éticas. La adolescencia es una etapa en el desarrollo de las personas que requiere de un tratamiento adecuado sobre ciertos temas para garantizar un crecimiento dentro de un marco de libertad y respeto. Entre los asuntos centrales que abarca la ESI, podemos mencionar las formas de relacionarnos, prevención de las violencias y de enfermedades de transmisión sexual, métodos anticonceptivos, conocimiento de nuestros derechos y por último, pero no por eso menos importante, la expresión de los sentimientos. Recordemos que la mayoría de los episodios relatados, hacen referencia a primer y segundo año; primeros años de la adolescencia donde la vulnerabilidad y el riesgo a situaciones de acoso, puede ser mayor e incluso no saber cómo manejarlo. Cabe destacar, que muchos de ellos contaron la situación tardíamente porque tomaron conciencia de lo vivido con posterioridad o porque en su momento les dio vergüenza; estudiantes egresados de sus instituciones, se refirieron a hechos que vivieron hasta hace 6 años atrás y que aún hoy lo recuerdan, porque evidentemente les produjo algún tipo de huella.
¿Y si fuera tu colegio?Por otro lado, y corriéndome un poco de las situaciones narradas como ejemplos de la necesidad de hablar de ESI en el aula, me gustaría comentar sobre algunos discursos sociales que circulan en Internet y que ayudarán a entender sobre estos temas. El primero refiere a la película “Megan is Missing” estrenada en el año 2011. La cual cuenta la historia de dos amigas de 14 años, y como, tras la desaparición de una de ellas, la otra hace hasta lo imposible para encontrarla y saber todo sobre lo ocurrido. El film, catalogado como terror psicológico, trata temas muy fuertes como los secuestros, abusos y asesinatos. Además de contener imágenes que pueden causar impresión o generar impacto emocional muy fuerte, y aunque no está basada en un caso específico, la película muestra hechos reales, que prevalecen a día de hoy. Personas de mi círculo han hecho comentarios sumamente interesantes sobre la misma, como “no me animo a verla, ya había superado ese miedo y si la veo va a volver” ó “ahora tengo más miedo de salir a la calle”, demostrando que el miedo a ser acosado/a en cualquier ámbito, es parte de la cotidianidad.

Los otros dos discursos elegidos corresponden a series. La primera, de Netflix: “Sex Education” refiere al episodio 7 de la 2da temporada. En este link, https://www.youtube.com/watch?v=aDu_L6v9KTY que dura 1 minuto y 37 segundos, se muestran varias escenas recolectadas de ese capítulo y, cada vez que lo veo, se me ponen los pelos de punta – me atrevo a decir que no soy la única-. “Tenía un rostro muy amable. Lo recuerdo porque me sonrió, y no parecía un asesino psicópata masturbador. Entonces si él puede hacer algo así, cualquiera podría”. El personaje en cuestión dice que recuerda el rostro, las expresiones faciales, y el miedo que estas le generaban luego de un acoso producido en el transporte público por un hombre que aparentaba ser bueno: “…si él puede hacer algo así, cualquiera podría”, es una frase muy fuerte pero real. Son pocas las veces que se habla en los colegios acerca del miedo de las mujeres al salir a la calle, de estar rodeadas de un grupo de varones, etcétera. Este tipo de acosos suceden en espacios cercanos a nosotros; y más de lo que creemos, como vimos en los relatos, también en las escuelas. Una vez más quiero recalcar la importancia de recibir educación sexual, un espacio sistemático de enseñanza-aprendizaje que debe ser parte de la educación continua, y no excepcionalmente; así como también demostrar cómo situaciones como la que vimos en el vídeo podrían evitarse para ayudar a los y las jóvenes a comprenderlas, y a aceptar que aquello que han sufrido, no está bien.
La segunda, llamada “Feel Good”, es del capítulo 6 de la única temporada que tiene, desde el minuto 5:40 hasta el minuto 6:57, y corresponde a una escena que muestra el enojo y malestar de una profesora al escuchar como una de sus alumnas llama “tortillera” (un término despectivo para nombrar a lesbianas) a la otra, y que debido a esto la docente decide irrumpir en la dirección y hablar con sus autoridades. La misma anuncia que enseñará ESI (específicamente temas LGBTQUIA) y que no le importa si se encontraban en desacuerdo con la decisión tomada. Lo que me parece importante y a reflexionar es la respuesta que le da la directora, ya que refleja la realidad de muchísimos profesores y colegios: “Se supone que debes enseñarles sobre temas LGBTQ+… Historia LGBTQ+, derechos humanos… Si no los has enseñado, es un problema”.
La Educación Sexual Integral debe ser enseñada desde el nivel inicial hasta el nivel secundario; no deberían tratarse de clases especiales que se hacen dos veces al año (y que no siempre sucede así) porque un calendario lo marque. Muchas de las cuestiones que se plantearon son abordadas en diferentes series y películas que los adolescentes vemos y que dejan al descubierto las problemáticas que se generan cuando no se trabaja la ESI como un eje vertebrador de la formación de los estudiantes.
Por último, y no por eso menos importante, quiero terminar el informe con dos comentarios que dos personas de distintas edades me han hecho: el primero de ellos fue un adolescente de 14 años quien se comunicó conmigo mediante WhatsApp: “¿Sos la de lo de ESI? (le dije que sí y pregunté que necesitaba). No nada solo decir que me parece muy bien esto, que es una muy buena idea”. El segundo de ellos fue una alumna de quinto año, quien me pidió si podía explicarle qué es la Educación Sexual ya que no se encontraba en tema y no sabía qué cuestiones abarcaba la misma.
Finalizando este informe, me siento llamada a publicarlo para demostrar que lo expuesto en los medios acerca de recibir ESI, no es un “cuento” o algo que sea dicho por ahí, sino una realidad. Mi objetivo es, y siempre fue, explicar la importancia de recibir ESI y como muchos adolescentes de distintas edades sentencian no haber tenido clases sobre esta, que la información circule. Como dije antes, terminé mi último año de secundaria hace ya unos cuantos días, y así como hubiera correspondido recibir ESI durante mi escolaridad, armo este relato para que la situación cambie y que en todo el mundo nadie pueda volver a tener miedo de hablar frente a una situación de acoso o abuso, tanto en su escuela como en cualquier otro ámbitos.
Atentamente,
Zamora,
(*) Docente, comunicadora. Co-directora de La ESI en juego. Columnista de Diario Digital Femenino