
Cuando los hombres son asesinados por mujeres
En una primera entrega abordamos la cuestión de los asesinatos de hombres por mujeres, y nos centramos particularmente en el “Caso Nahir Galarza” y su tratamiento en los medios de comunicación.
Por Andrés Borrello
Recientemente, en la ciudad de General Pico, una situación similar repercutió en los medios de comunicación, y nos obliga, nos presiona al menos, a hacer una lectura con perspectiva de género de lo que ocurrió.
El miércoles 11 de septiembre, en vísperas del feriado por el Día del Maestro, una tradicional pizzería del centro de la ciudad se encontraba abierta al público, en lo que sería una noche de encuentro para muchos educadores y educadoras que salen a “celebrar su día”. La juventud también aprovechaba el feriado escolar para salir a tomar algo. Entre ellos, se encontraba Juan M. (18 años). Por motivos poco claros, aunque ninguno justifica la acción, en horas de la madrugada Yas Brisbane (21) lo atacó por detrás con un vaso de vidrio que le explotó en la cabeza. “El joven, instintivamente atinó a defenderse y en esa acción recibió otros cortes en el rostro, detrás de la oreja y en la mano” señaló el Comisario de la seccional Primera José Giordano.
En medio de la trifulca y la conmoción, Brisbane se dio la fuga, y fue apresada recién al día siguiente, cuando, tras ser identificada, se realizó un allanamiento en su vivienda, donde encontraron también distintas sustancias prohibidas.
Una vez detenida, saltaron a la luz sus antecedentes judiciales. Se conoció que, en abril de 2018, la acusada había sido imputada, con una condena de prisión en suspenso, por “amenazas agravadas por el uso de arma y lesiones leves calificadas por haber sido cometidas contra una persona con la que mantiene o ha mantenido una relación de pajera en concurso real”. (InfoPico, 12/09/2019)
Esas agresiones fueron durante septiembre de 2017, cuando Brisbane, en un primer momento, blandió sobre el cuerpo de su expareja, una cuchilla de cocina, sin producirle ninguna herida, pero a modo de amedrentamiento. Aunque sí, algunos días más tarde, en horas de la noche, le propinó una golpiza que terminó en lesiones de carácter leve, razón por la cual poseía sobre su haber una condena de prisión. Además. según se conoció por los medios, debía cumplir ciertas reglas de conducta, entre las cuales se encontraba la abstención del consumo de estupefacientes y el no abusar de las bebidas alcohólicas, y someterse a un tratamiento psicológico si es que es necesario. (InfoPico, 13/09/2019)
Brisbane, según resuena en la resignación de quienes creen que la justicia no funciona de manera aceitada, habría sido favorecida por ser familiar de una reconocida autoridad judicial de nuestra localidad, aunque no haya pruebas que justifiquen que esto efectivamente sea así. De momento, dejemos los rumores y las conspiraciones de lado.

Finalmente, en la formalización de acusación, y donde los antecedentes de la victimaria pesaron, el juez Ambrogetti resolvió la prisión preventiva por 90 días, en la comisaría Tercera, sector de mujeres. Esto es así debido al pedido del fiscal Guillermo Komarofky. Con una condena del pasado en suspenso, el fiscal sugirió que “le agresora espere la finalización del proceso detenida, ya que existen sobradas pruebas para vincularla a la causa”. El pedido de la defensa de prisión domiciliaria fue desestimado. (PampaDiario, 13/09/2019)
A la espera de la resolución judicial, que seguro terminará en condena efectiva, en gran parte debido a los antecedentes, nuestro objetivo es responder a una cuestión que circuló a medida que se propagaba la noticia: esto que ocurrió ¿es violencia de género?
Entendemos como violencia de género a todo tipo de violencia que sufren las personas pura y exclusivamente por ser mujeres, y donde la finalidad está en disciplinarlas y mantenerlas subordinadas dentro de la sociedad patriarcal.
Debemos reconocer que vivimos en una sociedad patriarcal, donde un sistema cultural, económico, político, social y ético de leyes y pautas de comportamientos construidas durante años por hombres para mantener su lugar de privilegio implica subyugar bajo su mando al género femenino.
Como plantea el médico psiquiatra Enrique Stola “¿Hay hombres que sufren violencia? Si. ¿Hay mujeres violentas? Sí. Y ¿cuál es la novedad? Las mujeres pertenecen al género humano por lo que tienen todos los atributos del ser humano. Lo que ellas no tienen en ninguna parte del mundo es un sistema socio-económico-cultural que privilegie la figura femenina por sobre la masculina. Solo existen sociedades patriarcales”. (DiarioFemenino, 19/12/2016)
La violencia en nuestra sociedad existe. Lamentablemente, está en todas partes. En el tránsito, en las escuelas, en nuestros lugares de trabajo, en los ámbitos deportivos y culturales, etc. En ese sentido, la violencia de género es un tipo puntual dentro de todas ellas. Es un ensañamiento enmascarado de los hombres para disciplinar y controlar a las mujeres y mantenerlas bajo su poder.
Pero lo ocurrido en nuestra ciudad no es violencia de género. Como tampoco lo es el asesinato de Fernando Pastorizzo por Nahir Galarza. Eso es violencia a secas, donde cada caso en concreto tiene una pena tipificada en el código penal. Desconocemos qué argumentos sostendrá la defensa de Brisbane en un futuro juicio, sobre todo porque ella se negó a declarar. Pero su accionar fue claro, y en código penal está estipulada una posible condena.
La aclaración conceptual nos parece importante, sobre todo para hacer un abordaje integral de la situación, y no mezclar cuestiones que rara vez se asemejan. Además, nos parecía importante, puesto que, un poco por desconocimiento, pero otro tanto por absurda ignorancia y necesidad de burlarse del movimiento de mujeres, se busca instalar en la sociedad la idea de “ellos también”, como si el feminismo desconociera esos crímenes.
Como señalamos en el artículo anterior, estos hechos dan rienda suelta a quienes solo tienen como misión el desprestigiar y deslegitimar el accionar del feminismo, su trayectoria de reclamo en pos de ampliar derechos. Pero, por el contrario, cuando hablamos y escribimos de femicidios no es por capricho ni por llamar la atención. Es porque exigimos, como sociedad, políticas públicas que detengan esta matanza indiscriminada de mujeres, motivadas sólo por haber nacido así. Se exige respeto, garantías, derechos, oportunidades… y, sobre todo, poder vivir en paz.