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Toda educación es sexual

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Desfile de Modelos

Toda educación es sexual
Toda educación es sexual

Tanto nuestras aulas, como nuestras familias, y todos nuestros vínculos cotidianos se ven permeados por mensajes en donde las conductas y características de las personas responden a modelos establecidos.

La televisión y las redes como potentes aleccionadores de un “deber ser” idealizado y naturalizado se cuelan en nuestras conversaciones, en nuestros comentarios y en nuestras prácticas sociales. Estos estereotipos reproducen y fortalecen la división desigual que la cultura patriarcal asigna a los diferentes géneros.

Por esta razón, los estereotipos de género han sido incluidos en los diferentes instrumentos jurídicos nacionales e internacionales destinados a erradicar la violencia y las desigualdades entre lo masculino, lo femenino y lo diverso. Definimos estereotipos de género a aquellas opiniones o prejuicios generalizados acerca de atributos o características que hombres y mujeres poseen o deberían poseer o de las funciones sociales diferenciadas que desempeñan o deberían desempeñar.

Definimos estereotipos de género a aquellas opiniones o prejuicios generalizados acerca de atributos o características que hombres y mujeres poseen o deberían poseer o de las funciones sociales diferenciadas que desempeñan o deberían desempeñar.

Pueden ser hostiles (por ejemplo: las mujeres son irracionales) o condescendientes (por ejemplo: las mujeres son protectoras). Pero en cualquier caso, establecen “roles de género” que afectan la manera en que las personas participan del reparto de poder e influyen en las tomas de decisiones a diferentes niveles de la sociedad.

Cosas de hombres

Toda educación es sexual
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Hablar de lo masculino, del ser varón, implica necesariamente partir del concepto de masculinidad hegemónica o predominante, del estereotipo que marca la forma en que deberían ser y comportarse los varones según las expectativas y los mandatos sociales.

Estos mandatos tienen que ver con una histórica construcción social que se ha hecho en torno a lo masculino. Esta construcción está lejos de ser una condición innata o algo que viene inscripto en los genes o en la biología de los varones, y determina características que el varón debería adoptar a la hora de la socialización, y demostrar y reafirmar para acreditar su condición de tal. Algunas de estas características de la masculinidad predominante son:
-Competitivos
-Conquistadores

-Agresivos
-Ganadores
Proveedores

-Sexualmente activos
-Dominantes
-Osados

Sin embargo, no hay una sola manera de ser hombres. La masculinidad puede encontrar diversas formas de expresión que no necesariamente se corresponden con este estereotipo.

Estas masculinidades distintas, no predominantes, han estado siempre presentes. Muchas veces silenciadas, ocultadas, desvalorizadas y hasta rechazadas.

Pero existen, y empiezan a tomar cuerpo y voz a partir de la interpelación que el feminismo hace a los estereotipos de género. También a partir de estos aportes se posibilita la deconstrucción crítica de este modelo patriarcal del ser varón abriendo el abanico de posibilidades y de expresiones.

Quien te quiera bien, no te hará llorar

Toda educación es sexual
Toda educación es sexual

La adolescencia es una etapa clave en el desarrollo de chicas y chicos jóvenes, por eso es tan importante abordar la prevención de la violencia de género a esa edad. Durante la adolescencia, la socialización se intensifica fuera de la familia con otras y otros jóvenes, en grupos, en parejas, en entornos que ya no son solo los cercanos. Ante esto, se vuelve necesario llamar la atención sobre aquellas cuestiones que pueden suponer un peligro si no se hacen visibles para así poder tomar medidas que apelen a la construcción de relaciones positivas, felices, basadas en la igualdad.

Es saludable que los/las jóvenes cuenten con un acompañamiento para detectar en las relaciones de pareja, aquellas conductas que naturalizan dependencias o que valoran microviolencias como «muestras de amor y/o amistad» y que, por el contrario, entrañan riesgos por ser actitudes controladoras y por estar basadas en la desigualdad entre los géneros.

A pesar de las leyes que garantizan la paridad, hay determinados temas que debemos analizar más profundamente, ya que son causa de relaciones de dominación entre los géneros. El ámbito de la violencia hacia las mujeres se configura como uno de los más investigados y trabajados, sin embargo, hemos de ir más allá y analizar las causas que sustentan estas formas de violencia, que inundan la vida cotidiana de mujeres y varones.

No consideramos que las relaciones violentas sean generalizadas en las parejas adolescentes, tampoco pretendemos establecer una teoría rigurosa de las relaciones afectivas, simplemente revisar paradigmas amorosos que tienen que ver con la violencia en las relaciones entre adolescentes.

AMAR en tiempos revueltos

Es evidente el aumento del uso de las redes sociales en la actualidad. Sin embargo estas vías de información, comunicación y entretenimiento no están exentas de los estereotipos patriarcales. La explicación puede deberse, principalmente, a tres factores: quién controla la información, a quién se dirige y quién tiene acceso a ella.

Cabe preguntarnos aquí, si las redes sociales han producido alguna modificación en las relaciones, si ayudan a construir igualdad, si sostienen y/o perpetúan la violencia de género, entre otras dudas.

Sabemos que las redes son “espacios” donde nos ponemos en contacto con nuestros iguales, con nuestros pares. Para los y las jóvenes, las redes son lugares en donde crear identidades fuera del ámbito familiar.

Por otra parte, no caben dudas en relación a la influencia aplastante que dichas redes ejercen en las personas en general, y en los/as jóvenes en particular.

Quienes estudian este fenómeno coinciden en que comportamientos tales como obligar a dar las contraseñas, publicar fotos comprometedoras o humillantes, hacer público algo que es del ámbito privado, entre otras actitudes, son formas de control, de sometimiento y de invasión de las libertades personales y suponen “nuevos” modos de violencia.

Es necesario correrse del intento de valorar como positivos o negativos los innumerables usos de las redes sociales. La valoración negativa impide la prevención de problemáticas relacionadas con su uso. O para decirlo de otra manera: el problema no es el uso de las redes, sino el “mal uso” que supone peligros con los que pueden encontrarse los y las jóvenes.

Orgullosamente diferente

En la actualidad contamos con leyes sancionadas en los últimos años, como la Ley de Matrimonio Igualitario, la de Identidad de Género, entre otras, que otorgan derechos que fueron producto de muchas luchas libradas por los diferentes grupos y colectivos LGTBIQ, luchas con consignas claras que hicieron que el Estado se pusiera al frente, tomara y sancionara dichas leyes. Dichos instrumentos jurídicos, vinieron a reivindicar en derechos, hito que además fue fundante de un nuevo paradigma de igualdad que legitimó al colectivo de la Diversidad Sexual como un nuevo sujeto social y político.

Pero lo cierto es que, si bien existe el derecho legal, aún no hay una puesta en práctica del mismo. La sociedad, todavía aborda el tema de la diversidad sexual como un tabú, probablemente por desconocimiento o por no profundizar en estos temas.

Hablar de diversidad sexual puede causar múltiples sensaciones y reacciones. Lo importante es entender que todas las personas tenemos el derecho de vivir nuestra sexualidad de acuerdo a nuestros deseos y elecciones, sin afectar los derechos de los demás.

Por eso, resulta relevante reconocer y transformar los diferentes ámbitos en los que se manifiesta la discriminación.

 

Unión de Educadores de la provincia de Córdoba – UEPC

 

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