Sex Education
Este 17 de enero se estrenó la segunda temporada de la producción británica de Netflix que aborda de manera amena, con humor pero también con la seriedad que lo requiere las inquietudes, los interrogantes y los miedos del despertar sexual en la adolescencia.
Por Santiago Mayor
@SantiMayor
El 11 de enero de 2019 salió a la luz Sex Education, una serie producida por Netflix. Este viernes 17 se estrenó su esperada segunda temporada. Un repaso de cómo se llegó hasta acá y la expectativa que generan los nuevos episodios.
Al principio esta producción podría parecer una típica comedia de preparatoria (últimos dos años de secundaria). Jóvenes en plena ebullición hormonal con ganas de coger y los “clásicos” grupos de populares, deportistas y, por supuesto, marginados y marginadas.
Sin embargo, con el correr de su primer capítulo ya se puede notar que la trama tiene una vuelta de tuerca.
Por empezar está ambientada en el Reino Unido, lo cual puede parecer menor pero le da un toque distintivo a lo que nos acostumbró el mainstream estadounidense en América Latina. A esto se suman personajes no tan obvios o, en palabras de la protagonista Maeve Wiley (Emma Mackey), “complejos”, sobre todo las mujeres.
Finalmente, algo que se va vislumbrando con el desarrollo de la serie es que existe una mirada desprejuiciada, en muchos aspectos hasta se podría decir feminista en sentido amplio, en relación al abordaje de las problemáticas sexoafectivas, los vínculos y los modelos de familia que se representan. Sin por eso ignorar las contradicciones que existen en una sociedad y un mundo que, comenzado el siglo XXI, está en plena transformación.
Hablar de todo
El protagonista de esta historia es Otis Milburn (Asa Butterfield), un joven de 16 años un poco introvertido y que tiene serios problemas respecto a su propia sexualidad al punto de que es incapaz siquiera de masturbarse.
Hijo de padres divorciados, ambos sexólogos reconocidos, vive con su madre Jean (Gillian Anderson, protagonista de The X-Files y The Fall) que es su contracara: una mujer para la cual lo sexual es parte integral de sus conversaciones, sus pensamientos, sus acciones y hasta la decoración de su propio hogar.
A pesar de sus dificultades y su falta de experiencia personal, por la educación recibida en casa, Otis tiene un conocimiento y una capacidad de comprender distintos aspectos de la sexualidad que lo ponen muy por encima de sus pares.
Sus dos facetas quedan a la vista en la primera clase en la que debe sentarse junto a Maeve, una joven rebelde, antisocial y señalada por todos como una experimentada en lo relacionado al sexo. Mientras ella no tiene ningún problema para poner el preservativo sobre el pene de plástico, él sabe mejor que su compañera donde está el himen y cada una de las partes que componen el aparato genital femenino.
Pero el punto de inflexión se da cuando Otis, en presencia de Maeve, le resuelve un problema sexual al bruto y agresivo Adam (Connor Swindells) que no podía llegar al orgasmo.
Es ella la que entonces ve la oportunidad y propone formar una sociedad en la que su tarea será ocuparse de conseguir clientes y gestionar el dinero, mientras él dará sesiones de terapia sexual a las y los estudiantes.
De ahí en adelante la serie abordará una amplia gama de temáticas sin miedo a hablar de nada. Los capítulos tendrán como ejes la masturbación femenina, el sexo oral, las relaciones entre personas del mismo género, el acoso sexual, el bullying, el consentimiento en los vínculos sexoafectivos y el aborto (en un capítulo simplemente genial qué debería pasarse en las escuelas), entre otros.
Además lo hará sin estereotipos. El propio Adam es señalado como un chico muy bien dotado, sin embargo sus relaciones sexuales son malas por problemas que van más allá del tamaño de su pene. En otro episodio una pareja que se quiere y se lleva bien tiene inconvenientes a la hora del sexo ya que lo hacen con las luces apagadas porque ella no está cómoda con su propio cuerpo. Un gay le tiene fobia a los anos y una lesbiana inexperta no se complementa bien con su pareja.
Desde ese lugar es que se pone de relieve que existen distintos tamaños y formas de cuerpos pero también de penes, vaginas, tetas, bocas. El sexo no es perfecto y mucho menos las primeras veces. Lejos de idealizarlo, Sex Education lo muestra de una forma realista y dejando planteadas las inquietudes que cualquier adolescente puede tener en esa etapa de su vida, abriendo la puerta a las preguntas y las dudas.
Un mundo diverso y contradictorio
A nuestros protagonistas los acompañan otros personajes de distinta índole y relevancia para la trama como Eric (Ncuti Gatwa), el amigo gay de Otis que le gusta draguearse, forma parte de una familia religiosa de inmigrantes de origen africano y sufre la discriminación de sus compañeros; Jackson (Kedar Williams-Stirling) la estrella deportiva de la escuela que está enamorado de Maeve, es buen tipo e hijo de una pareja de lesbianas; Aimee Gibbs (Aimee Lou Wood) una joven adinerada que integra el grupo de gente popular y siempre está de novia pero tiene una amistad secreta con Maeve; Lily Iglehart (Tanya Reynolds) una freak que toca en la banda escolar, le gusta dibujar comics pornográficos y quiere perder la virginidad a toda costa; y Ola (Patricia Allison), negra, andrógina y con mucha actitud para encarar la vida en general.
Pero la historia central es el vínculo entre Otis y Maeve cuya tensión sexual se incrementa capítulo a capítulo siempre manteniendo en expectativa al público. Sus distintas personalidades chocan y se complementan constantemente.
Uno de los diálogos más significativos se da en el episodio 4 en el que ella dice no querer estar de novia y odiar todo lo relacionado al amor romántico. “Ahora en serio ¿qué tiene de malo tener novio?”, pregunta él. “Es alguien más para decepcionarte”, responde Maeve haciendo gala de su cinismo pero también de una marca de época en que la pareja estable y monogámica es una institución en crisis y más aún para las nuevas generaciones.
Sin embargo Sex Education no da un mensaje moralizante ni en un sentido ni en otro. Los personajes, como las personas en la vida real, tienen sus contradicciones y (¡spoiler alert!) la posición de Maeve durará poco tiempo pero, lejos de hallar felicidad en el vínculo de pareja, eso supondrá toda una nueva serie de interrogantes y problemas a desandar.
De esta forma la producción creada por la joven Laurie Nunn, que contó en su primera temporada con ocho capítulos de alrededor de 50 minutos cada uno, trata de manera descontracturada temas actuales y necesarios. Alejada de la visión fatalista y oscura de 13 Reasons Why o la exageración humorística y delirante de Big Mouth, encuentra una forma divertida pero comprometida de hacerlo.
Su éxito garantizó una segunda temporada que, desde este 17 de enero está disponible para ver en su totalidad. Habrá que ver si logran mantener la vara tan alta que se autoimpusieron un año atrás.