La jornada laboral siempre fue tema de agenda. La pandemia global sacó a la superficie lo mejor y lo peor del ámbito laboral y qué lugar ocupamos las, los y les trabajadores en él. La discusión ha comenzado señoras y señores: sindicatos, empresarios y estado deberán sentarse a redefinir conceptos, incluyendo, de una buena vez, los derechos humanos sociales en ellos. ¿Cuántas horas debe trabajar una persona? ¿Cuántos días por semana? ¿Lo evaluamos en relación a la necesidad de producción del empresariado o a las necesidades de descanso y salud de cada empleade? ¿Y cuando cruzamos la cantidad de horas con el género qué pasa?
Por Alejandra Benaglia*
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Hace varios años que se está discutiendo la reducción de la jornada laboral en relación a los beneficios que produce para las personas –y las empresas- trabajar menos horas, un debate que se entrecruza con el concepto de producción y productividad. Empresarios versus trabajadores. Una contienda que no debería existir ya que unes no existen sin otres. Idealismo puro….
Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el tiempo de trabajo adecuado es una parte fundamental del trabajo decente. Representa un elemento clave de las condiciones laborales y tiene un gran impacto en los ingresos, el bienestar y las condiciones de vida de los trabajadores. “La cuestión del tiempo de trabajo se ha convertido en un elemento clave del Programa de Trabajo Decente de la OIT, en el marco más amplio de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y en particular del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS), para promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos.” (OIT, 2017).
El abogado laboralista y ex diputado nacional Héctor Recalde presentó varios proyectos mientras estuvo en el Congreso en los que proponía bajar las horas laborables de 48 a 45 semanales, 5 días de 9 horas. “El derecho del trabajo ni crea ni destruye empleo – asegura. Lo que si puede hacer es regular con mayor razonabilidad el empleo que ya existe y esto se logra operando sobre la jornada de trabajo. Si 6 millones de personas reducen una hora de trabajo se repartirá empleo para 900 mil.”
La discusión pone en el tapete varios temas que requieren un abordaje multidisciplinario. La necesidad de pleno empleo, la corresponsabilidad en las tareas de cuidados, la disminución del ausentismo y los accidentes de trabajo, el bienestar personal que mejora la producción, la disminución de la desocupación de mujeres y diversidades, el disfrute del tiempo libre y la erradicación de la violencia laboral son algunas de las causas y efectos que analizan quienes apoyan y quienes detractan la baja en la carga horaria.
En la Argentina existen en la actualidad dos proyectos de ley que proponen la reducción de la jornada laboral, ambos presentados por diputades nacionales del Frente de Todos y de pertenencia sindical, lo cual no es casualidad. Uno es del diputado y secretario de la CTA, Hugo Yasky, en 2020. Se trata de un proyecto de ley para reducir la jornada laboral de 48 horas a 40 semanales. “El objetivo de esta iniciativa es reducir la carga de horas semanales para que más trabajadores que están en la informalidad, que superan el 30 por ciento, sean contratados y pasen a la esfera formal”, detalló Yasky a los medios.
El otro es el presentado por Claudia Ormaechea, diputada y Secretaria de Derechos Humanos, Género e Igualdad de La Bancaria e integrante de Mujeres Sindicalistas de la Corriente Federal. «El proyecto tiene la intención de reflejar (…) una disminución del límite semanal que no supere las 36 horas por semana y su proporcional correspondiente a la jornada nocturna e insalubre. Como también su adecuación al trabajo de menores, a las condiciones para percibir el salario, la retribución en el periodo de vacaciones y el resto de los complementos que la ley abarca».
Por supuesto en ambos proyectos se mantiene el salario sin reducción ni flexibilización laboral alguna.
Qué pasa en el resto de los países
Según un artículo publicado en Chequeado.com, en términos generales es en América Latina, parte de África y el sur de Asia donde están las jornadas legales laborales más largas, de acuerdo con un estudio de la OIT, mientras que los países que tienen menos horas trabajadas en promedio son Holanda, Australia, Noruega y Dinamarca, con jornadas semanales menores a 34 horas. Los países con jornadas efectivas más extensas son Mongolia, Pakistán y México, con casi 50 horas trabajadas por semana en promedio.
La reducción de la jornada laboral tuvo su experimento exitoso en Islandia donde desde el 2015 al 2019, los y las trabajadoras percibieron el mismo salario por trabajar menos horas. Derribando mitos, los investigadores del laboratorio británico Autonomy y de la Asociación Islandesa por una Democracia Sostenible (ALDA) aseguraron que la productividad se mantuvo o mejoró en la mayor parte de los lugares de trabajo.
Sin embargo, hace 20 años en Francia, la “Ley Aubry”, llamada así por la ministra de empleo Martine Aubry, que llevo la jornada laboral a 35 horas semanales fue un rotundo fracaso. La historia habla de “la reforma que no fue” debido a la famosa letra chica que incluía, en paralelo, una disminución de las cargas sociales y la posibilidad de que las empresas determinaran los ritmos de trabajo. Pero lo más grave, y que terminó dando por tierra con la reforma, fue la autorización para que las empresas en crisis pudieran solicitar la suspensión de la reducción de la jornada laboral.
Una de cal y una de arena. Hoy, acorde a los tiempos que corren, otros países se encuentran evaluando proyectos similares al de Islandia: Japón, España, Nueva Zelanda y, más cerca, Chile y Colombia.
Ahora hablemos de género
Uno de los aspectos positivos de trabajar menos horas es la posibilidad de redistribución de las tareas domésticas y de cuidados. Si todos y todas trabajamos menos horas podemos repartirnos la limpieza, las compras, la cocina, las tareas escolares y los cuidados de adultos mayores entre otras tantas cosas que suceden dentro del hogar. En la actualidad los hombres trabajan un promedio de 49 horas semanales y las mujeres entre 36 a 39 horas afuera de su casa y una cantidad mayor adentro, sólo para tirar unos números. También se amplía la posibilidad de empleo para las mujeres y diversidades. Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) durante el primer trimestre del 2021 la tasa de desempleo cayó a 10,2%, frente al 10,4% registrado en el mismo lapso del año anterior. Entre las mujeres, la tasa de desocupación fue de 12,3% mientras que en los varones, dicha tasa se ubicó en 8,5%. Al analizar las poblaciones específicas por sexo y edad, se observó que entre las mujeres de 14 a 29 años esta tasa fue de 39,0%, mientras que la tasa de varones en este mismo rango de edad fue 53,7%.
La ministra de trabajo de la provincia de Buenos Aires, Mara Ruiz Malec, remarcó que “la discusión (sobre la reducción de la jornada laboral) tiene muchísima cuestión patriarcal. La sobreocupación es preeminentemente masculina y quienes trabajan menos de 35 horas son en su mayoría mujeres”, sostuvo. “La cuestión necesariamente está atravesada por la discusión del trabajo no remunerado. Porque las horas extras que hace el compañero en la fábrica son horas extras que la compañera hace en el hogar. El cuidado realmente insume muchas horas, entonces la discusión debe estar atravesada por la jornada de trabajo remunerada y la no remunerada. Esto va a traer una mejor distribución”, afirmó la funcionaria en el marco de la charla Empleo y reducción de la jornada laboral: Crisis y políticas laborales, organizada por la Fundación Germán Abdala.
Para las Mujeres Sindicalistas de la Corriente Federal de Trabajadores todo lo que tenga que ver con doble y triple jornada laboral y corresponsabilidad en los cuidados es objeto de investigación; es por eso que se encuentran en plena producción de lo que será su cuarto cuadernillo basado en la reducción de las horas laborables. “Con la irrupción de la pandemia – explica Liliana González, Secretaria Gremial de SECASFPI (Trabajadorxs de Anses) e integrante de Mujeres Sindicalistas- se pusieron en crisis los paradigmas tradicionales en relación a la jornada. Los avances tecnológicos y los avances en el mundo del trabajo obligan a repensar el uso del tiempo en las relaciones laborales. En algunos de los países más desarrollados, trabajar menos horas aumentó el nivel en la productividad y disminuyó el ausentismo y los accidentes de trabajo. A las mujeres nos permite compatibilizar las horas de trabajo con las tareas de cuidado y con el tiempo libre de ocio y recreación. ”
En el 2015 SECASFPI llevó adelante la primera investigación en América Latina acerca de los riesgos psicosociales en el trabajo, con la participación de especialistas, académicos y trabajadores y trabajadoras de ANSES. Esta investigación arrojó como resultado que la disminución de horas de trabajo mejoraría el rendimiento y la productividad, y bajaría el estrés laboral y el ausentismo. “Podemos decir – afirma González- que fue un puntapié inicial, ya que los datos arrojados mostraron un resultado beneficioso para el conjunto de las trabajadoras y trabajadores. Desde ya que estamos trabajando todos los gremios en esta investigación para una puesta en común y a través de esto se verán luego los resultados que creemos que serán para beneficio de las compañeras y los compañeros.”
La pregunta del millón en este entrecruzamiento entre el género y la jornada, es si sólo bajando las horas de trabajo se garantiza la corresponsabilidad hogareña, el aumento de oportunidades y el crecimiento laboral para las mujeres y diversidades. En lo personal considero que si los proyectos no vienen acompañados de un cambio cultural estructural seguiremos sosteniendo la feminización de la cotidianeidad y la desocupación, y la masculinización del empleo. Necesitamos capacitaciones responsables en el ámbito sindical que acompañen y fomenten la equidad laboral en las empresas, y transmitan a sus trabajadores que trabajar menos horas tiene beneficios personales pero que también incluye tácitamente el hacerse cargo de las responsabilidades que hasta hoy son parte de las patriarcales obligaciones de las mujeres.
Como corolario va un enorme homenaje a las 129 mujeres que, el 8 de marzo de 1908, murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, reclamando, con una huelga, por una reducción de la jornada laboral a 10 horas, igual salario que los hombres y mejoras en las condiciones de trabajo. Cualquier similitud con la actualidad, no es pura coincidencia.
(*) Periodista feminista. Delegada sindical. Columnista de Diario Digital Femenino
Mujeres Sindicalistas
alebenaglia@hotmail.com