
Las medidas que deben tomarse para prevenir las violencias deben ser claras y concretas, y no está sucediendo. No ha sucedido en años, a pesar del creciente número y la infinidad de formas en las que se ejercen. No alcanza con decir “Si sufrís violencia de género…” o “Acá estamos…el teléfono es tal”. Ajá, ¿y?
Por Lenny Cáceres*
Todavía no entendemos cómo funciona, cómo se expresa y la naturalización histórica que viene desde que nacemos, sobre todo las mujeres. Hay una realidad palpable de esto. Cuando vamos al territorio y hablamos con las mujeres, en muchos casos, no reconocen que eso que están viviendo es una forma de violencia. Y esto no es por ignorancia o por desconocimiento de la legislación. Se debe a esta naturalización que mencionamos arriba.
Solo saben que las daña, incomoda y limita. También es complejo que se animen a hablarlo porque en ello involucran a la familia, los mandatos, las normas impuestas por esas mismas familias y la culpa que el violento sabe inculcar muy bien en la cabeza de la persona a quien violenta, entre otros temores. Pero saben que las daña… identificarlas sería un gran paso.
Y las medidas o campañas de prevención, que reclamamos hace unos 35 años, no solo son para las personas en situación de violencia, son para toda la sociedad que, aún hoy, ante un hecho concreto, sigue mirando para otro lado o poniendo el foco en la persona que la atraviesa. Buscando algo que le pueda servir para culparla: la ropa, las costumbres, los consumos, los horarios, las amistades, la forma de hablar, la actividad que realiza, sus hobbies, su cuerpo, piercing, tattoos y así infinitamente. El punto es poner la mirada en cualquier cosa que no sea reconocer las violencias, porque es cierto, duele y, en ocasiones, reconocer la violencia ejercida sobre las otras nos pone en espejo y es necesario ver las que nos atraviesan y ejercemos. ¿Queremos hacernos cargo de eso?
Entonces, sí, necesitamos campañas masivas de prevención, para que toda la sociedad entienda la gravedad del flagelo, pueda comprender, conceptualizar, y saber que no solo es necesario un discurso común, sino también acciones colectivas.

Campaña de prevención
Hace ya un tiempo (17 de diciembre de 2023), presenté una propuesta de trabajo a las áreas correspondientes, con predisposición para el armado del proyecto y contenidos. Era más amplio, por supuesto; concretamente, propuse esta argumentación que transcribo textual:
Este aspecto, el más importante a tener en cuenta tiene su razón de ser y urgencia en que la mayoría de las medidas existentes son para cuando las violencias ya atravesaron el cuerpo de las mujeres, niñas, niños y adolescentes: números donde pedir ayuda, denuncia, dispositivo dual, botón antipánico, restricción de acercamiento, detención del agresor, titularidad de la vivienda, etc.
La propuesta es realizar campañas masivas de comunicación en: spots radiales, videos televisivos, reels, tiktok, flyers y folletos/banners. El contenido no debe ser recordando dónde denunciar o “si sufrís violencia pedí ayuda” (que también es válido para los casos que ya tenemos). La propuesta apunta a que no sucedan, elaborar campañas hablando claro, poniendo en palabras las formas concretas de trato que significan violencia y de tan naturalizadas ni siquiera suelen registrarse como tal o generalmente las justifican. Varones que realizan esas acciones y tampoco registran que son violencias.
Si bien es cierto que hay campañas en videos y flyers, muy buenas, el alcance es limitado y generalmente apunta a redes digitales. A lo largo y ancho del país, tenemos zonas donde apenas llegan las radios y la conectividad es escasa o nula. Cuando recorremos esas zonas, notamos que no sólo desconocen que eso que viven es violencia o están en situación de riesgo, no conocen tampoco la legislación que garantiza sus derechos, en especial lo atinente a violencia laboral.
Estas campañas deben estar realizadas de acuerdo a la realidad de la provincia, con sus términos y recursos, y pueden ser difundidas a través del área de medios de comunicación, dentro del importe pago por pauta, con el fin de que no signifiquen un aumento del gasto para el Estado provincial y sea esa una de las razones por las que se desestime.
Hace pocos meses, lo volví a presentar. No hubo respuesta y tampoco acciones. Son muchas las áreas de los Estados que podrían articular corresponsablemente y para las que el argumento de lo limitado de los recursos no las exime de la responsabilidad y obligación de generar las acciones o políticas públicas necesarias. Solo hace falta saber, tener creatividad y armar estrategias de comunicación con lo que se tiene; el costo económico es mínimo. El beneficio político sería enorme, pero las temáticas de género no están en el radar de los políticos, parece que alcanza con armar un área, cual compartimiento estanco, y ahí están, diciendo y no haciendo. A estos políticos (los que toman las decisiones), nadie les ha contado los altísimos costos económicos y sociales que están pagando por la inacción.

El Estado no debe ir al territorio, debe estar en el territorio y más en temáticas de abordaje y asistencia real en situaciones que atraviesan mujeres, niñas, niños y adolescentes. Ya no funciona esto de hablarle a la gente, hay que hablar de las personas, sus necesidades concretas en cuanto a vínculos y situaciones y, básicamente, habilitar la palabra para concretar la escucha de la que tanto se habla.
¿O vamos a seguir como siempre, como si nadie, como si nada?
(*) Periodista feminista abolicionista, directora/editora de Diario Digital Femenino https://diariofemenino.com.ar/Titular de la web de Asesoramiento y Capacitación https://lennycaceres.com.ar/ Autora del libro La transversalidad del género: espacios y disputas.(Ed. Sudestada).
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