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Cada 28 de mayo se evoca el Día Internacional de la Higiene Menstrual; fecha que representa un símbolo de lucha y empoderamiento femenino y que puede abrir la puerta de la ESI para hablar de menstruación en las aulas. ¿Por qué es necesario hablar de este tema con niñeces y adolescencias? Porque aún hay muchos mitos relacionados con el período menstrual, porque las instituciones educativas deben ayudar a normalizar este tema, y porque debe ser abordado desde una mirada integral, y no sólo biológica, sino también económica y de la salud.

Por María Inés Alvarado*
para Diario Digital Femenino

Durante muchos años, las empresas que producen y comercializan tampones y toallas “de higiene femenina” desarrollaron campañas educativas como parte de sus estrategias de márketing. A través de diferentes herramientas comunicativas, subsanaron las necesidades informativas de la población adolescente, llevando a los colegios videos, folletos o cuadernillos para satisfacer lo que el sistema educativo y las familias no ofrecían. La menstruación se presentaba como un acontecimiento natural que les sucedía a las mujeres como parte del crecimiento biológico y antesala a la maternidad, pero que debía ser ocultado para no generar vergüenza. Estas charlas se les daban solo a las mujeres, dejando fuera de la información a varones porque era un tema de señoritas. Con la paulatina incorporación de la ESI, con todos sus lineamientos curriculares en torno a la promoción de derechos humanos, la posibilidad de hablar de menstruación en las aulas se va visibilizando de a poco. Si bien las empresas de protección femenina continúan brindando charlas informativas, enfocadas en los aspectos biológicos del ciclo menstrual y en las formas más eficientes de contener el sangrado, el objetivo está puesto en promocionar una marca, y no en desarrollar lineamientos curriculares ESI.

Por un abordaje integral de la menstruación
Por un abordaje integral de la menstruación

Uno de los temas más importantes para trabajar en las aulas, sobre todo en la primaria, antes de iniciar la pubertad, es la menarca. ¿Por qué? Porque en el último estudio de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) en mujeres adolescentes sanas, realizado en 2021 y publicado en bacap, la mayoría de las niñas llegan a su primera menstruación sin la información necesaria. Por eso es importante anticiparse a ese momento, que puedan conocer su cuerpo, que sepan que les va a suceder, en qué consiste la menstruación, como se produce el ciclo menstrual y que el día de la primera menstruación no las tome de sorpresa. Llegar a la pubertad con la información precisa y detallada, sumado a la posibilidad de hablar libremente de ese proceso, genera seguridad.

Otra de las formas de abordaje es desterrar los mitos que a lo largo de la historia se han desarrollado en torno a este tema. Investigar si en algunas familias, aún hay quienes creen que lavarse la cabeza, teñirse el cabello o hacer actividad física “en esos días” son acciones que cortan la menstruación, impidiendo que se viva el período con normalidad. Sacar del closet la menstruación es también dejar de mencionarla como algo negativo: se indispuso, por ejemplo, o el clásico, está así porque le vino. En materias de ciencias sociales se pueden analizar costumbres y creencias populares en torno a la menstruación: en Japón, por ejemplo, las mujeres pueden ser chefs, pero no preparar sushi, porque la regla afecta el sentido del gusto; o en Afganistán, las niñas y mujeres tienen infecciones vaginales con frecuencia porque creen que bañarse mientras menstrúan “produce esterilidad”; o en Nepal, mujeres y niñas deben salir de la aldea y vivir en un refugio improvisado durante su ciclo. Ayudar a entender que ninguna de estas creencias es científica y solo generan estigmatización y exclusión social es generar conciencia.

Salir de la mirada biologicista y poner el foco de la atención en lo verdaderamente importante: la educación por el cuidado del cuerpo. Cada cuerpo es único y diferente, ninguno se comporta de la misma manera. El Eje Cuidar el cuerpo y la salud aporta información interesante para llevar a las aulas y promover acciones para trabajar el concepto de identidad corporal. Si bien la medicina ha propuesto una explicación acerca de que los ciclos menstruales tienen una duración media de 28 días, y en los manuales de biología se plantea el mismo como “ciclo regular”, no se  trabaja la diversidad. No todas las personas menstrúan cinco días ni tienen ciclos “regulares” y eso provoca desinformación. Es preciso salir de la mirada normalizadora de los 28 días y explicar que cada cual debe conocer su ciclo menstrual de manera personal y no desde la estadística de la “normalidad”.

Aclarar también que una persona menstrúa aproximadamente unos cinco mil días a lo largo de su vida fértil y que conocer su proceso personal ayudará a prevenir embarazos, y detectar irregularidades o enfermedades, como la endometriosis, por ejemplo.

Por un abordaje integral de la menstruación
Por un abordaje integral de la menstruación

Por otro lado, visibilizar que, si bien el ciclo menstrual es biológico y forma parte de la reproducción, es importante generar el debate acerca de la posibilidad de elegir o no maternar, porque el único objetivo de las mujeres no es ser madre. Y hablando de diversidad, también es hora de que las escuelas comiencen a hablar de cuerpos menstruantes y no solo de mujeres. En la actualidad, la menstruación y muchas otras palabras relacionadas con lo femenino han dejado de ser terreno exclusivo de las mujeres. Explicar y poner en palabras que hay varones trans que menstrúan y mujeres trans que no lo hacen, por eso el ciclo menstrual debe explicarse desde una mirada diversa.

Por último, no hay que olvidar hablar también de la llamada pobreza menstrual. Los gastos que la menstruación acarrea son una muestra más de la desigualdad de género. En Argentina, los productos de gestión menstrual no son cubiertos por las obras sociales ni reciben subvenciones por parte del Estado. El trabajo que realizan desde la web de Ecofeminita, para reclamar la quita del IVA a los productos de gestión menstrual y la provisión gratuita de los mismos en espacios comunitarios, es un planteo que puede trabajarse en materias como Economía o Administración. Para muchas familias, sobre todo monomaternales, sin acceso a servicios básicos dignos, comprar productos de protección menstrual, es un lujo. Y, la falta de ellos, provoca inasistencias laborales y escolares.

Sin duda, la ESI tiene mucho por habilitar en estos temas. Da el poder de acceder a información científica, proporciona acciones para vivir una vida plena y saludable, empodera y ayuda a ejercer derechos.

(*) Docente, comunicadora. Co-directora de La ESI en juego.
Columnista de Diario Digital Femenino– De ESI Sí Se Habla

 

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