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Análisis de la heteronormatividad en la vida de las personas y las instituciones
Prólogo
Romper el molde

Políticas públicas y diversidad sexual
Políticas públicas y diversidad sexual

¿Qué tiene que ver la diversidad sexual con las políticas sociales? Esto nos preguntaban algunas personas cuando abrimos, en conjunto con la Universidad de la República, la línea de investigación que ahora se plasma en esta primera publicación. Detrás de la pregunta planeaba la idea de que la lucha por la igualdad en relación a la diversidad sexual se limitaba a una serie de derechos civiles.
Nuestra respuesta: la igualdad también es cuestión de reducir –hasta eliminar– las brechas en relación a los derechos sociales. La Reforma Social como marco conceptual de las políticas sociales de este gobierno introdujo este elemento con fuerza en 2011. Claro que combatimos las desigualdades económicas. Pero también nos proponemos hacerlo con otras desigualdades que refuerzan, a través de hechos de discriminación más o menos explícitos, las situaciones de exclusión social.
Del Plan de Equidad en adelante, en 2008, las brechas de género, generaciones y etnia-raza están, con mayor o menos intensidad, en el diseño de políticas sociales. También, y con mayor fuerza en este tiempo, las brechas en relación a las personas con discapacidad y a aquellas que viven en el interior del interior y ven reducido su acceso a servicios sociales básicos.
Pero vamos más allá. Hay brechas de acceso enormes en relación a las personas trans: la identidad de género condiciona terriblemente el acceso a la educación, el empleo y la salud. De allí nuestro empeño en abrir puertas y ventanas entre ellas y el sistema de protección social.
Más solapada es la exclusión cuando se trata de la orientación sexual. Allí nos damos con el muro de una sociedad –y de un diseño de políticas públicas– heterosexista. Esto es, aquél que piensa nuestra convivencia en términos de personas y familias heterosexuales e invisibiliza a gays y lesbianas y sus familias. Una forma sutil pero no menos tremenda de discriminación hacia todas y todos aquellos que no entran en aquel molde.
Trabajamos para romper ese molde. Trabajamos por un sistema de protección social para todas y todos. Sucedió cuando abrimos las categorías hombre/mujer de los registros administrativos del MIDES que ahora también hablan de hombres trans y mujeres trans. Sucedió cuando abrimos el acceso a la Tarjeta Uruguay Social a todas las personas trans sin restricción. Sucedió cuando abrimos espacios de sensibilización y capacitación para cientos de funcionarias y funcionarios pú- blicos en relación a la diversidad sexual. Rompimos el molde.
Ahora el conjunto de leyes que consagran la igualdad empujan este cambio más allá de la voluntad política. Tenemos el deber de hacerlo. La ley 19.075, de matrimonio igualitario, junto con las leyes de cambio de nombre y sexo registral y de sanción de todo acto de discriminación por orientación sexual e identidad de género, nos obligan a pensar y actuar más allá.
Avanzar a una sociedad respetuosa e inclusiva de la diversidad –que la celebre y no la sancione– implica repensar nuestras políticas públicas –y, en ellas, nuestras políticas sociales– para dar la bienvenida a todas las personas y a todas las familias. Consolidar el cambio exige acumular conocimiento crítico sobre cómo interactúan las personas y familias de la diversidad sexual con los servicios públicos y en qué medida éstos son hostiles o responden a la diversidad.
Para la construcción de una democracia inclusiva –en su sentido más profundo– es que trabajamos. Y eso, supone la realización de todos los derechos humanos para todas las personas. Y eso, exige persistencia. La persistencia que requiere romper el molde.

Andrés Scagliola
Director Asesoría Macro en Políticas Sociales

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