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Myanmar y el golpe, que no solo vulnera su precaria democracia

La frágil transición democrática se vio interrumpida por un golpe de Estado. Los golpistas dejan bajo arresto al presidente Win Myint y a la premio Nobel de la Paz y líder de facto Aung San Suu Kyi

Por: Daniel Héctor Saban*

En 1991, “La Dama”, cómo se la apodó a Suu Kyi, había recibido el Premio Nobel de la Paz, por conformar “un ejemplo extraordinario del poder de los que no lo tienen” . Se convirtió en un símbolo internacional de resistencia pacífica frente a la opresión.

Mya Thwe Thwe Khaing, de 20 años, es la primera víctima mortal por las protestas contra el golpe de Estado del pasado 1 de febrero. La represión a las protestas que se llevan a cabo a favor de la democracia en las principales ciudades de Myanmar, se ha cobrado su primera muerte, a consecuencia de un disparo de bala en la cabeza, durante una manifestación en la capital, reprimida y dispersada por las Fuerzas Armadas el 9 de febrero.

El hermano de Mya Khaing ha confirmado que la fallecida había votado por primera vez en noviembre a la NLD, mientras su hermana Mya Tha Toe Nwe, según Reuters, afirmaba que “quería animar a todos los ciudadanos a sumarse a las protestas para deshacernos de este Gobierno”.

De un puente en la ciudad de Yangon, cuelga una foto de la víctima, junto a un mensaje que reza,”unámonos para oponernos al dictador que asesina a la gente”. Es en esta ciudad donde se están viviendo las protestas más multitudinarias.

Myanmar y el golpe, que no solo vulnera su precaria democracia
Myanmar y el golpe, que no solo vulnera su precaria democracia

El golpe del 1 de febrero

Myanmar, antes Birmania, está ubicada en el medio de India, China. Tailandia y Bangladesh.

Su pueblo, quiere que los líderes del mundo, las Naciones Unidas y los medios internacionales los ayuden para que el país pueda desarrollarse a la par de las naciones vecinas.

El primer día tras el golpe de Estado en Birmania, el verde oliva militar, volvió a llenar las páginas de la prensa local. Al reinar en las calles una aparente calma, permite a las cúpulas militares apuntalar su control con el nombramiento de nuevos cargos a los fines de verificar el orden institucional.

Mientras eso ocurría, la Nobel de la Paz fue arrestada al violar una ley de importacion y exportación, por la cual quedara detenida al menos por 15 dias. Por ese delito la líder Aung San Suu Kyi, se debería enfrentar a una pena de hasta tres años de cárcel.

La junta militar birmana, en lugar de calmar los ánimos, cómo parece que pretende, lograr el efecto contrario. Han producido el hecho de sacar a la calle, en las principales ciudades birmanas a miles de personas, conformando las protestas de mayor magnitud de los últimos tiempos.

El portavoz de la Liga Nacional para la Democracia, el Facebook Kyi Toe, imploraba: “Marchemos en masa. Mostremos nuestra unión contra el golpe de Estado, que ha destrozado el futuro de la juventud de nuestro país”. Al mismo tiempo, la  Nobel de la Paz, es imputada por la policía por un nuevo delito, al infringir supuestamente las normativas contra el COVID-19, durante la campaña electoral. Anteriormente ya había sido acusada de vulnerar la ley, por lo cual se encontraba detenida.

Desde la pagoda de Sule, Aye Myat, actriz y modelo birmana, en Yangon, la ciudad más grande del país sostiene que: “solo hay un objetivo para nosotros, ¡Democracia! Debemos luchar por nuestra generación y las que vienen”, y hace una apuesta mucho más vehemente al sostener que “lucharemos hasta el final para terminar con la dictadura militar”.

Las tácticas del ejército, para frenar las manifestaciones no han dado los resultados esperados, y la intención de tomar las calles permanece intacta en las agrupaciones juveniles convocadas por las redes, que han logrado incluso sumar a funcionarios que se oponen al golpe y  mantienen paralizados algunos servicios fundamentales.

Los manifestantes convierten en cómplice a China en el derrocamiento del gobierno de Suu Kyi, y se hallan abocados en iniciar campañas en las redes para boicotear productos de ese país. Acusan a Pekín, de asesorar a los militares en planes de ciberseguridad para instalar una gran muralla digital con el fin de censurar el contenido de las redes.

La presencia de uniformados rodeando al Parlamento en la capital Naypyidaw, es a causa de que las tropas están custodiando el complejo donde residen los diputados. Uno de los mismos relató a France Press que en su interior  permanecieron unos 400 legisladores vigilados por la policía. Tienen permitido tener contacto entre ellos pero no salir del recinto. “Se ha convertido en un centro de detención al aire libre”, comentó el mismo congresista.

A medida que van pasando los días cada vez se va haciendo más atronador el ruido de sartenes y cacerolas golpeadas al unísono, de bocinas de vehículos y de gargantas que “vivan madre Suu”. En un ambiente de tensa calma, comienzan a detectarse señales de protesta, contra las autoridades militares, lo que podría constituir una campaña de desobediencia civil. Las nuevas autoridades militares han efectuado advertencias a la población contra la divulgación de “rumores” que puedan incitar a disturbios.

Se detectaron señales de protesta, según se mostraban en videos distribuidos por redes sociales y según afirmaron testigos presenciales, en la ciudad de Yangon, la más importante del país. Con los tanques merodeando cerca del parlamento en la ciudad capital de Naypyidaw, persiste la incertidumbre de cómo evolucionará una situación que ha hecho añicos una década de frágil transición democrática.

El general Min Aung Hlain, ha defendido la actuación de las fuerzas armadas, ante el supuesto fraude electoral del 8 de noviembre y ha sostenido la necesidad de enderezar el país .Se debe tener en cuenta que la Liga Nacional para la Democracia había ganado 346 escaños por solo 33 del partido de los militares.

Tras el golpe militar encabezado por el general Min Aung Hlaing, jefe de Estado Mayor, el mismo se hizo cargo del poder  pareciendo tomar a casi todos por sorpresa. Pocas horas antes de la inauguración de la nueva legislatura en el Parlamento, quedaron detenidos los líderes del Gobierno civil, la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi de 75 años y la jefa de facto del ejecutivo y “madre Suu” a quien se encomiendan los birmanos; el presidente Win Myint de 69 años y los diputados del partido. Once nuevos ministros, aliados al ejército han sido nombrados tras la destitución de los 24 miembros del gobierno civil.

En 2015, la Nobel de la Paz había arrasado en las primeras elecciones parcialmente libres del siglo en el país. Durante el lapso de tiempo que San Suu Kyi estuvo al frente de hecho del gobierno democrático había decepcionado al mundo libre al defender la represión llevada a cabo por las fuerzas militares contra la minoría robinia, incluso manteniendo su posición ante el Tribunal de Justicia de la ONU en La Haya.

Los tanques rodeaban el Parlamento y se proclamaba el estado de emergencia. Pero el Premio Nobel de la Paz se ha convertido en la bandera de la manifestación, en el foco mismo de la revuelta. El gobierno golpista ha justificado la actuación de las Fuerzas Armadas, ante la denuncia llevada a cabo por un supuesto fraude electoral en los comicios del 8 de noviembre.

El martes posterior al levantamiento, los bancos volvieron a funcionar, y los comercios, y las oficinas abrieron  sus puertas, tras una jornada sin actividad financiera por caídas en los servicios de internet. La gente dejó de aprovisionarse de alimentos en forma compulsiva y se recuperaron casi por completo las telecomunicaciones. Los diputados confinados en un complejo residencial han empezado a recuperar sus libertades, según lo comunicado por parte del portavoz de la Liga Nacional para la Democracia.

“Aunque la situación es tranquila en la actualidad, es muy posible que la gente salga a las calles en los próximos días, lo que aumenta el peligro a que se produzca una violenta represión contra los manifestantes”, se advirtió desde el laboratorio de Ideas International Crisis Group.

Durante la década en que la Premio Nobel estuvo al frente del gobierno, la ciudadanía  había florecido con pujanza, conformando una sociedad , que utilizaba y empleaba con soltura las redes sociales para estar en contacto con el mundo, acogiendo con entusiasmo derechos cómo lo conforman la libertad de expresión, que encuentra en la prensa un camino desde el cual poder comunicarse. Mientras Asia crecía al ritmo de los dígitos, Myanmar desaprovechaba el impulso que sus vecinos le daban a sus economías.

Myanmar es un complejo país de 54 millones de habitantes, 135 etnias, guerrillas activas de cuatro grupos étnicos .El ejército ha prometido llamar a elecciones en un breve lapso de tiempo, para entregar el poder al ganador de las mismas, pero lo cierto que muchas son las veces en que las juntas militares se eternizan en el mando una vez que arriban al mismo.  Birmania es un país empobrecido por muchas décadas de mandato militar, con divisiones étnicas y con muchas regiones dominadas por grupos guerrilleros.

Las fuerzas armadas han comprendido que les va a ser muy difícil ganar elecciones, lo cual pone en peligro sus numerosos privilegios y negocios que no están dispuestos a compartir. El movimiento activista Yangon Youth Network, uno de los más activos en el país auspicio en Twitter una campaña a la desobediencia civil. Los médicos llamaban a adherirse a esta medida en los hospitales estatales. “La gente que votó a la NLD está preocupada por los cortes en las comunicaciones. Temen que tras los arrestos de los líderes y los activistas pro democracia, la ola de detenciones pueda continuar”, denunciaba en rueda de prensa la activista birmana exiliada Khin Ohmar, y sentenciaba que “quieren demostrar quien está de verdad al cargo”.

La espectacular caída del partido militar, según muestran los  últimos escrutinios les advirtió de que las garantías que les concede la Constitución de 2008, redactada por ellos mismos, si bien les asigna el control del 25% de los escaños en el parlamento así cómo tres ministerios de los más influyentes, no eran suficientes para preservar los privilegios y la riqueza acumulada durante décadas de dictadura militar.

No está claro que se le vaya a permitir participar en las próximas elecciones a la propia Aung San Suu Kyi, quien con un gran desprestigio en el exterior a causa de su respaldo a la represión militar efectuada contra la minoría rohingya, mantiene una inmensa popularidad dentro de Birmania.

El ejército está compuesto por más de medio millón de efectivos, siendo por lo tanto Birmania un estado militarizado, que en 1988 y 2007 reprimió a sangre y fuego las revueltas democráticas. Más de 3000 personas murieron en la primera represión y 30 en la posterior. En ambas hubo miles de detenidos.

La Nobel de la Paz lleva dos semanas detenida

 En 1988 volvió a Myanmar, y le pidieron que hablara en el Shwedagon Pagoda, un templo budista con 2500 años de historia, que está coronado por una cúpula de oro que se puede ver desde todo Yangon. Medio millón de personas descubrió allí a la líder de su revolución democrática.

Suu Kyi arrasó en las elecciones de 1990, pero los militares tal como ocurre en estos momentos, no reconocieron el resultado y encarcelaron a todos los opositores. Un año después recibió el Nobel de la Paz, pero su negativa a ser extraditada la obligó a permanecer por 15 años con prisión domiciliaria.

Los vehículos blindados volvieron a aparecer en las calles de Rangún, que es la capital económica del país, y en otras cómo Myitkyina y Sittwe, según imágenes retransmitidas por medios locales. En  la madrugada del lunes, posterior al golpe, la embajada  de Estados Unidos advirtió sobre una interrupción de las telecomunicaciones, que ha dejado al país fuera de línea casi por completo.

El ejército y la policía habían cortado el acceso a las calles del centro de Rangún, Mandalay y Naypyidaw. El sábado las autoridades también interrumpieron el acceso a Internet para dificultar las movilizaciones, medida que no ha surtido efecto sobre una población muy descontenta.

En las concentraciones se exige la liberación de la líder democrática Aung Sann Suu Kyi y la conformación del Parlamento de acuerdo a las elecciones ya efectuadas en noviembre de 2020.

Los manifestantes saludan con tres dedos en alto, cómo en la saga Los juegos del hambre, y llevan cómo estandarte el color rojo de la Liga por la Democracia. En un inicio, las marchas se muestran pacíficas haciendo retumbar  las bocinas de los autobuses al pasar por los lugares donde acontecen, en muestra de solidaridad y apoyo. En las concentraciones se visibilizan las clases medias urbanas y también muchos obreros.

El general Min Aung Hlaing aún no se mostró en los medios, y sigue con su política de no enseñar la cara. La radio y la televisión, y el diario New Light Myanmar, difunden propaganda militar y los negocios que se hallan controlados por las fuerzas militares, incluyendo entre los mismos, al narcotráfico.

El grupo Asociación de Asistencia para los Prisioneros Políticos, ha denunciado que al menos 384 personas han sido arrestadas  desde que comenzó la asonada contra el gobierno civil, muchas acontecidas en redadas nocturnas.

Los rohingyas

 Constituyen una etnia musulmán sin derecho a la ciudadanía, que han sido barridos y desplazados en una cantidad cercana a los 700.000 personas hacía Bangladesh. Para Myanmar son bengalis, para Bangladesh son birmanos. Los rohingyas son apátridas

Mientras esto ocurre, los generales manipulan y combinan con un socialismo nacionalista, aislando al país y condenándolo a la pobreza. La jerarquía militar, mientras tanto, juega al golf, su deporte favorito, consulta a los astrólogos y endurece la represión.

 El golpe de Estado en Myanmar lleva al límite la desesperada situación de los rohingyas, quienes enfrentan con temor y preocupación el regreso de los militares al poder. Noor Ahmed, el hombre que ha pasado el mayor tiempo de su vida cómo refugiado rohingya en el vecino país de Bangladesh, se muestra preocupado y triste por la vuelta de los militares al gobierno tras el golpe de Estado. “Nunca lograremos justicia por parte del gobierno de Myanmar. Nunca conseguiremos solución a nuestros problemas; no hay paz, no hay seguridad, no hay libertad, denuncia Ahmed., quien se muestra angustiado por la instauración en el poder del comandante en jefe del Tatmadaw, Min Aung Hlaing, el hombre al que la ONU calificó como un genocida de esa minoría musulmana.

Los rohingya, son considerados cómo inmigrantes a pesar de que hace muchos siglos que viven en Myanmar en una zona llamada Rajine. En ella aún viven 600.000 que tienen el temor que el arresto de Aung San Suu Kyi, va a empeorar aún más su situación. “Tras el golpe, en Rajine se cortaron casi todas las comunicaciones. Los que viven allí están aterrorizados por lo que les va a ocurrir”, advirtió la activista Wai Wai Nu.

Los rohingya, a pesar de toda la situación quieren que la Premio Nobel sea respuesta en el poder. “Si lo hace algún día ayudará a los rohingya, el Ejército nunca ha sido bueno con nosotros”. Ante tal compleja disyuntiva, los rohingya muestran desesperación y hastío, con cientos de miles viviendo mal en Bangladesh en precarias tiendas de bambú y cubiertas con plásticos

Nunca parece haber buenas noticias para los rohingya, esa minoría musulmana, declarada errante en 1982, y encerrada en guetos controlados a partir de 2012, sin derecho al trabajo ni a la educación, y siendo víctimas de una campaña de limpieza étnica en 2017 por parte de los militares birmanos, que está siendo investigada en los tribunales internacionales.

Lo único que parece tener hoy a su favor es el nuevo descrédito de los uniformados que se suma al de la represaliada Aung San Suu Kyi.

The Lady

“The Lady”, había sido educada en Oxford y había tenido un marido británico que murió como consecuencia de un cáncer en 1999. Había ganado el Nobel en 1991 y siempre se negó a abandonar su país. Había quedado detenida en 1990, tras su triunfo en unas elecciones históricas. A consecuencia de su inmensa popularidad sufrió periodos intermitentes de arrestos domiciliarios hasta 2010 donde los militares se proclamaron ganadores dejándola en libertad. Se optó por tolerar al líder civil con el fin de darle un tinte democrático al esquema político para destrabar la economía.

Había nacido en Rangún, la ciudad más grande de Myanmar en 1945. Desde la apertura democrática, ha jugado un papel preponderante en la escena política de la nación asiática.

Su padre fue quien fundó el ejército moderno en Myanmar y desempeñó una campaña activa en la independencia de Birmania de Gran Bretaña, siendo asesinado en un atentado. Su madre Kii Kyi fue nombrada embajadora en la India por lo cual Suu Kyi, pasó gran parte de su juventud en ese país. Estudió en Oxford y se casó con un académico reconocido por sus investigaciones sobre cultura tibetana e himalaya. Suu Kyi vivió en Japón y Bután, y luego regresó a Inglaterra para criar a sus hijos.

Al regresar a Myanmar se convirtió en líder del movimiento democrático y miles de personas salieron a la calle para exigir una reforma liberal. Suu Kyi llevó a cabo una campaña pacífica muy similar a la que había realizado en la India Mahatma Gandhi y con los mismos principios utilizados  en los EE.UU, por Martin Luther King.

En 1988, la líder pacifista pedía una reforma democrática y elecciones independientes, celebrando reuniones a diario y recorriendo miles de kilómetros para unir todas las ciudades de su país. El ejército reprime las protestas y envía a Suu Kyi a arresto domiciliario. Después de seis años fue liberada pero esta situación duró muy poco. La administración de la Junta Militar, la volvió a poner bajo arresto domiciliario en septiembre de 2000, por violar sus restricciones de viaje.

Durante los años de arresto domiciliario no pudo ver a su esposo enfermo de cáncer ni a sus dos hijos. Cuando terminó su encierro en septiembre de 2010, recién en ese momento se reencontró con uno de sus descendientes.

Suu Kyi, conocida como la Dama de Myanmar, continuó siendo la favorita de la mayoría budista en el país durante sus años  de arresto domiciliario y posterior liberación.

La líder política se ha convertido en un símbolo de la resistencia pacífica a la represión. Con su lucha permanente, logró revertir medio siglo de Gobierno militar en la población asiática. Recibió el premio Nobel a la paz en 1991 y recién lo pudo aceptar al finalizar con su reclusión domiciliaria.

A pesar de los logros democráticos obtenidos, la influencia del Ejército en Myanmar le marca el terreno de acción a Suu Kyi, ya que la misma Constitución le limita la capacidad de gestión al gobierno elegido democráticamente. Este ordenamiento jurídico le otorga a los militares la opción de veto.

Es así como la Premio Nobel ha sido criticada por su silencio respecto  al trato discriminatorio recibido por la etnia rohingya, de mayoría musulmana  que ha sido víctima de un exterminio por parte del ejército. Los mismos activistas que alguna vez la ensalzaron, la acusan ahora de no hacer nada para detener las violaciones, los asesinatos, y el genocidio posible contra esa minoría étnica. “No soy una Madre Teresa” le dice a la BBC la dirigente Aung San Suu Kyi, tras las acusaciones recibidas .

La líder, anuncia que tiene conocimiento de las atrocidades que se están cometiendo pero se niega a denunciarlas en voz alta. Suu Kyi, pasó detenida la mayor parte del tiempo que va desde 1989 a 2010, pero fueron muy meritorios todos los esfuerzos realizados para llevar la democracia a un país gobernado por militares.

Durante su detención en una villa ruinosa, San Suu Kyi mantuvo horarios estrictos.  Escuchaba las noticias radiales de la BBC, practicaba el piano, meditaba en estilo budista. Pero la Nobel, no pudo disfrutar de la crianza de sus hijos y tampoco pudo estar presente en el entierro de su esposo británico que falleció a consecuencia de una enfermedad.

Cómo Aung San Suu Kyi, pertenece a una mayoría étnica bamar, sus críticos la acusan de racismo y falta de voluntad para luchar por los derechos humanos de todas las personas en Birmania.

Hace una década, con una colección de premios internacionales bajo el brazo cuando fue puesta en libertad luego de pasar varios años de arresto domiciliario, le prometió al mundo que lucharía para que los presos políticos de Birmania, fuesen liberados y que pondría fin a la lucha étnica que han obligado a mantener las fronteras de su país en guerra durante siete décadas .En 1991, ganó el Premio Nobel de la Paz “por su lucha no violenta por la democracia y los derechos humanos”.

Pero, ninguna de sus dos promesas pudo ser cumplida y se ha convertido en una apologista de los generales que la pusieron presa, minimizando la campaña asesina contra la minoría musulmana robinia.

Aung San Suu Kyi, ha derrochado toda la autoridad moral, que había obtenido con su Premio Nobel, lo cierto es que su popularidad ha persistido en Myanmar, contribuyendo a que el partido político del que forma parte, la Liga Nacional para la Democracia obtuviera una victoria aplastante en las últimas elecciones, lo que la lleva a  compartir el poder de la Nación con las fuerzas militares a las que había combatido, siendo las mismas quienes han gobernado Birmania durante los últimos 50 años.

Aung San Suu Kyi, se enfrenta a tres años de cárcel tras el golpe de Estado en Myanmar, por la importación sin licencia de aparatos electrónicos. La premio Nobel de la Paz ha sido acusada de violar la ley de importación y exportación, permaneciendo arrestada desde el golpe de Estado, el 1 de febrero. La Dama cómo se la conoce se dice que había ingresado en forma ilegal en el país equipos de rastreo adquiridos en el extranjero.

Aún en el día de hoy las fuerzas armadas mantienen un control  político en las sombras, reteniendo un 25% de los escaños en el parlamento, y tres de los ministerios más poderosos cómo lo son el de Interior, Defensa y Fronteras. Mantienen las fuerzas militares el derecho a veto a enmiendas legislativas e impide a Aung San Suu Kyi a acceder a la presidencia del país al prohibir el cargo a quienes tengan hijos extranjeros .La Dama tiene dos con el fallecido académico Michael Aris.

Biden afirmó “que Estados Unidos defenderá la democracia allí donde sea atacada”, resaltando que se habían levantado las sanciones a Birmania debido a los avances hacia la democracia. El respaldo de Washington al liberalismo birmano responde al interés por sacar al país asiático de la esfera de Pekín. La capacidad de presión de EE.UU es limitada hoy, porque las empresas estadounidenses son actores modestos en la economía birmana. Las mismas se han mantenido alejadas de los sectores de las materias primas y recursos naturales en los que el estamento militar se encuentra muy involucrado.

 

(*) Columnista de Diario Digital Femenino

Diario Digital Femenino

 

 

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