Maurice es una película británica basada en la novela homónima escrita por E. M. Forster. El filme dirigido por James Ivory fue protagonizado por James Wilby como Maurice, Hugh Grant como Clive y Rupert Graves como Alec. La historia se sitúa en la Inglaterra victoriana a finales del siglo XIX. Maurice Hall es un joven que entabla amistad con su compañero de estudios Clive. Se siente atraído por su amigo, pero paulatinamente queda claro que Clive no se atreverá fácilmente a la experiencia dado que está fuertemente ligado a la visión de la sociedad de lo que está bien y mal. Maurice además conocerá a Alec por quién también sentirá atracción. Nuestro protagonista busca asesoramiento psiquiátrico para esto que le pasa, enamorarse y desear a otros hombres, y acude incluso a una cita con un hipnotista para intentar «curarse».
Por Emiliano Samar*
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En el principio fue pecado, luego enfermedad y también delito. A lo largo de la historia la diversidad, siempre presente, fue clasificada y estigmatizada de acuerdo a parámetros sectarios, a dogmas religiosos y a prejuicios de época. En su libro, el periodista Osvaldo Bazán, recupera ese recorrido acerca de las personas negadas por la historia oficial. El autor se refiere a la década del ´80 y titula: “El furor sanitario: Los parásitos de la escoria social, los fronterizos del delito, los comensales del vicio y de la deshonra”. Y retoma luego, citando a un escritor de la época: “sentimientos anormales, espíritus que sobrellevan la fatalidad de herencias enfermizas o sufren la carcoma inexorable de las miserias ambientes”. Es que antes de arribar a este presente vanguardista y de referencia internacional en términos de libertades y ampliación de derechos, nuestro país supo recorrer opresiones, desigualdades y discriminaciones donde el colectivo de la diversidad debió levantar banderas y voces, dejando en muchos casos la vida en esa lucha.
La película que inspira esta reflexión se estrenó en 1987. En esos años la homosexualidad figuraba aún en el listado de patologías de la Organización Mundial de la Salud. Este año la OMS ha publicado la nueva edición de su manual de enfermedades que saca también la transexualidad del capítulo de trastornos. Sí, recién este año. Se trata de un avance en el camino de la despatologización de la transexualidad. Esta edición entrará en vigor en 2022 para sustituir a la vigente desde 1990, año en que la homosexualidad salió de la lista. El activismo por la despatologización es una lucha emancipatoria, aunque los términos mismos de esa emancipación estén también en disputa. Mauro Cabral, Director de GATE (Incidencia trans, de la diversidad genérica e intersex en acción) señaló oportunamente que la clasificación ya tiene –y va a tener– códigos no patologizantes que permiten el acceso a servicios capaces de brindar asesoramiento y acompañamiento, si fueran necesarios, sin la necesidad de diagnóstico alguno, códigos generales que permiten su cobertura.
Pese a las leyes vigentes en Argentina y los años que lleva la implementación de la ESI, subsisten miradas que patologizan al colectivo LGBTIQ+ en ciertos sectores e instituciones, en particular aquellos que disfrazan, en desactualizadas lecturas religiosas, sus prejuicios sobre los hechos con los que avanza la historia. Victoria Auzmendi, en una entrevista que le realiza Página12, describe los “mecanismos de sujeción psicológicos y económicos” al relatar su experiencia reciente en un espacio del catolicismo tradicionalista en la Argentina. La autonomía de determinadas agrupaciones, asociaciones e instituciones alejadas de la mirada de quienes deberían bregar por una ciudadanía consciente y protegida, da lugar a acciones sectarias y de hostigamiento que, detrás de ciertos postulados y creencias, avalan e incentivan la reclusión, la culpa y la auto flagelación. Estos sectores encuentran nuevos modos de segregación y dominación. En su descripción la entrevistada cita definiciones de la institución donde vivió durante cinco años y los impactos que produjeron en ella como mujer y lesbiana: “las mujeres tienen más capacidad de sentir dolor, y eso es un “privilegio”, y describe que no le permitían tener amigas “muy cercanas” porque era visto como peligroso.
Estas consideraciones sobre las libertades y la diversidad identitaria persisten en este presente contemporáneo y en este país que supo recorrer un largo camino para acceder a las libertades y a los derechos que hoy lo caracterizan. Las infancias y adolescencias que crecen en ámbitos fuertemente dogmáticos o conservadores cuentan aún con grandes dificultades para reconocerse y visibilizarse en su disidencia. En este sentido la ESI es la normativa que garantiza desde la presencia del Estado y a través de la Educación una situación igualitaria para las niñeces.
Diferente es la situación en otros lugares del mundo. Mientras que en ciento veintitrés naciones mantener relaciones sexuales con personas del mismo sexo no está castigado, en setenta países pertenecer al colectivo LGBTIQ+ es ilegal. Esto sin considerar aquellos territorios donde surgen impedimentos o los derechos civiles se ven sesgados. Hablamos de países donde no son casos recortados los que requieren atención, sino que sus legislaciones consideran criminal el ejercicio de dichas identidades. Si bien hace décadas que entidades científicas y organizaciones han reconocido a nivel internacional que la homosexualidad no es una patología, aún persisten miradas estigmatizantes que asocian la diversidad a cuestiones vinculadas a la desviación de lo normal. Posiciones que buscan corregir o curar allí donde la subjetividad se corre del mandato hetero cis patriarcal. Estigmatizar calificando de enfermedad con base en la orientación sexual, identidad de género o expresión de género, continúa siendo una de las principales causas de discriminación y de violación de derechos humanos. Contribuye incluso a actos de violencia y sostenimiento de estereotipos en diferentes partes del mundo.
Estas categorías médicas patologizantes y estigmatizantes son utilizadas para justificar situaciones de sometimiento. Para las personas trans por ejemplo implica esterilizaciones, tratamientos hormonales, cirugías y evaluaciones psiquiátricas de manera forzada o coercitiva. El condicionamiento, la imposición y las clasificaciones, creando obstáculos abusivos para el acceso de personas trans a transformaciones corporales seguras. Esto ha conducido a muertes prematuras y prevenibles que resultan de procedimientos inseguros y clandestinos. También las personas lesbianas, gays, bisexuales y pansexuales siguen hoy siendo sometidas a tratamientos abusivos, nocivos y carentes de ética a través de las llamadas “terapias de conversión” o “esfuerzos para corregir la orientación sexual y la identidad de género». Tratamientos y procedimientos forzados, coercitivos o involuntarios.
Los deseos, identidades, orientaciones, prácticas y relaciones sexuales, eróticas y afectivas, y la autopercepción de género responden al ejercicio de la libertad. Los organismos internacionales deberían ser garantes de dicha libertad y de la igualdad sin distinción. El «derecho a tener derechos» debería ser el canto a viva voz en todo el mundo, para modificar las premisas culturales discriminatorias y reforzar los valores de la solidaridad, la inclusión y el respeto de la diversidad en cada territorio.
En su Milonga Queer, la actriz, escritora, cantante y docente argentina Susy Shock canta: “Me pegaste una etiqueta / antes de saber quién soy (…) Desperdiciaste tu vida / viendo quien es rara o no / pero lo más sorprendente / es que creas que la rara soy yo / después sacaste una ley / que me discrimina a mí / después sacaste una ley / que me legitima a mi / a mí no me des permiso / porque no te lo pedí”.
Definiciones científicas que nos han “enfermado” para luego “curarnos”, respondiendo a intereses y a modos de ver al mundo. Ni enfermos antes, ni curados luego. ¿Existe acaso algo más vital que la expresión del “sí mismo”, la libertad y la orgullosa visibilidad de ser con otras, otres y otros?
En el final de la película Maurice se adentra en un bosque para encontrarse con Alec, con quien se permite una relación superando los prejuicios de la época. Nada que curar, todo por ir siendo.
La diversidad es el saludable continuo de la vida.
(*) Columnista de Diario Digital Femenino
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