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Maternidades, deseos y consumos

            A partir de la lectura de la nota Repensando el abandono. Posibles Nuevas Construcciones subjetivantes, recientemente publicada en este diario, es necesario pensar como cruzar, desde la Educación Sexual Integral (ESI), el tema de las mujeres madres que, en situación de vulnerabilidad, no pueden maternar. A lo largo de la historia, el reconocimiento y valoración de los espacios que ocupan varones y mujeres, así como de los trabajos que desarrollan en esos ámbitos, fueron construyendo roles y estereotipos en la división del trabajo y de la propiedad que afectaron y siguen afectando, especialmente a las mujeres. La maternidad, como gran hecho social, continúa consolidándose como uno de los grandes ejes sobre los cuales se establece la construcción de la feminidad.

Por María Inés Alvarado*
para Diario Digital Femenino

            En la crónica anteriormente citada, sus autoras Florencia Fitterer y Rocío Ramos, describen ese lugar de idealización que se le atribuye a la maternidad como culminación del máximo deseo de todas las mujeres, para analizar la culpa y la vergüenza que sienten aquellas que no lo sienten de esta manera. Agregan luego que, Si a esto le sumamos contextos donde las condiciones de vida de las mujeres-madres son de vulnerabilidad y en su historia vincular se presenta un déficit afectivo, la posibilidad de albergar psíquicamente a otro ser puede tambalear al no triunfar la pulsión de vida”, poniendo el eje en quienes se encuentran atravesando una situación de consumo problemático de sustancias. ¿Qué tiene que ver esto con la ESI? Mucho.

            “Una mujer adicta con hijos viene de una problemática anterior que es el embarazo adolescente. Se trata de chicas que no tienen compañero, que consumen paco y que no pueden hacerse cargo de otra persona. Todos los vínculos de una persona adicta se desarman, se rompen. No tienen manera de construir un vínculo madre-hijo/a”, explicó la psicóloga Mariela Fernández, integrante de Madres contra el Paco, consultada por Página 12 para la nota Madres contra el infierno, publicada en agosto de 2008, y que describe la relación de ambas problemáticas. Además, teniendo en cuenta que estas mujeres suelen ser muy jóvenes, y sentirse estigmatizadas por la sociedad que las nombra como “las malas madres” o “abandónicas”, es preciso pensar de qué manera generar desde la escuela una propuesta de abordaje integral para reflexionar sobre el concepto de abandono, negligencia, descuido, o desprotección junto al de la maternidad como destino ineludible, para todas las mujeres.

            El cuadernillo ESI y consumo, elaborado por la Dirección General de Escuelas, del portal Educativo de Mendoza, plantea que la premisa fundamental que hay que tener (es) una perspectiva relacional, esto quiere decir que “la droga” no existe como algo independiente a los sujetos y a las variadas y diferenciadas formas de su uso”, para lo cual propone una mirada sobre los fenómenos desde el paradigma de la complejidad, que permita revisar los contextos en los cuales se producen los consumos, los marcos éticos, culturales, jurídicos y las condiciones socioeconómicas, no sólo las sustancias. “Incorporar una mirada integral en la problemática desde la escuela es intentar que los distintos actores de la comunidad educativa se conviertan en verdaderos agentes de prevención cuando actualizan vínculos significativos con los estudiantes, cuando están disponibles desde una mirada sin prejuicios, alojando, acompañando, escuchando”, concluye.

Maternidades, deseos y consumos
Maternidades, deseos y consumos

             En la investigación Emociones en suspenso: maternidad y consumo de pasta base/paco en barrios marginales de Buenos Aires, Victoria Castilla y Gimena Lorenzo plantean que “Hablar de bienestar para las madres que viven en condiciones de pobreza, exclusión, precariedad y vulnerabilidad es algo que, en ocasiones, parece tan lejano como reconstruir vínculos maternales asociados a los estereotipos hegemónicos que reproducen las políticas sociales y los discursos institucionales y sociales presentes en los distintos sectores de la sociedad”. Estas mujeres, jóvenes madres, salen de «gira» en busca de droga, de vínculos afectivos que las sostengan, de dinero para seguir consumiendo, contraponiendo la figura normativa que caracteriza a la «buena madre«, que está presente en el hogar, cuida a sus hijos y demuestra amor, paciencia y tolerancia, validando con esta mirada, lo expresado anteriormente.

            Esa mujer/madre que desaparece en busca de su propio “goce” y “abandona” a sus hijos e hijas sin poder pensar ni sentir porque lo hace, es una joven que quizás no eligió maternar, pero que construyó en su imaginario social la idea de que la maternidad, era el único escenario posible para ser mujer pero que no han encontrado en su historia personal el sostén y la contención para construir afecto vincular positivo. “El consumo, por lo tanto, irrumpe como ¿herramienta? en tanto permite construir nuevas realidades y compensar esas carencias y tapar el dolor que éstas provocaron (…)”. En una sociedad en la cual la presión por tener y consumir bienes y servicios es cada vez más festejada, la “buena madre” aparece como aquella que satisface plenamente los deseos materiales de su familia; en cambio, aquella que busca en el consumo de drogas la satisfacción personal, no es cuidada por quienes deben hacerlo y es socialmente presentada como la “mala madre”.

            Por lo tanto, pensar estrategias de abordaje sobre como trabajar en las aulas el cruce intersectorial entre maternidades y consumos, es parte de la ESI, específicamente en el Eje Valorar la afectividad, dado que en este apartado se plantea la importancia de desarrollar temáticas que incluyan la mirada sobre la construcción de los vínculos, las emociones, los sentimientos, los deseos y los conflictos, a la vez que busca debatir acerca de la construcción de hábitos y habilidades que se socializan de generación en generación en relación a lo típicamente masculino -fuerza, destreza, agresividad, rol de proveedor- o lo femenino -cuidado, protección, capacidad para expresar emociones, entre otras-. Todos estereotipos que contribuyen a construir una imagen de “malas madres” a aquellas que no cumplen con ese papel maternal para el cual la sociedad patriarcal insiste que deben cumplir.

(*) Docente, comunicadora. Co-directora de La ESI en juego.
Columnista de Diario Digital Femenino– De ESI Sí Se Habla

 

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