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Hace aproximadamente un mes atrás, tres instituciones de la sociedad civil de Argentina, Uruguay y España respectivamente Faro Digital, Pensamiento Colectivo y Associacions Federades De Famílies D’alumnes De Catalunya (aFFaC), lanzaron la iniciativa #ElpornoNOeduca, con el objetivo de problematizar y reflexionar sobre el acceso y la interacción a contenidos sexuales nocivos, “una de las prácticas digitales emergentes que afectan a niños, niñas y adolescentes (NNA) en la actualidad”.

PorMaría Inés Alvarado*
paraDiario Digital Femenino

El tema no es nuevo; en agosto del año pasado en esta misma sección, publicamos el artículo El porno no educa con la intención de aclarar los dichos de algunos políticos en campaña que planteaban reemplazar la Educación Sexual Integral (ESI) por el consumo de pornografía. En la misma línea de cuestionamientos, el psicólogo y sexólogo José Luis García Fernández publicó en su blog JLG.net una serie de 6 artículos de divulgación donde explica, entre otras cosas, que “el primer acceso a películas sexuales pornoviolentas, por parte de algunos niños se sitúa en torno a los 6-8 años. A partir de los 12 una parte importante de ellos ya lo ha hecho dedicando un tiempo importante a esa actividad mientras, altamente excitado, se masturba y obtiene placer”. El punto de partida de sus relatos fue las declaraciones de la cantante estadounidense Billie Eilish quien, a sus 20 años confesó en una entrevista al Diario El País que “la pornografía es «una desgracia», y reconoció haber estado expuesta a imágenes «violentas» y «abusivas» cuando comenzó a consumir ese tipo de contenido a los 11 años.

La pornografía es violencia
La pornografía es violencia

La joven cantante describe que el consumo de pornografía a temprana edad destruyó mi cerebroy la llevó a realizar prácticas “que no eran buenas las primeras veces que tuve sexo. Y fue porque pensé que eso era lo que se suponía que me debía gustar” lo que influyó también de manera negativa en su vida sexual posterior. Justamente porque, en la pornografía se explicitan contenidos sexuales que tienen como fin excitar a quienes la consumen los cuales, muchas veces, no responden a vivencias reales, promoviendo, a su vez la violencia. ¿De qué tipo de violencia hablamos? Específicamente de la violencia sexual al promover prácticas que incluyen coerción, agresión y actividades sexuales forzadas, mostrando maneras irreales de mantener relaciones sexuales con poses y posturas ficticias. Y, por otro lado, la violencia simbólica al reforzar estereotipos sexistas afectando la intimidad emocional de las personas y la autopercepción de su propia imagen corporal, deshumanizando y cosificando a las personas. Por otro lado, enseñar contenido sexual explícito a niñeces y adolescencias, es abuso sexual, dado que no tienen la suficiente capacidad para entender los mensajes desde una mirada crítica.

La pornografía es violencia
La pornografía es violencia

          Quienes defendemos la ESI, sabemos que el tema no debe quedar por fuera de nuestras prácticas educativas. En el documento previamente citado, #ElpornoNOeduca, se describe que el contexto cultural actual está inserto en una problemática la hipersexualización de la sociedad contemporánea y la pornificación de la cultura”, que consiste en “la exaltación, mediante las expresiones, posturas y códigos de vestimenta, de los atributos sexuales corporales de una persona por encima de otras cualidades”. Esto se da en “la mayoría de los consumos culturales mainstream, por ejemplo, la música, los videoclips, las producciones audiovisuales y hasta los dibujos animados”, que “ponen el foco en los cuerpos y lo relacionado con la sexualidad de una manera restringida y no desde su concepción más amplia”, mostrando esta hipersexualización “en la mayoría de los ámbitos de la vida diaria de las infancias y las adolescencias”.

La Educación Sexual Integral (ESI) debe ayudar a asegurar el acceso a la información precisa permitiendo el ejercicio del derecho de NNyA a una sexualidad plena, como herramienta fundamental para prevenir situaciones de violencia, abuso y maltrato. “La OMS sostiene que educar en el consentimiento es clave para una buena salud sexual” y garantizar, de esta manera el respeto por las diferencias, el derecho de cada persona a vivir una sexualidad plena, libre y segura y a decir que NO sin presiones de ningún tipo.

(*) Docente, comunicadora. Co-directora de La ESI en juego.
Columnista de Diario Digital Femenino – De ESI Sí Se Habla

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