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“Chiqui” González, mujer pionera y vanguardista que nos interpela con amor creativo circularizando la palabra, haciendo patria de las niñeces en el devenir y en diversos ámbitos académicos enriqueciendo la gestión cultural.

Por María Paola Casariego*

María de los Ángeles González, conocida como  “Chiqui” González, mujer pionera y vanguardista  nos interpela con amor creativo circularizando la palabra, haciendo patria de las infancias en el devenir y  en diversos ámbitos académicos  enriqueciendo la gestión cultural.

Ha dedicado su vida a trabajar en diferentes espacios y ámbitos de la cultura, mayormente en la ciudad de Rosario, donde nació y se crio en el barrio Saladillo, para luego comenzar una extensa producción teatral como actriz, directora y dramaturga dentro y fuera del país.

Estudió Derecho de Familia con Posgrado de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la UNR, ejerció poco tiempo para luego dedicarse -junto a grandes artistas- a exitosos proyectos como “Desnuda de terciopelo” (1993-2002) – Ganadora del premio Estrella de mar), “Bajo el ala del sombrero” (1989-1993 – Agrupación Filodramática “Te quisimos con locura”) y “Orquesta de señoritas” (1998)

Nos interpela hincando dialógicamente sobre políticas públicas para y desde las infancias, como pensarlas y construirlas en el marco de un país frente a sus paradojas.

Milita la Patria de la Infancia en el devenir y desde diversos ámbitos académicos.

En su portal puede verse un emblemático juramento «Yo María de los Ángeles «Chiqui» González, JURO por la Patria de la Infancia, la Imaginación y la Memoria desempeñar con entrega y compromiso mi cargo de Ministra de Innovación y Cultura del Gobierno de la Provincia de Santa Fe, haciendo respetar la Constitución y las leyes de la Provincia y la Constitución Nacional. Si así no lo hiciere que los niños y el pueblo santafesino me lo demanden».  Chiqui Gonzalez

La patria de las niñeces
La patria de las niñeces

Con palabra amigable, enseña que las niñeces expresan sus estados de ánimos a través del arte: enojo, felicidad, tristeza, secretos pero el adulto ha perdido esa herramienta ( nos enojamos: no dialogamos, no pronunciamos).

Nos permite reflexionar sobre los campos que guían las tempranas niñeces.

Primero el campo de las sensaciones: frío, calor, árido, seco, lluvioso, grasoso, agrio, el gusto de la vista, mirada dura, dulce, lejanía, oído de la voz.

Luego, el campo de las percepciones: percibe si la madre está molesta, si la madre está harta de él o de la teta o de lo que fuera; percibe si la madre o el padre están mal, percibe si los otres no le quieren, percibe si está cambiando el día por la noche, percibe la luz, el sonido, ve la actitud de los demás y percibe la violencia como una energía tensa que tiene alrededor y percibe que está acorralado.

El tercer campo, de las emociones: tiene miedo, muestra tristeza y nos preguntamos cómo lo muestra en el arte, más bien en el juego, haciendo un arcoíris y lo tacha y esas tachaduras son quejas, le duele y grita, se revuelca. Su campo de emociones (que es su resistencia) es la imaginación.

En cambio en el mundo adulto vivimos en el mundo de la razón, el cuerpo, lo que cargamos como consecuencia: la imaginación, los sueños, las emociones y las percepciones se van con los gusanos, por lo tanto somos dueños del mundo de la razón y de las ideas y vamos a la escuela para pensar, no para jugar ni para convivir, ni para imaginar, ni para inventar, solamente a pensar.

Ante la pregunta ¿Qué pasa con las personas adultas? Chiqui nos contesta: Los mayores tienen dos condenas. Una, que se van a morir; y la otra, es que no recuerdan sus dos o tres primeros años de vida.  A su vez  retruca con otra pregunta ¿A vos no te llama la atención que no la recuerdan? Es la condena del maduro: no entienden cómo piensan desde las infancias, cómo hacen para llegar a actuar, cómo hacen para crear.

Eso es lo que Chiqui ha investigado toda su vida y es lo que da lugar a otro tipo de pensamiento: un pensamiento creativo, un pensamiento que se rebela ante la injusticia, un pensamiento altruista. Los adultos no nos pronunciamos porque estamos encerrados en una cápsula de narcisismo, porque todos los días perdemos algo.

El capitalismo cada vez nos separa más, aparta el entre vos y tu cuerpo, aleja ciencia y arte, los separa para hacer un individuo consumista.

Por eso nos interpela con su genialidad a generar una sociedad que piense cómo y con las infancias y que difunda las formas de creación de los procesos emocionales, y  fraternales de ayuda mutua.

Como frutilla del postre de esta columna- es imperioso hacer eco de las palabras de Chiqui González , que imprime “un hacer en tiempo presente, la patria de las infancias”  –    “Hagamos una cultura con la proximidad de lo cotidiano porque sin lo cotidiano no hay afecto y con la distancia de la imaginación poética porque sin la imaginación poética no hay cambio, ni transformación, ni revolución.”

 

(*) Es abogada de NNYA con enfoque en DDHH, Mediadora Restaurativa Especializada,  Operadora en Psicología Social y Docente e’ Learning. Miembra de EsTila.ar (Espacio de Transformación Inclusiva con Perspectiva de Género) @dracasariego @mariapaolacasariego

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