Cada año, el primer jueves de noviembre se realizan acciones en el marco del Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar, incluido el Ciberacoso, una fecha impulsada por la UNESCO para recordar la urgencia de erradicar todo tipo de violencia en las escuelas. El bullying, nombre con que se conoce a la violencia escolar, es un fenómeno que no solo afecta a quienes la padecen, sino que crea un ambiente negativo que impacta en toda la comunidad educativa, afectando la salud mental y las instancias de aprendizaje de cada estudiante. La Educación Sexual Integral (ESI) plantea desde sus lineamientos, la importancia de educar para poner fin a la violencia y favorecer el desarrollo de entornos escolares saludables y seguros.
Por María Inés Alvarado*
para Diario Digital Femenino
Según la UNESCO, “un número importante de niños, niñas y adolescentes en todo el mundo enfrenta violencia en la escuela y acoso, incluyendo el ciberacoso, lo cual afecta su salud, su bienestar y su educación”. Por eso, para este próximo 7 de noviembre, hace un llamado a estudiantes, familias, comunidades y autoridades vinculadas a la educación y la industria tecnológica, “a participar en la prevención de todas las formas de violencia y a fomentar entornos de aprendizaje seguros, esenciales para la salud, el bienestar y el aprendizaje de los niños, niñas y jóvenes”, bajo el lema Proteger, educar, empoderar: Los y las estudiantes exigen escuelas seguras e inclusivas. Por eso, este año, la conmemoración destaca el papel esencial de la educación para poner fin a la violencia, dando lugar a la perspectiva de los y las estudiantes en la elaboración de políticas y prácticas educativas.
No es novedad el impacto que la violencia escolar produce en la salud mental de niñeces y adolescencias. Según un relevamiento de UNICEF realizado a 6000 chicas y chicos de entre 13 a 24 años de nueve provincias argentinas y publicado en octubre de este año, describe que “entre los principales factores que identifican que afectan su salud mental, el 30% indicó que son la discriminación, el bullying y el cyberbullying; en segundo lugar, dos de cada 10 señala que son las presiones en los vínculos familiares; y en tercero, mientras que para los varones emerge la presión escolar, para las mujeres la salud mental se ve afectada por la violencia, el abuso y el acoso”. Esto demuestra que el acoso y la intimidación están estrechamente ligados a trastornos emocionales, tales como ansiedad, depresión y baja autoestima, lo que repercute directamente en su desempeño escolar y en su bienestar general. Además, en casos de ciberacoso, la exposición puede ser aún más grave, dado que el acoso se extiende fuera del horario escolar, invadiendo los espacios de descanso y socialización de quienes lo padecen.
Además, quienes ejercen la violencia también se ven afectados, porque, al carecer de herramientas adecuadas para resolver conflictos, desarrollan patrones de conducta perjudiciales que podrían continuar en su vida adulta. Para lograr una verdadera transformación en la escuela, es fundamental que todos los estudiantes, tanto víctimas como agresores, puedan acceder a apoyo psicológico y emocional adecuado. Esto no solo implica una intervención en situaciones de conflicto, sino una educación integral que les permita comprender el impacto de sus acciones y las alternativas de resolución de problemas. Las escuelas juegan un rol clave en esta tarea, ya que pueden convertirse en espacios donde se enseñan y practican valores como la empatía, el respeto y la solidaridad. Implementar programas de prevención del acoso y de mediación escolar no solo contribuye a reducir los índices de violencia, sino que fortalece las habilidades de convivencia y mejora la calidad del clima escolar en general.
La educación sexual integral es una excelente herramienta de prevención. En el texto Problematizando el bullying: una mirada desde la ESI para revisar los vínculos en la escuela, publicado en el blog del Campus Educativo del Gobierno de la Provincia de Santa Fe, se plantea que “Trabajar en la dimensión vincular dentro de las instituciones educativas, es la mejor estrategia de prevención de situaciones de hostigamiento y de cualquier otra forma de violencia, y allí poner a circular los ejes de la ESI de manera integral, nos habilita un trabajo potenciador”. La prevención del acoso escolar no debe limitarse a sanciones o medidas reactivas; al contrario, debe estar orientada a transformar la cultura escolar mediante un enfoque preventivo y formativo, donde la clave principal es implicar a toda la comunidad educativa: directivos, docentes, estudiantes y familias, porque es necesario reconocer que los modos agresivos de vincularse exceden a la escuela. Cuando estos episodios irrumpen en la escuela, deben tomarse como puertas de entrada para abordar la ESI.
Por eso se hace indispensable que, desde la ESI, se trabaje en el abordaje de temas como el respeto a la diversidad, la empatía y la igualdad de género, promoviendo un entorno de respeto y valoración de las diferencias; siempre dentro de un espacio donde se posibiliten generar habilidades de comunicación de sentimientos y emociones para poder reconocer, identificar y nombrar conductas abusivas para evitar situaciones de acoso o violencia. Al comprender mejor sus propios cuerpos, límites y derechos, se pueden establecer relaciones más saludables y solidarias, tanto en el ámbito escolar como en los entornos fuera del colegio, incluso digitales. El acoso escolar es un problema complejo que afecta el bienestar emocional y académico de los estudiantes, pero con estrategias de prevención e intervención adecuadas y sostenidas, las escuelas pueden convertirse en espacios libres de violencia.
(*) Docente, comunicadora. Co-directora de La ESI en juego.
Columnista de Diario Digital Femenino – De ESI Sí Se Habla
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