Sobre lo puto y lo inmarcesible.
Por Emiliano Samar*
para Diario Digital Femenino
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El puto inolvidable es un documental argentino que narra la vida del activista Carlos Jáuregui. Dirigido por Lucas Santa Ana y escrito junto a Gustavo Pecoraro recupera la historia de un luchador incansable por la visibilidad y los derechos del colectivo LGBTIQ+.
Esta lucha lo llevó a ser la primera persona en visibilizarse como homosexual en la portada de una de las revistas de mayor difusión en Argentina en los años 80. Su convicción y su valor cambiaron la vida del colectivo de la diversidad en Argentina. Fue el impulsor de la primera Marcha del Orgullo en nuestro país. Por esta razón y siendo la edición número 30 la de este año, el documental sobre Carlos se vuelve puerta de entrada para reflexionar sobre esta manifestación popular y colectiva.
Aquella marcha se desarrolló el 2 de julio de 1992, la cantidad de personas que participaron podían contarse con solo dar un vistazo, muchas de las cuales llevaban máscaras de cartón para evitar su reconocimiento. Bajo la consigna de «Libertad, Igualdad, Diversidad» la primera Marcha fue convocada en Plaza de Mayo y se dirigió al Congreso. Desde aquel momento se constituyó en un acto público de suma importancia para la comunidad lésbica, gay, bisexual, travesti, transexual, transgénero, intersex y queer, sosteniéndose todos los años. Allí se visibilizan identidades, se celebran conquistas y se ponen de manifiesto los reclamos.
El Día Internacional del Orgullo, también conocido como Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+ y otras variantes, es un día que se celebra cada 28 de junio en muchos países del mundo, en conmemoración de los hechos ocurridos en Stonewall en el año 1969. Un hito fundador de rebelión contra la opresión social e institucional hacia las personas LGBTIQ+. En un bar de Nueva York llamado «Stonewall Inn», concurrido por hispanos, afros, homosexuales, lesbianas, trans y drag queens, la policía llevó a cabo una de las tantas redadas que respondían a leyes prohibitivas que imponían la heteronorma y censuraban entre otras cosas vestir ropas consideradas para el género opuesto. Esa noche, sin aviso previo, la policía intentó detener a las y los presentes como ocurría usualmente. La indignación y bronca acumulada ante estos abusos de poder fue tal que se negaron a la detención. Se corrió la voz con respecto a que “Stonewall Inn” estaba siendo allanado, y empezó a reunirse gente en las inmediaciones. Ante las golpizas y detenciones arbitrarias por parte de la policía, comenzaron los insultos, los piedrazos, las corridas al grito de “gay power”.
Los enfrentamientos duraron aproximadamente dos días y fueron tapa de diarios. Si bien Stonewall es tomado como la primera protesta masiva, ya había grupos organizados en diferentes partes del mundo. En Estados Unidos en mayo de 1965, la Janus Society protesta en Filadelfia contra el dueño de un restaurante que se negó a servirle a un grupo de personas por identificarlas como gays y lesbianas y en el año 1966 la Mattachine Society de Nueva York se manifiesta contra el cierre de los “lugares de encuentro gays” y las políticas gubernamentales.
En Argentina la agrupación Nuestro Mundo surge en 1967 y se la reconoce como el primer grupo de diversidad sexual de América Latina. Desde sus boletines y publicaciones invitaba a la liberación homosexual. En los años 70 y a partir de dicha agrupación, nace el Frente de Liberación Homosexual que generó el manifiesto político “Sexo y Revolución”. En dicho frente se reunieron grupos y organizaciones de homosexuales y lesbianas con distintas ideas políticas, posiciones y propuestas pero con un objetivo común: la incorporación de las temáticas vinculadas a la diversidad sexual a la agenda pública y política.
En 1984, en el marco de la vuelta a la democracia, los activistas Carlos Jauregui y César Cigiutti formaron la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) con el objetivo de luchar contra la represión y los edictos policiales heredados de la dictadura militar. Ellos fueron los impulsores de la primera marcha junto a las organizaciones Sociedad de Integración Gay Lésbica Argentina (SIGLA), Transexuales por el derecho a la vida (TRANSDEVI), Grupo de Investigación en Sexualidad de Investigación Social (ISIS), Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM) y Convocatoria Lesbiana. Con el tiempo, se sumaron nuevas agrupaciones que reflejaban la diversificación de las identidades.
La noción de orgullo surge en contraposición a la presión de una sociedad hetero- cisnormativa que promueve el rechazo y la violencia hacia toda persona que no se ajuste a su moral, lo que deriva en la “obligación” de avergonzarse, esconderse y replegarse vivida por las personas del colectivo LGBTIQ+. La heteronorma, el patriarcado y el machismo siguen imponiendo su modelo desde la cuna. Ya sean cuestiones relacionadas al sexo biológico, a la orientación sexoafectiva, a la identidad de género, las disidencias identitarias despliegan una contracultura que aún requiere de valentía, lucha y determinación.
Aún hoy las personas siguen sufriendo agresiones por su orientación sexual o identidad o expresión de género, real o atribuida. En ese sentido la Marcha del Orgullo da la oportunidad de visibilizar el estado de situación. Es también una oportunidad para celebrar avances en materia legislativa y demandar aquellas modificaciones que faltan en las políticas vigentes. Los derechos nunca deben darse por supuestos. También habilita a que quienes aún tienen prejuicios puedan revisar y modificar sus modos de pensar con respecto al colectivo de la diversidad y colabora con el empoderamiento de las personas convocadas. Según Amnistía Internacional, estas cuestiones deben ser consideradas al analizar esta manifestación a nivel internacional.
Reunirse con otras personas con consignas comunes haciendo uso del espacio público es un gesto político y cultural y un ejercicio de derecho y ciudadanía. El CELS, Centro de Estudios Sociales y Legales, considera que “la consolidación progresiva del régimen democrático y la vigencia del estado de derecho vinieron acompañadas de una presencia importante de la protesta en la vida política. Ese doble proceso hace que la pregunta sobre la respuesta estatal se haya vuelto ineludible y por momentos, central; sobre todo por el peso que tiene la cultura de los derechos humanos”. Las necesidades y los derechos del colectivo LGBTIQ+ en el marco de los Derechos Humanos son cuestiones de estado, materia de legislación y de transformación social y cultural.
Cuando la acción colectiva toma las calles la resonancia supera a quienes allí se encuentran, algo trasciende, se inscribe incluso en aquellos que no asisten pero comulgan con las consignas de turno y en quienes por oposición chistan desde una ventana o desde el sillón.
Las organizaciones sociales y quienes se autoconvocan salen a las calles y multiplican sus voces. En Argentina en 1997, se consensuó que la Marcha del Orgullo se realice en noviembre. El cambio de fecha conmemora que el 1 de noviembre de 1967 se fundó el colectivo Nuestro Mundo: la primera organización disidente de nuestro país y de América Latina. Por otro lado, el clima y las bajas temperaturas acompañaron los argumentos para considerar una época del año más amigable al momento de reunirse al aire libre y en el espacio público.
En su título, “El puto inolvidable”, recupera una palabra que tantas veces se utilizó para denigrar a otros. Hoy, apropiada orgullosamente es acompañada por la palabra inolvidable, quizá porque es la memoria la llave que nos permite reconocer que “vamos siendo” en un contexto y que estamos aquí gracias a que otras y otros estuvieron antes.
El director del documental cuenta que inicialmente, en lugar de inolvidable habían pensado en la palabra inmarcesible: hermoso adjetivo para hablar de mil flores, de millones, las que florecen y seguirán haciéndolo, regalando color en cada balcón y cada calle, en manojo de voces.
(*) Columnista de Diario Digital Femenino
@emilianosamar
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