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El #8M

Cada 8 de marzo se conmemora mundialmente el Día Internacional de la Mujer. Si bien es un día que se reconoce desde principios del siglo XX asociado a la lucha de las mujeres por alcanzar sus derechos por la igualdad, la participación y el empoderamiento en todos los ámbitos de la sociedad, tiene su origen cuando, el 25 de marzo de 1911, 123 trabajadoras mueren tras quedar atrapadas en el trágico incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York. También recuerda a miles de mujeres rusas que, luego de la gran hambruna provocada por la Primera Guerra Mundial, se manifestaron el último domingo de febrero de 1917 para pedir «pan y paz», dando fin a la monarquía en Rusia y logrando el derecho al voto para ellas.

Por María Inés Alvarado*

Paradojas de la historia al margen, hoy las mujeres ucranianas se ofrecen como voluntarias para el entrenamiento con armas de tipo militar para defenderse de la invasión de las tropas rusas, demostrando de esta manera que la igualdad de derechos va creciendo, que el sexo no condiciona a la persona en la lucha por la equidad, que la fuerza del movimiento de mujeres traspasa fronteras, culturas e ideologías, y que la unión por esta lucha se da en todos los ámbitos de la sociedad. Sin embargo, a pesar de los avances, aún falta mucho.

El #8M y la importancia de la perspectiva de género en la educación
El #8M y la importancia de la perspectiva de género en la educación

Por eso, este año, el lema por visibilizar en el Día Internacional de la Mujer en vistas al próximo 8 de marzo de 2022, es “Igualdad de género hoy para un mañana sostenible”, reconociendo la contribución de mujeres y niñas de todo el mundo que están liderando los esfuerzos de respuesta, mitigación y adaptación al cambio climático para construir un futuro más sostenible para todas las personas. No es un tema nuevo reconocer que los aspectos relacionados con el cambio climático y la sostenibilidad han tenido -y seguirán teniendo- graves consecuencias en el desarrollo económico y medioambiental, produciendo efectos cada vez más nefastos en los grupos humanos con mayor vulnerabilidad social, entre los que se encuentran las mujeres, vinculadas desde tiempos ancestrales a prácticas relacionadas específicamente con la tierra y la naturaleza, ya sea en las tareas cotidianas de cuidado de recogida de agua para cocinar y limpiar, como en las relacionadas con el uso de la tierra o la búsqueda de alimentos para su familia.

En la Conferencia sobre el Cambio Climático de Noviembre 2021, las Naciones Unidas denunciaron que el calentamiento global “no es neutral en cuanto al género”. La persistencia de normas sociales y culturales discriminatorias, el acceso desigual a la tierra, al agua y otros recursos, tanto como la falta de participación de las mujeres en las decisiones relativas a la planificación y la gestión de la naturaleza, hacen que a menudo se ignoren la importancia que tiene pensar en clave de género en este tipo de cuestiones.

El #8M y la importancia de la perspectiva de género en la educación
El #8M y la importancia de la perspectiva de género en la educación

Es mucho aun lo que se puede hacer desde la educación, sobre todo pensando en clave de género. No es noticia decir que a las mujeres históricamente se les atribuye la responsabilidad de llevar a cabo las tareas de cuidado, en las que se incluyen las de la cocina y la alimentación, tan poco valoradas, desde el punto de vista del desarrollo productivo y tan útiles para el sostenimiento de la vida. Es el ámbito educativo, desde los espacios ESI, donde se hace preciso y necesario insistir en reflexionar sobre estas cuestiones, para pensar cómo repartir dichas tareas entre todas las personas que integran los hogares, partiendo de la idea de eliminar aquellos estereotipos que han marcado a varias generaciones sobre que deben hacer y cómo comportarse mujeres y varones dentro del hogar.

Explicar y trabajar en los ámbitos educativos desde la primera infancia que las relaciones de género están centradas en construcciones culturales que atribuyen el poder de lo masculino sobre lo femenino, lo cual gesta las desigualdades que derivan en el acceso a derechos. Algunas de estas actitudes, expresadas en el Manual Herramientas para abordar temas de género en el ámbito educativo, pueden trabajarse en las aulas a partir de los siguientes contenidos:

  • Lo que se llama “trabajo no remunerado”, o sea tareas que incluyen la limpieza y el orden de la casa, la crianza de hijas e hijos o el cuidado de adultas y adultos mayores, no son de exclusividad femenina. Es importante que los varones entiendan que esas tareas no son triviales y deben organizar y proyectar sus vidas en función de compartirlas cuando llegue el momento.
  • La menor disponibilidad de tiempo que tienen las mujeres para seguir estudiando, tener un trabajo mejor remunerado o participar en política, es una consecuencia desfavorable de esa distribución de tareas inequitativa, y se traduce en mujeres que dependen económicamente de un varón que las mantenga, e incluso implica no alcanzar a tener una jubilación que les permita subsistir en la vejez.
  • Los vínculos amorosos que se construyen sobre el control, los celos y la posesión capitalista sobre los cuerpos feminizados también es consecuencia de esa profunda injusticia, que genera violencia contra las mujeres por el sólo hecho de serlo.
  • La naturalización de esas desigualdades que afectan a las mujeres a partir del concepto del “debe ser”; pero que se construyen en una relación de poder que puede transformarse con políticas públicas que generen espacios para potenciar la igualdad de género a partir de permitir que mujeres y niñas tengan voz y participación en la toma de decisiones hacia un futuro sostenible e igualitario.

El Sexagésimo sexto período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW66) también acuerda con el tema de este Día Internacional de la Mujer al plantear el objetivo de: “Lograr la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas en el contexto de los programas y las políticas del cambio climático y la reducción de los riesgos de desastre y ambientales”. Quienes trabajamos la ESI sabemos que la manera de abordar esta problemática desde la educación e a través de incluir la perspectiva de género en cada una de las áreas curriculares.

(*)  Docente, comunicadora. Co-directora de La ESI en juego.
Columnista de Diario Digital Femenino

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