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Lo mediático como vidriado borde identitario.

In & Out (Dentro o fuera) es una película de 1997 dirigida por Frank Oz.

La película está inspirada en el discurso pronunciado por Tom Hanks en 1994 al recoger su Oscar como mejor actor por su papel en Philadelphia. Al recibir el premio, el actor menciona a su profesor de teatro y a un antiguo compañero como «dos buenos estadounidenses gays, dos personas maravillosas con las que he tenido la suerte de encontrarme».

Por Emiliano Samar*

Escucha este artículo en la voz de Marina Colado

Dentro o fuera
Dentro o fuera

A partir de dicha anécdota de la vida real se genera el guion de esta comedia. Howard Brackett es un profesor de Ética en lengua inglesa que lleva una vida tranquila en la pequeña ciudad donde vive. Está comprometido con una compañera de trabajo. Toda la ciudad espera ansiosa la gala de entrega de los Oscar, ya que un actor originario de la localidad y antiguo alumno de Brackett, está nominado a dicho premio como actor por un papel en el que representa a un soldado gay. Cameron recibe el galardón y al leer su discurso da las gracias a Brackett y añade: «… que también es gay».

La familia, amistades y la prometida de Howard se quedan estupefactos, aunque esto no es nada comparado a la reacción de incredulidad e indignación del propio Howard. No es para menos, fue de algún modo violentado por una exposición que no eligió y que además considera equivocada. A partir de allí intenta convencer a todo el mundo de que es heterosexual.

A la ciudad llegan periodistas que buscan conseguir una entrevista. Uno de ellos, Peter Malloy, quiere cubrir la boda del profesor y su prometida. Así, Howard y Peter se conocen y el periodista le cuenta que él sí es gay y le describe cómo fue su experiencia al asumir su sexualidad. Howard sigue manteniendo que no es gay y Peter contesta besándolo. Howard se queda sorprendido pero responde al beso. Posteriormente, en la boda y cuando llega el momento del «Sí, quiero», Emily lo hace sin vacilar pero Howard simplemente dice «Soy gay».

Además de las reflexiones que genera el recorrido que atraviesa el protagonista en relación a su identidad, la película también trajo consigo un beso emblemático no sólo por su duración y por el público al cual la película apuntaba, sino por estar protagonizado por dos varones, uno de ellos un actor heterosexual icónico de aquellos años y estereotipadamente masculino: Tom Sellek.

Apenas siete años después de que la Organización Mundial de la Salud retirara la homosexualidad de su manual de patologías, y cuando en la Argentina no existía aún el matrimonio igualitario, llegaba esta comedia al cine regalándonos no solo ese beso y la historia de amor que allí podía empezar a tejerse, sino el relato de un hombre que pudo descubrirse a sí mismo justo a tiempo.

Las producciones audiovisuales y gráficas con sus ficciones, se vuelven territorio vidriado que deja ver mundos y a la vez permite el reflejo de lo propio. Allí por identificación o diferenciación vamos también construyendo algo de lo que somos, algo de lo que se espera que seamos, algo del imaginario que por presencia u omisión va trazando rumbos.

Lo que se muestra en la pantalla grande y en los medios de comunicación tiene un fuerte valor simbólico. La identidad se conforma, en parte, por aquella imagen que se da cada uno a sí mismo pero también por aquellas que recibe del afuera, todo en un proceso selectivo e intersubjetivo. Rasgos culturales, frontera de identificación o diferenciación con el entorno, con aquello “lo otro”, lo distinto a uno. Las diferentes escenas, personas, contextos y consumos nos llevan a reconocernos en esas identificaciones y diferenciaciones.  Encontrar una posición distintiva y relacional es parte del proceso que nos va permitiendo decir “Soy”. La manera en que distintos grupos de personas son mostradas en los medios termina alimentando las narrativas que determinan quiénes son esas personas en la sociedad.

A lo largo de la historia las producciones audiovisuales han retratado de maneras muy diversas al colectivo LGBTIQ+, reflejando el modo de ver propio de cada época, de cada país y considerando las miradas de quienes escriben y dirigen. La visibilidad a través del cine, la televisión, medios gráficos y publicidades puede ser una oportunidad para habilitar referencias positivas, describir historias posibles, propiciar identificaciones. Pero muchas veces aparecen caracterizaciones exageradas, descalificaciones, estigmatizaciones. En una sociedad marcada por la heteronorma, la mayoría de las ficciones que consumimos, producciones audiovisuales, historias de amor y publicidades, están pensadas y diseñadas para reproducir un mundo heterosexual una y otra vez. Cada vez que vemos una película, un dibujo animado, una propaganda para el día del padre o de la madre, o una publicidad gráfica en una revista, las relaciones de amor y los modelos de familia que se presentan refuerzan una presunción sobre cada sujeto que consume y que observa.

Cuando aparece el personaje gay o lesbiana o transgénero no es por lo general para protagonizar el relato romántico de turno, suelen ser personajes sin historias de amor y la mayoría de las veces, directamente se observa en el relato la ausencia de personajes pertenecientes al colectivo de la diversidad. Mayormente la presencia de dichos personajes se relaciona a dramas, historias cuyos finales son tristes o cuya presencia adorna con su cuota “brillante” y “divertida”. Se ha retratado a gays, lesbianas y trans de manera estereotipada o del lado del mal en las historias, en papeles de asesinos despiadados, perturbados o suicidas. También retratando a varones afeminados y sensibles, mujeres marcadamente masculinas, muchachas trans en situación de prostitución, como tipificaciones reduccionistas mostradas en las ficciones. El modo de protagonizar es, por lo general, cuando el ser parte de la disidencia es EL tema de la historia que se cuenta.

Esta situación se viene modificando de a poco. En la actualidad encontramos producciones que incluyen mayor cantidad de personajes LGBTIQ+, y que consideran también a las audiencias del colectivo. Se vienen mostrando personajes y escenarios más realistas, reflejando diversidad de familias y diferentes identidades. Hoy, con el correr de los años, el cine, la televisión y las plataformas de streaming van dando cuenta de la evolución social y la transformación cultural con respecto a la diversidad sexual y de géneros.

La oportunidad de reemplazar “estereotipos limitados” por retratos más realistas es reconocer en las audiencias, además de quienes conforman identidades disidentes, a una gran parte de la sociedad que espera una representación más diversa acerca de su conformación.

Víctor López G., señala que la aparición de personajes de la diversidad en la gran pantalla y el aumento de su representación, ayuda a las generaciones más jóvenes y venideras a abrazar con total normalidad y disfrute su orientación sexual y respetar la de los demás. La mayoría de las niñas y los niños han construido y reforzado deseos, elecciones e imaginarios a partir del mundo que los medios les ofrecen. La ausencia de matices, de retratos más realistas y diversos, y la falta de reflejos del abanico múltiple y plural en cuanto a lo identitario, suprime parte de las existencias que recorren el mundo. Algo de esto va cambiando de a poco y oxigena pantallas y publicaciones.

En esa hermosa escena… cuando el protagonista insiste “pero no soy gay” y se encuentra con el beso del periodista, logra salvarse a sí mismo de aquel que ya no es y soltarse en los brazos de esta nueva invitación, regalándonos así un posible final feliz. Porque de este lado de la pantalla todes nos merecemos los acordes de una buena comedia romántica.

(*) Columnista de Diario Digital Femenino
@emilianosamar
emilianosamar@gmail.com

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