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Aportes de la escritura expresiva en la atención a varones que ejercieron violencia de género.

A partir de la inclusión y el registro de la escritura expresiva dentro de un dispositivo psico-socio-educativo de atención a varones que ejercieron violencia de género, este artículo estudia el proceso de construcción y deconstrucción de la masculinidad hegemónica.

Los resultados advierten que esta herramienta de expresividad es valiosa tanto para tensionar la masculinidad hegemónica como para pensar en tópicos direccionados a la atención de la violencia de género.

Por Matías Bonavitta*
Recientemente publicado por Divulgare, Boletín Científico de Actopan, México

Introducción
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“Cuesta expresarse”: Masculinidad Hegemónica
“Cuesta expresarse”: Masculinidad Hegemónica

Si bien los antecedentes en torno a la atención de varones que han ejercido violencia de género datan de la década de 1970; la idea de que el alcance de la equidad dentro de la sociedad no es posible sin la intervención y colaboración de los varones, cobró fuerza a partir del 2000.  Principalmente, debido al surgimiento de leyes contra la violencia de género que impulsaron programas de atención no sólo de las víctimas, sino de los varones que la ejercen.

En Argentina, como indica La Red de Equipos de Trabajo y Estudio en Masculinidades (RETEM) (2017), el primer dispositivo de atención a varones se estableció en el año 1991, dentro del Hospital Alvear de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, emigrando luego al ámbito de la Municipalidad de Buenos Aires. Posteriormente, el impulso de la Ley 26.485 (2009) -de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los Ámbitos en que Desarrollen sus Relaciones Interpersonales- establecería distintos puntos de atención a lo largo del país (en este caso en La Pampa, Argentina). Dado que, en su apartado “Lineamientos básicos para las Políticas Estatales” dice: “El Estado Nacional deberá promover interinstitucionalmente a las distintas jurisdicciones para la creación e implementación de servicios integrales de asistencia a las mujeres que padecen violencia y a las personas que la ejercen, debiendo garantizar” (Ley 26.485 de 2009. Para prevenir, sancionar y erradicar la violencia.11 de marzo de 2009. D.O. No. 31632). En tanto, en el punto 7 del mismo se acuerda la implementación de programas públicos destinados a asistir a los hombres que ejercen violencia.

Sin dudas, resulta necesario abordar y reflexionar sobre la masculinidad hegemónica y su relación con la violencia. La masculinidad hegemónica es un concepto propuesto por Raewyn Connell (1995) orientado a describir el género masculino más usualmente aceptado, y que legitima el patriarcado mediante atributos que sostienen la posición dominante de los varones y la subordinación de las mujeres. Su construcción, lejos de ser una esencia, está influenciada por diversos factores como la represión emocional, la violencia, la heteronormatividad, etc.

En relación a la violencia de género, se toma por base la conceptuación referenciada por la Organización de la Naciones Unidas (1993): “Todo acto de violencia sexista que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psíquico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la privada” (p. 9). Las mujeres son sus principales víctimas debido a su posición estructural de subordinación, aunque también se expresa en la violencia dirigida hacia quienes no cumplen con las expectativas del modelo cis heteronormativo dominante. Por tanto, puede estar dirigida a cualquier persona y edad; no delimitada nada más al ámbito del hogar y la pareja, sino que al terreno laboral, institucional y social en general: violencia callejera, ciberacoso, desigualdad laboral, femicidios, discriminación mediática, etcétera. Quienes la ejercen, mayoritariamente son varones que adscriben a la masculinidad hegemónica, que según Connell (1995), garantiza la posición dominante de los hombres y la subordinación de las mujeres.

En este trabajo se pone especial interés en la violencia de género como parte constituyente de la masculinidad hegemónica. Se intenta, a partir de la inclusión de la escritura expresiva dentro de un dispositivo psico-socio-educativo, avanzar en conocimientos sobre el tema. Como expone John Austin (1982), el lenguaje produce realidades, sujetos, identidades y es performativo. El género -aquí la masculinidad hegemónica- es entendido como un modo discursivo construido por una reiterada repetición y citación de normas reguladas por la cultura y sus relaciones de poder. En este sentido, la escritura expresiva es una valiosa herramienta para dar cuenta de los campos de significación naturalizados. Invita a encontrarse con las narrativas que nos constituyen; clave para desarmar la violencia.

El contexto de esta investigación se sitúa en un dispositivo psico-socio-educativo de atención a varones penados por violencia de género. El cual se encuentra en el Ministerio de Seguridad de La Pampa, Argentina, actualmente inserto dentro del Mapa Federal de Experiencias con Varones y Masculinidades en Argentina1 y supervisado por RETEM. Su dinámica de intervención es grupal y abarca un cupo de diez personas en libertad condicional o ejecución en suspenso, con carátulas que van de: Amenazas; Lesiones; Uso de Arma; Violación de Domicilio; etc. Es coordinado por profesionales de la psicología y el trabajo social, con frecuencia de dos horas semanales, y una duración total de un año. El marco que le da cimiento es la Teoría Ecológica de Urie Bronfenbrenner (1971), que plantea que el orden individual, familiar, social y cultural se encuentra articulado. Por ello, la violencia de género se concibe como una conducta aprendida, reforzada por los distintos sistemas en el que el sujeto se desarrolla.

Este dispositivo es “psico”, porque hay componentes psicológicos, como mecanismos de defensa, afectos, etc.; “socio”, porque existe complicidad relacional, nadie se interpela exento del entorno, sin otros; “educativo”, porque sus usuarios son invitados a explorar otras formas de pensar y estar, poniéndose en juego estrategias de cambio que cuestionan la violencia. Tal como ocurre con la escritura expresiva, cuya inclusión implica mediante distintas consignas, conectarse con las experiencias más significativas y escribir. Temáticas tales como: la niñez, la adolescencia, los conflictos de pareja, las identificaciones, la violencia, la masculinidad, etc. Para luego pasar a una instancia reflexiva…seguir leyendo.


(*)
Universidad Nacional de Córdoba, https://orcid.org/0009-0009-7117-0094, Email: matiasbonavitta@yahoo.com.ar
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