En las primeras semanas del año, tanto el gobernador de La Pampa, Sergio Ziliotto, como la intendenta de Generar Pico, Fernanda Alonso, en su discurso de asunción, el 10 de diciembre, pusieron el foco en lo humano como punto central de esta gestión que comienza.
Por Lenny Cáceres*
Las diversas miradas, las situaciones dispares, las políticas nacionales incomprensibles —en las que no vamos a ahondar en detalles— hacen que volvamos al punto que muchas veces abordamos en este medio, en reuniones territoriales y en charlas entre colegas. Siempre se habla de la economía, los avances, las obras, pero ¿qué les pasa a las personas? ¿cómo se desarrollan los vínculos familiares y sociales?, ¿qué cuestiones hay que desarmar y volver a construir? Estas apreciaciones las realizábamos en otro escenario político nacional, sin embargo ahora es imperiosa la necesidad de construir otras formas de comunicación y de llegada concreta. Habilitar la escucha y la palabra se hace imprescindible.
Cuando los vínculos están rotos o no son sanos, las desigualdades se acrecientan y las únicas formas de expresión que surgen como comunicación o respuesta son las diversas formas de violencia. Las coincidencias en los discursos y propuestas de inicio de acciones políticas son un aliciente para quienes venimos caminando colectivamente el territorio. La importancia de la articulación corresponsable no pasa desapercibida ante la mirada social, de toda la sociedad.
Conflictividad social.
Ziliotto se reunió con intendentes y con los ministros para trabajar en un programa de prevención y fortalecimiento ante un escenario de aumento de la «conflictividad social» en la provincia, con el objetivo de “fortalecer las respuestas de alimentación y de contención correspondientes para que una posible demanda social no se transforme en una mayor conflictividad». «Teníamos dos posibilidades, seguir creciendo, o resistir, y ahora nos toca a todos nosotros resistir”, dijo en alusión a lo que se ponía en juego en el balotaje presidencial (La Arena, 2024).
Por su parte, Alonso utilizó una interesante y definitoria expresión para referirse al trabajo social/comunitario realizado en el que puntualmente hay que poner el foco específicamente en estos tiempos: “Construir comunidad”.
Construir comunidad, dijo, “es lo que hemos logrado en estos cuatro años con cada política pública que llevamos a la práctica, cada asignación de recursos fue con esa premisa, con ese objetivo: construir comunidad. Y eso es posible cuando pensamos y ejecutamos abarcando a la mayoría de las y los ciudadanos, dándoles respuestas e involucrándolos en el proceso”.
En ese sentido, enfatizó: “Va mucho más allá de pegar ladrillos, cortar cintas de inauguración o gestionar dinero para sumar fondos públicos del municipio, es generar incidencia en la comunidad, es diagnosticar juntos lo necesario, pensar la mejor opción realizable, debatir y, sobre todo, cambiar la calidad de vida…”.
Recursos.
Llegado este punto, sabemos que la distribución de los recursos será un inconveniente porque son escasos y no estaríamos en la agenda nacional para recibir los que nos corresponden como provincia o, al menos, no como legalmente debiera ser.
¿Cómo se distribuirán esos recursos para las agendas de género? Hablamos de mujeres, diversidades, niñas, niños y adolescentes. ¿Cómo realizaremos ese trabajo territorial que empodere, busque salidas cooperativas, abrazadoras, mientras se construye participación política para la defensa y garantía de los derechos de todas las personas? Ese trabajo territorial que no se suma al reclamo, a la queja o solución rápida. Hablamos de la base que brinda herramientas sólidas para que cada quién construya su realidad con información, conocimiento y de manera colectiva.
El desamparo, como figura simbólica, define de manera contundente la realidad que, a lo largo y ancho de la provincia, se visualiza. Necesitamos romper con esa sensación que está muy lejos de lograr lo expresado por las personas que nos gobiernan y apelar a la articulación corresponsable, como mencionaba Alonso, para salir de esta situación o transitarla, con el menor daño posible, y a la construcción de un futuro que nos tenga realmente como protagonistas de acá en más.
La Salud Mental.
Hay dos cuestiones que nos interesa observar y tienen que ver con la denominación “gente de bien” que utiliza Javier Milei y su equipo. Nos preguntamos a qué se refiere, cómo se define y cómo impacta en la subjetividad de las personas que han recibido un cimbronazo en su cotidianeidad, donde observan cómo se resiente su logro de llevar una calidad de vida medianamente digna. Hoy, prima la incertidumbre de cómo será el proceso de ahora en más y si esa expresión, “gente de bien”, se refiere a que están gobernando para un sector determinado, que las políticas a implementar incluyen o excluyen a un sector de la sociedad… La incertidumbre, este segundo aspecto que nos interesa profundizar en el marco de la salud mental y de los derechos humanos, ¿tiene un impacto significativo?
Para la licenciada en psicología, Sofía Calmels, vicepresidenta del Colegio de Psicólogas y Psicólogos de La Pampa, “la incertidumbre es el sentimiento que mayor sintomatología trae aparejada, en los últimos tiempos, a los sufrimientos expresados en los espacios terapéuticos. La desesperanza, el desamparo, la angustia y variados síntomas comportamentales y psicosomáticos acompañan este sentimiento. Sería injusto decir que no hay proyectos de vida, los proyectos están, pero, Covid- 19 mediante, han mutado y, hoy, con la libertad que avanza, se presentan nuevas necesidades y urgencias, las necesidades y urgencias reales, las del pueblo, desatendidas por los gobiernos”.
Desde su mirada como profesional de la salud mental, explicó que “no poder proyectarse a futuro, ni en lo imaginario ni en lo simbólico, nos remite necesariamente al pasado. Y, en cada persona, impacta de manera diferente, dependiendo de cada historia de vida y la elaboración o no de ella y de los recursos psíquicos con los que se cuente, o no. Esa incertidumbre tiene un gran impacto en la salud mental y física, si se transita en soledad. En los espacios terapéuticos, vemos cómo impacta de diversos modos entre quienes tienen una red de lazos amorosa y quienes no la tienen”.
“Durante las medidas de cuidado por el Covid- 19, la colega Beatriz Janin mencionaba que el concepto de distanciamiento social estaba equivocado, y lo adecuado era hablar de distanciamiento físico, y coincido plenamente en esta idea. Con las medidas sanitarias correctas, pudimos volver a los encuentros físicos, pero las políticas en nombre de la libertad pretenden cercenar el derecho a los encuentros colectivos”, advirtió.
En relación al interrogante sobre qué ocurre con las personas, Calmels sostuvo que “los lazos afectivos, las construcciones colectivas, el armado de redes, son las herramientas que nos permiten movernos y no quedarnos paralizadas y paralizados ante lo incierto. Pretender dejarnos sin la posibilidad del entramado social, de la lucha colectiva, es de los más grandes tipos de violencia. Ya vemos, quienes trabajamos con perspectiva de género, esa modalidad de aislar socialmente a la pareja en quienes ejercen violencia de género. Entonces, nos enfrentamos a la violencia institucional y estatal, si tuviésemos que pedir permiso para la reunión social o si sufriésemos sanciones por pretender la construcción del lazo social”.
En estos casos, aseguró: “Quedarse en el encierro con une misme puede traer consecuencias negativas y hasta destructivas del propio psiquismo”.
Por supuesto, los recursos frente a las distintas medidas sanitarias que utilizamos en 2020 no significan lo mismo en la actualidad. Calmels señaló que “mientras duró la pandemia por Covid-19, las redes sociales tecnológicas fueron un medio de intercambio social que nos permitió continuar en contacto con nuestros seres querides. Hoy, esas mismas redes sociales representan una sobreinformación que agobia y angustia. En psicoanálisis, uno de sus conceptos centrales es el de la represión, que define al mecanismo que permite mantener en el inconsciente ciertas representaciones o recuerdos, del cual se sirve el psiquismo, en determinado momento de la historia de vida, para poder sostenerse, pero, en otro momento, suele desencadenar angustias y sufrimiento y plantea la necesidad de la elaboración. Para los gobiernos de derecha, la represión tiene otro significado, aunque similar en algún punto. Ya no se reprimen las representaciones y recuerdos propios por resultar amenazantes a la propia estabilidad psíquica, sino que se reprime a las otredades por representar un peligro a las políticas que buscan el beneficio de unos pocos”.
Sobre este aspecto, insistió en el encierro al que pretenden someternos y en la resistencia que debiera manifestarse: “Ser testigos del ejercicio de políticas represivas — y regresivas— genera miedos y angustias y un empuje defensivo a transitarlo en soledad, y es lo que debemos evitar. Dentro de las estrategias de intervención, no debería encontrarse una sugerencia a evitar reunirse sociales para evitar sanciones o ser agredidas o agredidos por las políticas represivas. Abandonar los espacios de construcción colectiva, sea privado o en la vía pública, nunca es opción. La sociedad se ha ganado el derecho a la manifestación y lo va a defender y es un mecanismo que habilita la salud mental. El silencio —y el aislamiento social— nunca es salud —mental—”.
Si bien nos referimos a La Pampa, esta realidad se repite en cada provincia del país y sus autoridades están preocupadas y ocupándose en gestionar para que el daño sea mínimo. En nuestro caso, tener a la máxima autoridad provincial y a la intendenta de una de las ciudades más importante en sintonía con la mirada territorial que sostenemos hace años es, por lo menos, esperanzador y legitima el trabajo que realizamos. Compartir mirada y compromiso no es poca cosa.
(*) Periodista feminista abolicionista, directora/editora de Diario Digital Femenino. Titular de la web de Asesoramiento y Capacitación https://lennycaceres.com.ar/ Autora del libro La transversalidad del género: espacios y disputas.(Ed. Sudestada)
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