
Ponencia en el marco de las III Jornadas Nacionales de Infancias y Adolescencias: Padeceres de la época, subjetividades implicadas y perspectivas de Abordaje, organizadas por el Colegio de Psicólog@s de La Pampa.
Por Lenny Cáceres
La comunicación es un proceso de interrelación entre dos (o más) personas donde se transmite una información desde un emisor, que es capaz de enmarcarla en un código definido, a un receptor que decodifica la información recibida, en un medio físico por el cual se logra transmitir el mensaje, con un código convenido entre emisor y receptor, y en un contexto determinado.
El proceso de comunicación emisor – mensaje – receptor, se torna bivalente cuando el receptor logra codificar el mensaje, lo interpreta. Quizás de todos los elementos que definen el proceso comunicativo, la retroalimentación es el componente que nos proporciona las claves necesarias para distinguir una comunicación adecuada y efectiva.
Es eficaz cuando el receptor interpreta el mensaje en el sentido que pretende el emisor.
Es eficaz también cuando comunicamos sin conocimiento, el mensaje llega al receptor y se toma como válido: “lo dicen en la tele”, “en la radio”, en la mayoría de las sociedades el mensaje de los medios está legitimado.. Esta acción que nos parece simple, cotidiana se torna preocupante cuando de Infancias y adolescencias se trata. ¿Qué comunicamos? ¿cómo comunicamos? ¿Desde qué lugar? ¿Con qué herramientas?

Ante los cambios de paradigmas, que obligan a actualizar la información y cómo contamos la realidad social, la comunicación que ofrecen los medios y todas las formas de construir un mensaje, ya sea en ámbitos académicos, institucionales, de organizaciones sociales, etc. son necesarios el conocimiento y la responsabilidad.
Existen múltiples herramientas en forma de guías, manuales, informes y recomendaciones de organismos nacionales e internacionales, incluso de redes de periodistas que luchan por los derechos de niñas, niños y adolescentes a las que la comunicación no debería estar ajena; sin embargo, es usual encontrar mensajes que distan mucho de ser los adecuados para comunicar.
¿Cómo escribir en los diarios y en las páginas web sobre abuso sexual en la infancia? ¿Cómo escribir ante un suicidio adolescente? ¿Cómo cubrir un noviazgo violento? ¿Cómo contar una “noticia difícil”?
En general, en el abordaje de estos temas, se intenta lograr un impacto emocional más que comunicar de modo informativo, o lo que sería de gran aporte, preventivo, incluso cuando hablamos de la salud de niñas, niños y adolescentes
La elección de las palabras, la manera en que se construyen las noticias es determinante sobre todo en los casos de violencia. No es lo mismo presentar a un niño de 12 años como un joven en conflicto con la ley penal que como un pibe chorro. No es lo mismo presentar a una chica que a los 14 años es madre como una adolescente sólo interesada por ir a los boliches que como una adolescente cuyos derechos sexuales y reproductivos no fueron respetados. En estas coberturas, la necesidad de cuidar una perspectiva de derechos es fundamental: el modo en que contamos esa violencia y los elementos que brindamos a los públicos pueden ayudar a comprenderla o, por el contrario, justificarla.
Si bien es dable pensar en quitar la idea de “objetividad” en todas las formas de comunicación, es necesario puntualizar que las creencias personales o prejuicios no deben/deberían interferir a la hora de comunicar y, mucho menos, construir una comunicación fuera del marco de la legislación vigente, que exige un encuadre de derechos. La estigmatización y, en muchos casos, criminalización de las infancias y adolescentes en los medios es moneda corriente y también lo es en otros ámbitos donde se debería asegurar la ética profesional en el abordaje y comunicación entre pares o al afuera. Esta estigmatización o la exacerbada emotividad no se presenta en un solo tema o realidad de las niñas, niños o adolescentes, abarca todo: salud física, salud mental, adicciones, discapacidades, conflictos familiares, conflictos entre pares, abusos, violaciones, pobreza, sexualidad, etc.
Cuando UNICEF plantea “entendemos que la comunicación es una herramienta para el cambio social. La capacitación, la facilitación de herramientas y recursos para comunicadores pueden producir un impacto en la cantidad y calidad de las informaciones que se generan sobre la infancia. Profundizar la participación y la vida democrática de nuestras sociedades demanda fortalecer el derecho a la comunicación desde la infancia, que incluye al mismo tiempo el derecho a la información y a la libertad de expresión, pero que también presupone la comunicación respetuosa”, escapa a lo que entiendo como “ignorancia deliberada”. Las herramientas existen, están ¿cuál debería ser la “comunicación” con la que insistir para que las lean? Que las empresas periodísticas tomen el compromiso de formar, informar y capacitar al personal de prensa para esta comunicación respetuosa y que contribuya al cambio social real, más allá de lo discursivo.
En el mismo reclamo de espíritu de apertura, se inscriben, también, las prácticas del lenguaje inclusivo y la Educación Sexual Integral. La normativa que en nuestro país exige abordar la educación de la población infantil y juvenil desde una perspectiva de géneros, sexual integral es significativa y, sin embargo, su aplicación está atravesada tanto por esfuerzos personales como por la desidia institucional. Cuando la identidad y la sexualidad se vuelven una cuestión política, el rol de los medios cobra relevancia en la medida en que se transforman en una arena pretendidamente neutral para los defensores y los detractores dejando a la audiencia en el desconocimiento de la legislación vigente.
En cuanto al lenguaje inclusivo: es importante no confundir el género gramatical (categoría que se aplica a las palabras), el género como constructo sociocultural (roles, comportamientos, actividades y atributos que una sociedad determinada en una época determinada considera apropiados para los seres humanos de cada sexo) y el sexo biológico (rasgo biológico propio de los seres vivos).
En español hay distintos mecanismos para marcar el género gramatical y el sexo biológico: a) terminaciones (chica/-o), b) oposición de palabras (padre-madre) y c) el determinante con los sustantivos comunes en cuanto al género (el/la estudiante, este/esta representante). También hay palabras específicas (sustantivos epicenos) que tienen un solo género gramatical y designan a todas las personas independientemente del sexo biológico (la víctima, la persona).
Los principales retos del español para una comunicación inclusiva en cuanto al género son la confusión entre género gramatical, género sociocultural y sexo biológico, el nivel de conocimiento de los recursos que ofrece la propia lengua para hacer un uso inclusivo dentro de la norma y las asociaciones peyorativas que han heredado del sexismo social algunos equivalentes femeninos.
El uso del lenguaje inclusivo no es sólo hablar con “e”, grupos o colectivos. “Es una intervención del discurso público que busca crear un efecto en el auditorio de toma de conciencia de una situación de injusticia que persiste en la sociedad, básicamente primero entre el hombre y la mujer, pero también respecto de minorías sexuales a quienes incluye. Cuando se establece que existe sexismo codificado en la gramática -y ese es un proceso que llevó su tiempo y fue un esfuerzo de reflexión y de análisis que tuvo lugar en la academia, en las universidades y demás-, se inicia un camino de intervenciones, primero apareció el desdoblamiento porque era una forma más inmediata, ya incluida en la lengua, nada impide que se usen las dos terminaciones, como ya se usaba desde siempre damas y caballeros, no era algo que requiriera una innovación, después eso tuvo problemas estilísticos, sobre todo, era muy largo de leer y los párrafos se volvían ilegibles. Adicionalmente era una solución binaria y reforzaba esa especie de bipolaridad propia de las generalizaciones que vemos en la sociedad. Eso hizo que se buscaran otras soluciones, apareció la arroba como un carácter que podía cumplir esa función, entonces recibió la crítica de ser una “o” que estaba dentro de una “a”, eso motivó la aparición de la “x” que no tenía ese problema pero que era impronunciable, por lo que, sobre la base de que la vocal “e”, que cumple tradicionalmente el lugar de vocal desinencial -la “i” y la “u” no lo hacen-, se optó por la “e” para poder usar una forma de inclusión oralmente, pero yo veo que son etapas, variantes del mismo fenómeno, el hecho de que la última solución se haya ubicado por fuera de las reglas que están incluidas en el sistema lingüístico amplificó su efecto en el debate público, su potencia se ubica fuera de la gramática para criticar sexismo en la gramática.”
La comunicación es dinámica, continua y sistemática, por lo que plantea una amplia gama de posibilidades de interacción en el ámbito social, que es allí donde tiene su razón de ser ya que a través de ésta las personas logran el entendimiento, la coordinación y la cooperación que posibilitan el crecimiento y desarrollo de las sociedades y organizaciones.
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Universidad del Salvador, definición de comunicación: https://campus.usal.edu.ar/mod/book/view.php?id=25464
Comunicación, infancia y adolescencia: Guías para periodistas (Communication, Childhood and Adolescence) ISBN: 978-92-806-4892-8
https://diariofemenino.com.ar/comunicacion-infancia-y-adolescencia/
Unicef. (2010). Infancia y medios de comunicación. Recomendaciones para el tratamiento de la infancia en los medios de comunicación. Unicef
Defensoría del Público. Guía para el tratamiento mediático responsable de la Infancia y adolescencia
https://diariofemenino.com.ar/guia-para-el-tratamiento-mediatico-responsable-de-la-ninez-y-la-adolescencia/
– Ley Nacional 25.673
– Ley Nacional 26.378
– Ley Nacional 26.150
– Ley Nacional 26.061