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Una canción, un registro fonográfico grabado en estudio, además de ser una obra artística también forma parte del retrato de una época, de un momento de la sociedad en el que algunas costumbres, hoy repudiables, estaban profundamente arraigadas. Algunas canciones, sin importar el género ni el año, también corren el albur de quedar relegadas y ser incluso criticadas dado el contenido de sus letras, pero otras han quedado profundamente insertadas dentro de la cultura popular que a veces su contenido pasa de largo sin siquiera ponérselo a pensar. Este texto elige cinco canciones de cinco géneros diferentes en donde la violencia a la mujer está contada de manera natural, pese a que en más de una oportunidad se intente justificar el tema aduciéndole cierta “inocencia”. Hacia el final elegimos un curioso bonus track que también se ajusta a esta problemática.
Por Julián Marcel para Contratapa
“Amablemente” (Iván Diez) –Tango-

Históricamente machista, el tango no había registrado muertes tan violentas como la que tiene este soneto de Iván Diez (seudónimo de Augusto Martini) que hiciera conocido Edmundo Rivero. La letra enfatiza en el caso de una infidelidad “el hombre no es culpable”. Muchos tangos de la Guardia Vieja, de los que Rivero fue un excelente intérprete, hacen foco en un tema evidentemente masculino como el de la honorabilidad. El honor perdido, la hombría mancillada solo debía tener un resultado definitivo: la muerte del causante de esa mancha. Durante muchos años, los duelos de honor a cuchillo eran moneda corriente en Buenos Aires precisamente para lavar ciertos honores mancillados. De hecho, el último duelo de honor en Argentina se dio en 1968. Sin embargo en este tango, la muerte de la mujer, “amablemente” fue con 34 puñaladas, una muerte que parecía ser menor, como si no importara la muerte, si no el saberse restablecido después del engaño. (Recomendamos escuchar la breve y notable reversión que hizo el dúo Bife de este tango bajo el título “Los tres”).
“La López Pereyra” (Cressensi – ¿Francia?) –Zamba-

Hacia 1960, Borges escribió que al destino “le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías”. A una zamba como “La López Pereyra” la repetición de ciertos nombres podría parecer hasta trágica. Una de las noticias más tristes recibidas este año fue la del hallazgo del cadáver de Araceli Fulles a manos de Gastón Baradacco, quién había sido liberado por la fiscal Graciela López Pereyra tras una declaración testimonial y posteriormente darse a la fuga. Otro López Pereyra, pero de nombre Carlos, fue un fiscal salteño que hacia el año 1900 liberó de culpa y cargo bajo la forma de “emoción violenta” al compositor Artidorio Cresseri que había asesinado a su amante un año antes. Como una forma de agradecimiento a semejante acto de “justicia”, Cresseri le dedicó una composición instrumental, una zamba, a ese fiscal que lo liberó. Esa zamba es “La López Pereyra”, y esa composición es hoy conocida como “el himno de Salta”.
“Si te agarro con otro te mato” (Cacho Castaña) -canción-

Empecinado en defenderla como algo “inocente” que “no busca hacerle daño a nadie” esta canción compuesta en 1988 por Humberto Vicente Castagna (Cacho Castaña), quien fuera elogiado de pie en los últimos Premios Gardel al hacerle un homenaje, habla de una moral herida, o más curioso aún, de una moral que ni siquiera fue dañada pero que lleva la forma de la amenaza por si ella es encontrada con otro. No conforme con esa amenaza, el autor (o el “mensaje” que busca mostrar el autor) busca desmentir que sea violento, que sea celoso, antiguo, absorbente, o justificar que ella no tenga que tener amigos, no, eso es culpa de “los otros” que no saben amar como supuestamente lo hace él. Entonces, en este breve resumen de 4 minutos acerca del machismo, deducimos que el amor para el protagonista de la canción (para el macho, para el estereotipo masculino patriarcal) es cuando la mujer renuncia a toda posibilidad de vida social con tal de lograr una relación estable en el afecto machista: cualquier quiebre de este acuerdo (“si te agarro con otro”) implica una posible condena física (“te mato, te doy una paliza y después me escapo”). El hombre no necesita cambiar, de hecho se le puede permitir ser un poco tramposo.
“Casi la mato” (Los Chakales ) –cumbia-

Hacia mediados de los años 90 hubo en Argentina un boom de música tropical que tuvo su auge a través del programa “Tropicalísima” en la pantalla de ATC, y sobre todo con la salida de bandas que al estilo de las boy bands de Estados Unidos o Europa, eran armadas por los sellos discográficos para atraer ventas. Uno de esos sellos fue Magenta, quienes liderados por sus directores Jorge y Norberto Kirovsky y con Roberto Ricci (ex productor del grupo de heavy metal Rata Blanca) como director musical, llevaron durante años el nacimiento, auge y ocaso de muchas bandas tropicales. Una de ellas se llamó Los Chakales, y en el año 1996 desde su disco “Vete de mi lado”, su canción “Casi la mato” sonó durante varios meses. La letra es el monólogo de un detenido ante un juez, queriendo justificar el intento de homicidio a su mujer porque ella le fue infiel con otra mujer. La letra gira sobre ripios que en algunos casos parecieran ser escritos por la Iglesia Católica (“cómo se puede perdonar / a quien traiciona de modo no natural”) o por el protagonista de la canción citada de Cacho Castaña (“Casi la mato y cien veces más lo haría / si me quitó lo más preciado que tenía”), pero eso sí, el protagonista amenaza con que si sale en libertad esta vez no fallaría en el tiro. (El video clip de este tema estuvo protagonizada por dos mujeres que eran conocidas del caso Coppola: Samantha Farjat y Natalia De Negri).
“I Used To Love Her” (Guns And Roses) –rock-

Sin miramientos, la primera línea de la canción de la banda de Axl Rose es más que elocuente: “I used to love her, but I had to kill her” (“La amaba, pero tuve que matarla”). Éxito tanto en Estados Unidos como en Argentina, esta canción que se incluyó en el disco “GNR Lies” de 1988 es menos el testimonio de un esquizofrénico que mata a su amor porque lo “volvía loco” (“She drove me nuts”) que una cuestión de celos o de homofobia. De todos modos, más allá de sentirse feliz después de haber asesinado (“And now I’m happier this way”) sigue escuchando las quejas de la muerta (“And I can still hear her complain”). Acaso adivinando lo que podría generar esta canción, la misma banda aclaró que no dejaba de ser sino una simple ficción. Otras canciones de otras bandas, sin embargo, tomaron hechos reales para sus composiciones: Nirvana en su disco “Nevermind” incluyó el tema “Polly” que es la historia real de una chica que al salir de un recital punk en Seattle en 1988 fue secuestrada y violada por un sujeto. Ella se liberó de las ataduras de tal persona cuando comenzó a ver como humano a su secuestrador, y ablandando su personalidad aprovechó para escapar de su cautiverio y lo denunció. Kurt Cobain leyó esa historia en un diario local, impactándolo de manera profunda, y pocos días después escribió la canción que está escrita desde el punto de vista del violador.
Bonus track: “Cuidado con los 50” (Angel Villoldo) –tango-

Hace poco menos de un mes, la joven Lucía Cabrera logró el histórico antecedente de que una situación de acoso callejero sea llevada a mediación luego de que un taxista la siguiera durante varias cuadras diciéndole obscenidades. Este hecho, que es un logro histórico para erradicar el abuso machista de cualquier tipo y forma hacia las mujeres, se resolvió de manera ejemplar obligando al taxista a tomar cursos sobre violencia de género porque, según declaraciones de la denunciante, una pena económica no concientizaría al taxista de la gravedad de lo que hizo. Sin embargo, hacia principios del siglo XX se creyó que sí: una curiosa ordenanza policial del año 1889 reflotada el 28 de diciembre de 1906, decía lo siguiente: “Se recuerda al personal de policía el deber que le está atribuido por la reglamentación vigente, para velar constantemente por la moral y buenas costumbres, así como el de impedir que nadie sea molestado ni provocado con ademanes o palabras que infieran ofensas al pudor”, es decir, esa ordenanza condenaba los piropos callejeros cuando estos ofendieren a la mujer bajo condena de arresto o de una multa de 50 pesos moneda nacional (recordemos que en aquel momento el sueldo promedio de un obrero era de 200 pesos moneda nacional). Enterado de esta ordenanza, el gran compositor argentino Ángel Villoldo, autor del archi famoso “El choclo”, escribió una milonga llamada “Cuidado con los 50” que es una especie de resignación ante tal ordenanza: “Yo cuando vea cualquiera mujer / una guiñada tan solo le haré. / Y con cuidado, que si se da cuenta / ¡ay!, de los cincuenta / no me salvaré”. Sobre el final directamente dice que cuando pase una mujer “por linda que sea” nada le va a decir. Lentamente, y con los años, esta ordenanza fue olvidada rápidamente.
Lo curioso de todo esto es quién fue el jefe de policía que decretó esa ordenanza municipal: Ramón Falcón, sí, el histórico represor y asesino de obreros durante la Semana Roja de 1909. A Borges se le olvidó decir algo: al destino también le agradan las bromas.
(El autor de esta nota agradece sinceramente a Hernán Dardes el haberlo facilitado de algunos datos para su realización)
Fuente: Adriana Pedrolo, periodista