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Cuando se indaga en la cantidad de mujeres que trabaja en los 135 astilleros habilitados del país, el dato no se consigue ni en ámbitos oficiales, ni sindicales o privados. Frente a esto se busca cambiar las prácticas laborales en todos los equipos al hacerlas igualitarias e inclusivas.

Por Silvina Molina

Fabricar barcos es un proceso productivo altamente masculinizado, donde las trabajadoras suelen estar en áreas fabriles de administración, limpieza o cocina, por eso aún, en pleno siglo XXI, se destacan las soldadoras, electricistas y operadoras de grúas de astilleros en Argentina que están cambiando las prácticas laborales en todos los equipos al hacerlas igualitarias e inclusivas.

En Argentina hay 135 astilleros habilitados, según la página oficial del Gobierno Nacional y Prefectura Naval.

Cuando se indaga en la cantidad de mujeres que trabajan allí, el dato no se consigue en ámbitos oficiales, sindicales o privados. Todo un dato.

Este jueves, el Astillero Río Santiago (ARS), que depende del Ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica de la provincia de Buenos Aires, presentó sus políticas de género.

Capacitación en Ley Micaela -es decir, en perspectiva de género- a partir de un manual elaborado por el personal de la fábrica naval, y un protocolo de prevención y actuación ante situaciones de violencia machista, fueron parte de los anuncios, además de un equipo interdisciplinario que atenderá estos hechos.

“La realidad se llevó puesta al astillero”, dice a Télam Paula Gómez, responsable del mantenimiento eléctrico del ARS, en relación a los cambios que genera en la cultura laboral la presencia de mujeres en las áreas de producción.

La charla se da con ella y sus compañeras luego del acto de presentación de las políticas, que encabezó Estela Díaz, ministra de las Mujeres, Políticas de Géneros y Diversidad Sexual bonaerense.

La funcionaria, de extensa trayectoria sindical, señaló durante el acto que tanto el manual como el protocolo son instrumentos para “mejorar la calidad del trabajo, también, de los hombres”.

“Se pone en debate cómo trabajan los varones: los riesgos que corren, el no cuidado que se ve en las patologías laborales. Estamos frente a procesos de transformación participativos”, agrega.

De ese proceso en marcha habla la electricista que se pone contenta cuando se le pregunta por qué decidió ingresar al astillero.

“Qué bueno que me preguntás eso. Voy a contar algo que siempre quise contar. Cuando yo estaba egresando de la primaria veo en el diario que le hacen nota a la primera trabajadora de un taller de este astillero, que es Valeria Hernández. ‘Quiero ser como ella’, me dije. Ella fue mi imagen, mi modelo a seguir. Y acá estoy”, cuenta la trabajadora.

Valeria Hernández es ahora delegada de Género. Fue la primera egresada de la Escuela Técnica Astillero Río Santiago (Etars), ingresó a la fábrica en 2002 y trabajó en distintas áreas, pero sus inicios fueron en mantenimiento eléctrico, lugar que ocupa ahora Paula Gómez.

Paula pudo verse como trabajadora de una fábrica naval gracias a otra mujer, tuvo una referencia. De eso se trata el cambio en marcha. Es “la realidad que se llevó puesta al astillero”.

De hecho, ahora, en el área de Mantenimiento Eléctrico son mayoría mujeres.

En principio no fue fácil, porque cómo recuerda la electricista “no teníamos espacio porque los varones no querían juntarse con nosotras, ni había baños, ni ropa o botines adecuados, pero fue cambiando. Falta, pero estamos en camino”.

“Mantengo todo lo que tenga ruedas en el astillero”, comparte sonriente Ursula Reynoso, responsable del mantenimiento de las grúas.

Astillero: Soldadoras, electricistas y operadoras de grúas construyen espacios laborales inclusivos
Astillero: Soldadoras, electricistas y operadoras de grúas construyen espacios laborales inclusivos

Hasta esta última semana era la única mujer en el sector donde ingresaron dos trabajadoras más.

Ella también es egresada de la Etars fundada en 1953, que es mixta desde 1995, ya que antes sólo podían ingresar varones. Ofrece dos opciones de tecnicaturas: electromecánica y naval.

Etars aún tiene menos alumnas que alumnos y por primera vez se va a elegir una delegada de Género en el marco de las elecciones del Centro de Estudiantes.

Tal como ocurre en todos los ámbitos de la sociedad, las jóvenes vienen empujando la igualdad.

Con 32 años, Úrsula resalta que hay cambios positivos “en la mentalidad de los compañeros; cambió su vocabulario, gestos, formas de hablar, todo”. Y eso modifica el ambiente laboral y lo hace más amigable.

Durante el acto, Pedro Wasiejko, presidente del Astillero Río Santiago, revela que en la empresa “trabajan 3.000 personas, y solo el 10 por ciento son mujeres”.

“No hay trabajo para mujeres o varones, el trabajo no tiene que ser duro para nadie, se tiene que adaptar a cada realidad, en lugares inclusivos donde se respeten los derechos de todas las personas”, resalta.

En ese diez por ciento está incluida Evangelina Ciarallo, de 42 años, que trabaja hace 12 como soldadora en los buques y otros sectores donde se necesita su expertise.

Se ríe cuando se le pregunta sobre su primera vez arriba de un buque: “Era un mundo desconocido, tenía miedo. Era la única mujer. Después, estuve 8 años trabajando en el Eva Perón y fui conociendo distintos lugares de la embarcación. Aprendí mucho”.

El ‘Eva Perón’ es un buque petrolero de doble casco construido en el ARS.

Para Evangelina, el mayor cambio en el astillero se da en el ingreso de la mujeres al área de producción.

“Me gustaría que más mujeres se incorporen a la escuela de soldadura que tenemos en el astillero; que más mujeres tengan oficios para poder defenderse más, y que no estén sólo en limpieza o en administración”, señala.

“Sólo somos el diez por ciento del personal de la fábrica, pero en producción seremos sólo 20”, remarca la trabajadora.

Entre quienes estuvieron entre el público del acto se destacó la presencia de Giselle Lima, una persona trans que trabaja desde 2006 en el SPI Astilleros, una empresa privada marplatense.

Se desempeña en el área de Recursos Humanos y agradece a su familia, a sus dos hijos y a la empresa que “acompañaron y respetaron mi proceso”, dice a Télam.

“En SPI la convicción es que las personas valen por su capacidad técnica, experiencia, y no por su vestimenta, por su autopercepción de género”, sostiene.

La empresa naval tiene un comité de Género y Diversidad desde al año pasado.

“Soy parte del comité. Mujeres y disidencias somos el 16% de la comunidad interna del astillero, en su mayoría trabajan en producción y también en administración. Mis compañeras mujeres y de diversidades caminan la obra con sus mamelucos azules en área de producción y mamelucos naranjas en seguridad e higiene”, comparte.

Este presente de las operarias de astilleros tiene antecedentes y nombres, como el de Matilde ‘Tili’ Itzigsohn, que trabajaba en la década de 1970 en el Astillero Río Santiago como programadora y luchaba para que se instalara una guardería para hijas e hijos del personal. Ese lugar ahora existe y se llama “El Jardín de Tili’.

Ella fue secuestrada y desaparecida el 16 de marzo de 1977 por la dictadura cívico militar.

Las fotos para esta nota se hacen con el marco del nuevo barco petrolero en construcción en el astillero que tiene nombre de mujer: Juana Azurduy. (Télam)

Para conocer más sobre las que abrieron caminos, las trabajadoras escribieron ‘Mujeres que hacen barcos’.

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