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Compartimos la ponencia de María de los Ángeles Roberto en el marco del Foro Feminista Popular y Latinoamericano realizado los días 15 y 16 de noviembre en Santiago del Estero.

Por María de los Ángeles Roberto 1
Fotos de Rapetti Salik Eduardo

Feminismo y espiritualidad
Feminismo y espiritualidad

Soy una mujer blanca, educada en una religión monoteísta, el cristianismo, y desde ese lugar pienso, escribo, actúo y lucho contra uno de los sistemas más opresores para las mujeres: el patriarcado eclesiástico. Para iniciar el tema del feminismo y la espiritualidad, distinguiré los términos “espiritualidad” y “religión” con el fin de analizar la espiritualidad feminista que se ha desarrollado desde la década de los 70, con la segunda ola del feminismo, hasta hoy. La escritora, investigadora y activista lesbiana española Angie Simonis define a la espiritualidad como el “conjunto de acciones y sentimientos que surgen en relación con concepciones sobre lo sagrado, no necesariamente unido a una comunidad religiosa o culto. En cambio, la religión conlleva la obligación con una organización o tradición particular de fe, o también el intento de codificar las experiencias espirituales dentro de un sistema. Mientras la espiritualidad nos conduce a hacernos preguntas sobre el sentido y el propósito de la vida y no tiene por qué estar limitada a ningún tipo de creencias o prácticas en particular, la religión se define como la creencia en la existencia de un poder reinante sobrenatural, creador y controlador del universo, de manera que la religiosidad sería el grado en que se cree, se sigue y se practica una religión”. 

Según esta autora, el feminismo revolucionó la espiritualidad de las mujeres en la búsqueda de respuestas a la visión tradicional de lo sagrado. Un dios varón presentado como el único, el que todo lo puede, el que todo lo sabe y todo lo castiga —especialmente si tiene que ver con el deseo y con el cuerpo de la mujer— fue cuestionado por el feminismo de la segunda ola. En adelante, seguiré el orden cronológico que Angie Simonis propone para la investigación sobre la religión de la Diosa en el libro compilado por ella, La Diosa y el poder de las mujeres. Reflexiones sobre la espiritualidad femenina en el siglo XXI.

En 1979 la teóloga feminista Naomi Goldenberg propone la utilización de la palabra «tealogía» para diferenciarla de la teología patriarcal. Es un neologismo derivado del griego clásico θεά que significa «Diosa» y λόγος, -logía , «estudio de». En la tealogía se reflexiona sobre el significado de la Diosa (Tea) en contraste con Dios (Teo). Es el estudio sobre la divinidad femenina desde una perspectiva feminista. La tealogía investiga el arquetipo de lo Divino Femenino en las culturas antiguas, en las tradiciones de los pueblos originarios y en las vivencias personales de las mujeres, a través de la arqueología, la mitología, las tradiciones populares, la psicología, los símbolos y las imágenes sagradas. Con la tealogía se inicia la investigación y deconstrucción de los mitos femeninos en las culturas que veneraron a la antigua Diosa Madre. Se revisa la figura de Eva, de María, de María Magdalena, de las diosas griegas. Se cuestionan las cualidades que los hombres les asignaron a lo largo de los siglos para su propio beneficio. Por ejemplo, las imágenes transmitidas por los discursos patriarcales se encuadran en la dualidad: «virgen/prostituta». La figura de una mujer deseosa de la destrucción del varón subvierte su autoridad, como la de Eva, en abierta oposición a una criatura pura, presentada como intachable para engrandecer los méritos masculinos, como la de María.

En el mismo año de 1979, la historiadora y teóloga feminista Carol Christ escribe El renacimiento de la Diosa, junto a Judith Plaskow. En esa obra critica a las religiones patriarcales, se pregunta por las consecuencias políticas y psicológicas que estos cultos tienen en las vidas de las mujeres, cuya experiencia espiritual ha estado centrada en el Dios masculino del judaísmo y cristianismo. Propone el retorno de la Diosa en la espiritualidad feminista porque el símbolo de la Diosa significa la afirmación del poder femenino como poder benéfico y creativo, la Diosa es la afirmación positiva y gozosa del cuerpo de la mujer y de sus ciclos, de la voluntad femenina como energía que hay que afirmar, en contraposición de la visión de la mujer como pasiva, sumisa y sugestionable ante el mal. El símbolo de la Diosa es potenciador de los lazos existentes entre mujeres, expresado en la sororidad. El redescubrimiento de la Diosa reporta al feminismo la imagen de una divinidad que personifica el poder femenino, y que puede ser invocada con la oración y el ritual.

Cuando Dios era mujer es el título del libro escrito por la escultora e historiadora del arte estadounidense Merlin Stone. Ella plantea que las sociedades matriarcales, que adoraban a la Diosa fueron destruidas casi por completo por las antiguas tribus, incluyendo los hebreos y, más tarde, por los primeros cristianos. Intentaron destruir cualquier símbolo visible de lo sagrado femenino, incluyendo obras de arte, esculturas, tejidos y literatura. Lo hicieron porque querían que el Sagrado Masculino se convirtiera en la potencia dominante y gobernara sobre las mujeres y las energías de la diosa. Según Stone, el Antiguo Testamento fue un intento masculino de volver a escribir la historia de la sociedad humana, el cambio del simbolismo femenino a masculino. Citaré uno solo de los muchos ejemplos que hay en el Antiguo Testamento sobre la existencia del culto a la diosa y el intento de dominación masculina y monoteísta. En el capítulo 44, 17 del libro de Jeremías se menciona a la “Reina de los cielos” (cfr Jeremías 7; 18), una antigua divinidad femenina conocida como la diosa madre. Estaba vinculada con la sexualidad y la fecundidad. En Mesopotamia se la conocía como Istar, en Canaán la denominaban Astarté y, entre los hebreos, Asera. Para su culto, que era especialmente de las mujeres, se elaboraban tortas de harina que representaban a la divinidad desnuda. En el versículo 19 de ese capítulo, las mujeres responden a la orden dada por Jeremías para que dejaran de adorar a esa diosa que, nada de lo que ellas hicieron había sido a espaldas de sus maridos, así que también ellos debían ser juzgados. A partir del siglo IV d.C. con la cristianización del Imperio Romano, triunfó el monoteísmo masculino que necesitó extender un significado negativo de la feminidad, en particular, de la feminidad ligada a cualquier tipo de poder. Las divinidades femeninas y el rol de las mujeres en los ritos religiosos, dejaron de ser símbolos de su autoridad moral para convertirse en «brujería», «hechicería», «paganismo», «herejía». La caza de brujas llevada a cabo por la iglesia es un episodio clave en la historia de las mujeres que Silvia Federici investigó y plasmó tan bien en su libro Caliban y la bruja. 

Al iniciar la década de 1980 desde el feminismo cristiano se impulsan cambios que aspiran a la ordenación de las mujeres y a la utilización de términos genéricos y no sexuales para Dios; se busca una reconstrucción de la teología que desemboca en lo que conocemos actualmente como la teología feminista. Las teólogas feministas pretenden un cambio para reformular las tradiciones religiosas sexistas, misóginas, patriarcales que excluyen a las mujeres y a las disidencias. La teología feminista denuncia la exclusión de las mujeres en la formación teológica, en la ordenación de las mujeres al sacerdocio o al pastorado, en el liderazgo de las comunidades cristianas, así como la inequidad en la valoración económica y en el estatus que se derivan de estos roles. Las teólogas feministas reivindican a las mujeres como sujetos de conocimiento. Junto con las biblistas feministas trabajan en una interpretación no sexista de la Biblia, rastrean las imágenes y simbolismos femeninos de Dios, como los de la maternidad y la nutrición. También resaltan el vínculo liberador de Jesús con las mujeres y consideran como parte femenina de la divinidad al Espíritu Santo, a la Ruah (en hebreo), la persona menos sexualizada de la Trinidad. 

En los 90 surge en América Latina la espiritualidad ecofeminista. Sus dos grandes referentes son la teóloga feminista brasilera Ivone Gebara y el colectivo chileno Cons-pirando. Proponen volver a la matriz, a la tierra, y extraer de ella la energía primitiva, condición de toda hermandad. En la antigua simbología de la Diosa lo divino y lo natural no son polos opuestos. Encuentran en la ecología una defensa de los antiguos símbolos religiosos femeninos y los interpretan de manera positiva, como la conexión entre la humanidad y la naturaleza. Reivindican los círculos de mujeres, los rituales y celebraciones feministas durante los cambios de estación, durante los procesos de la vida como el nacimiento, la maternidad, la enfermedad, la muerte. Según las investigaciones de la teóloga ecofeminista Judith Ress, “en América Latina un creciente número de mujeres que, motivadas por su fe, fueron activistas en las luchas de sus pueblos en las décadas de los 70 y/o 80 y que se sentían identificadas con la teología de la liberación y sus prácticas, hoy se están autodefiniendo como “ecofeministas”. Esto es evidente en la manera en que ellas se perciben a sí mismas en su relación con la tierra y con el cosmos; en la manera en que están re-nombrando o re-imaginando a Dios; en lo que creen acerca de la muerte y la resurrección; y en los cambios en sus posturas éticas y prácticas espirituales.” Recuperan la importancia del cuerpo–y específicamente la genitalidad– como “locus teológico” y lo asocian con la espiritualidad. Buscan una espiritualidad sanadora que propicie el conocimiento del cuerpo, con cambios más radicales y fundamentales en las vidas de las mujeres, que tienen relación con las estructuras socio-culturales, pero también con un nivel de conocimiento profundo de sí mismas.

Justamente, una de las principales obsesiones de la religión patriarcal ha sido la sexualidad y el control del cuerpo de la mujer. Los roles de género asignados a las mujeres, a través de los discursos dominantes, se polarizaron, como ya mencionamos, en una construcción binaria de las identidades femeninas: virgen/puta. A este binarismo, la sociedad patriarcal le agregó el ensalzamiento de la figura de la madre, conformada por la abnegada matrona romana. Desde las primeras décadas del siglo XIX, se idealizó el papel y la función de la madre. Ser madre era el atributo necesario para que una mujer se realizara como persona. El matrimonio le ofrecía la respetabilidad dentro de la sociedad, la maternidad era la confirmación de su entrada en el engranaje social. Así, lo que en la figura de la Diosa Madre encarnaba la esencia de su ser y la comunión con la naturaleza, se convierte en símbolo de subordinación y dependencia. El deslizamiento simbólico del lenguaje ha producido, en palabras de Elizabeth Ross, «la domesticación de las mujeres y la deshumanización de los hombres. A través de la manipulación de los mitos, de los símbolos, se impone la androcracia, la violencia y la muerte sobre la vida, el gozo y la mujer».  

En los discursos religiosos conservadores sobresale la idea de un tutelaje necesario, que no considera como prioritaria la autonomía de la mujer para ejercer los derechos sobre su propio cuerpo, se culpabiliza y responsabiliza siempre a las mujeres, ya sea por su embarazo o por una violación. Con una divinidad masculina hegemónica también es posible la ratificación de los actos violentos hacia las mujeres para lograr la sumisión completa a los mandatos del papa, del sacerdote, del pastor y del marido. Se omiten sus derechos en un modelo religioso-sacrificial con intercesores exclusivos a los que solamente les interesa mantener el orden establecido. Para lograrlo, no dudan en sancionar a las disidencias sobre la base de una moralidad jerárquica, genérica, heterosexual y desigual en función del mantenimiento de dicho orden. La vida y la salud de las mujeres no les interesan. Con la excusa de la salvación del alma se apoderan del cuerpo.

La relación con dios/con la diosa; con Dios Padre y Madre también es personal y es política. Desde el cuerpo y su relación con la divinidad también se establece la participación en el campo religioso y espiritual en un proceso social, contextual e histórico. Las mujeres son las que llenan las iglesias. Sin ellas, las iglesias estarían vacías. Sin embargo, en la mayoría de las religiones, sus posiciones son poco reconocidas. Las decisiones las toman los varones eclesiásticos. El espacio religioso es el lugar donde más se reproduce la desigualdad de género. Como señala la investigadora mexicana Sandra Villalobos Nájera: “La espiritualidad de las mujeres y otros sujetos como aquellas y aquellos que pertenecen a la comunidad LGBTTIQ han construido su experiencia desde la desigualdad religiosa, una desigualdad que hoy requiere también ser deconstruida para ser reconocida y valorada desde otros mundos y visiones. Se requiere de la deconstrucción del papel de las y los propios sujetos frente a dios, y para ello no basta con transformar el nombre y releer el texto, la hermenéutica también requiere la deconstrucción de la imagen, el rostro y la posición de estos sujetos frente su divinidad. La reivindicación de las propuestas teológicas, eclesiales, sociales y comunitarias de las mujeres es la muestra de que “el camino a dios” también lleva consigo la búsqueda de la ciudadanía en cuanto al ejercicio pleno de derechos en el mundo social, cultural, político y económico”.

La espiritualidad feminista es libertaria. No puede estar sujeta a un tutelaje. En la liberación de la mirada culpógena y del sermón culpabilizante, el derecho a decidir sobre el propio cuerpo está en el centro del eje. Hay que pensar por nosotras mismas con conciencia crítica, desafiar cualquier tendencia de fundamentalismo religioso, denunciar todas las formas de abuso y, particularmente, los abusos sexuales en las comunidades de fe, y exigir apoyo y compensación para las afectadas. En relación con el tema del aborto, pensar por nosotras mismas es descubrir —a pesar de lo que nos quieren hacer creer— que en ninguna página de la Biblia hay condena para el aborto porque el aborto no era considerado ni pecado ni crimen dentro del Antiguo o el Nuevo Testamento.

Tampoco hay un momento determinado para indicar el comienzo de la vida humana en la Biblia. El argumento más importante que despliegan los fundamentalistas religiosos contra la despenalización y legalización del aborto es el del quinto mandamiento, “no matarás”. Como consideran que la vida humana se inicia en el momento de la concepción, en el caso del aborto, se estaría cometiendo un asesinato, lo que sería contrario al quinto mandamiento. Pero ese quinto mandamiento no era de aplicación universal. Se podía matar a los extranjeros, a los que eran considerados enemigos del pueblo de Israel, a las mujeres adúlteras. Se han relevado más de 100 textos en el Antiguo Testamento en los que Dios manda a matar a mujeres, a niñas, a niños, o a varones adultos. En el Nuevo Testamento hay tres citas bíblicas en las que Dios, de manera directa castiga con la muerte a inocentes. El ejemplo más contundente es el de Jesús, su propio hijo. La vinculación entre el quinto mandamiento y el aborto es una evidente y flagrante manipulación del texto bíblico. El patriarcado eclesiástico es el que, a lo largo de los siglos, quiere hacer creer a las mujeres que hay un mandamiento que las convierte en asesinas si desean abortar. No es así. No hay ningún mandamiento que diga: “No abortarás”.

Feminismo y espiritualidad
Feminismo y espiritualidad

1 María de los Ángeles Roberto es Profesora en Letras (San Agustín), Magister en
Sagradas Escrituras (ISEDET), Diplomada en Prevención de la Trata de Personas (CEFYT). Es
miembro de la iglesia evangélica metodista y activista feminista por el derecho a decidir.
2 Elizabeth Schussler Fiorenza, Discipleship of Equals: A Critical Feminist Ekklesia-logy
Of Liberation (1993), p. 16.
3 Angie Simonis (Coord.), La Diosa y el poder de las mujeres. Reflexiones sobre la
espiritualidad femenina en el siglo XXI, en Revistas – Feminismo/s – 2012, N. 20, p. 18,
disponible en http://rua.ua.es/dspace/handle/10045/30019
4 Op. cit, p. 85.
5 La mayoría de las autoras que citaré a continuación pueden leerse en el original en
Christ, Carol P. (Spring 1978). "Why Women Need the Goddess". HERESIES: A Feminist
Publication on Art and Politics. Heresies Collective. 2, disponible
en.http://heresiesfilmproject.org/wp-content/uploads/2011/09/heresies5.pdf
6 Ver Angie Simonis, pp. 38-41.
7 En excavaciones arqueológicas en Europa y en Asia Occidental se descubrieron
estatuillas femeninas, las más antiguas de ellas de hace unos 30.000 años. Sobre la base de
esas representaciones artísticas, algunas mujeres han revivido a la «diosa de la tierra» en
religiones que beben de diversas tradiciones, y que han creado una mitología alternativa de
sociedades matriarcales pacíficas. Ver “Arqueomitología. Una entrevista con Marija Gimbutas,
Diosas de la Antigua Europa”, entrevista de Joan Marler a Marija Gimbutas, en Del cielo a la
tierra, Con-spirando, pp. 182-201, disponible en
http://conspirando.cl/wp-content/uploads/2016/05/libro-del-cielo-a-la-tierra.pdf
femeninas: virgen/puta. 13 A este
8 Silvia Federici, Caliban y la bruja-Mujeres, cuerpo y acumulación originaria, ed Tinta
Limón, Buenos Aires, 2011.
9 Elizabeth Cady Stanton con la obra dirigida por ella, The Women’s Bible fue una de
las pioneras de este tipo de relecturas, en la época del primer sufragismo norteamericano.
10 Teresa Forcades i Vila, La teología feminista en la historia, Fragmenta Ed.,
Barcelona, 2011, pp. 13,23,39.
11 http://conspirando.cl/
12 Mary Judith Ress, “Espiritualidad ecofeminista en América Latina”, en Investigaciones
Feministas 115 2010, vol 1 111-124, p. 115
13 Angie Simonis (Coord.), La Diosa y el poder de las mujeres. Reflexiones sobre la
espiritualidad femenina en el siglo XXI, en Revistas – Feminismo/s – 2012, N. 20, pp. 100-101.
14 La Diosa Oscura, Mitología y Sexo, Instituto Michoacano de la Mujer, México, 2005.
15 Sandra Villalobos Nájera, “Apuntes sobre la representación genérica de la
divinidad: feminismo y espiritualidad” en Caminhos, Goiana, v. 17, n. 1, jan-jun 2019, p. 155.
16 María de los Ángeles Roberto, exposición en la Cámara de Diputados de la Nación
Argentina, 17 de abril de 2018. Disponible en http://cosecharoja.org/aborto-y-teologia-no-hay-
ningun-mandamiento-que-diga-no-abortaras/

 

BIBLIOGRAFÍA

Cady Stanton. Elizabeth, The Women’s Bible: A classic Feminist Perspective, (última edición, 2003, Amazon).

Christ, Carol P. (Spring 1978). «Why Women Need the Goddess». HERESIES: A Feminist Publication on Art and Politics. Heresies Collective. 2, disponible en.http://heresiesfilmproject.org/wp-content/uploads/2011/09/heresies5.pdf

Federici, Silvia, Caliban y la bruja-Mujeres, cuerpo y acumulación originaria, ed Tinta Limón, Buenos Aires, 2011. 

Forcades i Vila, Teresa, La teología feminista en la historia, Fragmenta Ed., Barcelona, 2011.

Marler, Joan, “Arqueomitología. Una entrevista con Marija Gimbutas, Diosas de la Antigua Europa”, en Del cielo a la tierra, Con-spirando, disponible en http://conspirando.cl/wp-content/uploads/2016/05/libro-del-cielo-a-la-tierra.pdf

Ress, Mary Judith, “Espiritualidad ecofeminista en América Latina”, en Investigaciones Feministas 115 2010, vol 1: 111-124.

Ress, M.J., Seibert U, Sjorup, L; (eds.), Del cielo a la tierra- Una antología de teología feminista, ed. Cuatro Vientos, Chile, 1997, disponible en http://conspirando.cl/wp-content/uploads/2016/05/libro-del-cielo-a-la-tierra.pdf

Roberto, María de los Ángeles, “Aborto y teología”, exposición en la Cámara de Diputados de la Nación Argentina, 17 de abril de 2018. Disponible en http://cosecharoja.org/aborto-y-teologia-no-hay-ningun-mandamiento-que-diga-no-abortaras/

Ross, Elizabeth, La Diosa Oscura, Mitología y Sexo, Instituto Michoacano de la Mujer, México, 2005.

Schüssler-Fiorenza, Elizabeth, Discipleship of Equals: A Critical Feminist Ekklesia-logy Of Liberation, ed. Crossroad, New York, 1993.

Simoni, Angie (Coord.), La Diosa y el poder de las mujeres. Reflexiones sobre la   espiritualidad femenina en el siglo XXI, en Revistas – Feminismo/s – 2012, N. 20, p. 18, disponible en http://rua.ua.es/dspace/handle/10045/30019.

Villalobos Nájera, Sandra, “Apuntes sobre la representación genérica de la divinidad: feminismo y espiritualidad” en Caminhos, Goiana, v. 17, n. 1, jan-jun 2019, p. 155. 

2 Comentarios

    • Susana Guzner -

    • noviembre 22, 2019 a las 10:55 am

    Excelente reflexión, muy bien desarrollada y documentada, y con la cual sintonizo espiritualmente, obviando algunos matices que cualquier corpus conceptual provoca. Mi enhorabuena a la autora y a Diario por difundir este valioso material y del cual poco se habla.
    PD: llamarse María de los Ángeles y rebelarse contra un dios macho y maligno es un mérito añadido… 😉

    • Elsa García -

    • agosto 23, 2020 a las 14:01 pm

    Hola, me encantó tu articulo, justo lo que estaba buscando. Me preguntaba si tendrías algunas referencias de artistas que manejen este mismo tópico. Muchas gracias.

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