El acoso escolar como reproducción de un complejo entramado social.
Vestido Nuevo es un cortometraje español escrito y dirigido por Sergi Pérez. En él se cuenta la historia de Mario, un niño a quien le gusta mucho el día de carnaval porque se puede vestir como desea. Mientras en la escuela la maestra pregunta por el disfraz de dálmata que debían llevar las y los estudiantes para la festividad que se conmemoraba, se observa a Mario ingresando al aula llevando puesto un vestido rosa. A partir de allí, el film transcurre mostrando, a través de las reacciones, comentarios y expresiones generadas, la respuesta ante el encuentro con la diversidad en una sociedad binaria con estereotipos prefijados. La burla de Santos, uno de sus compañeros, hace que tanto Mario como éste sean sacados del aula.
Por Emiliano Samar*
Imagen de Portada, escultura de Christian Albarracin**
Escucha este artículo en la voz de Marina Colado
El aula como comunidad de encuentro y socialización se debate entre las posibilidades de reproducir estereotipos o habilitar nuevas subjetividades. En la escuela conviven la dominación y la resistencia, el conformismo y la oposición. Múltiples experiencias de formación y transformación, que van dejando huella cotidianamente en docentes y estudiantes. Esta sociedad de las nuevas tecnologías, intercultural y diversa, tiene su reflejo en la escuela. Allí las disidencias van saliendo del rincón para mostrarse plenas y libres. Pero también y como reflejo de la otra cara de lo social y cultural, en la misma institución resisten y predominan viejos discursos.
¿Cuál es la finalidad de la educación en el contexto actual de transformación social? ¿Cómo responde el sistema escolar ante la diversidad identitaria de las niñeces de hoy?
Cada sociedad configura prácticas que influyen en la construcción de subjetividades. Prácticas que muchas veces responden a mandatos heredados. Por ejemplo determinadas marcas de género, formas prefijadas para las relaciones sexo afectivas, incluso ciertas configuraciones de dominación. A través de discursos, omisiones e incluso en la selección de contenidos, la sociedad se garantiza a sí misma la reproducción de lo conocido y lo establecido. Cuando surgen otro tipo de deseos, pensamientos, decisiones, propuestas y sentimientos se ponen en tensión con lo instaurado y frente a los cuales aparecen oposiciones, conflictos y choques. Al interior de las instituciones, como las educativas, las escenas conflictivas se manifiestan, evidenciándose y requiriendo intervenciones, encuadre y posicionamientos concretos. Quedan al descubierto la posición política, institucional y profesional, no solo del sistema educativo en general sino de quienes habitan las escuelas en particular.
¿De qué manera se resuelve en la escuela la tensión entre lo que se espera que suceda y lo que va sucediendo? ¿Qué relaciones se establecen en su interior dentro de estas reglas de juego? María Laura Ruggiero propone “centrarse en el conflicto, considerarlo parte sustancial de la vida social, de las interacciones”. Reconocerlos, asumirlos y problematizarlos, en lugar de esconderlos, pasarlos por alto o pretender que se ajusten a nuestros supuestos.
El acoso escolar es una forma compleja y extrema de la violencia en la escuela. Una de las características principales de este maltrato hacia pares tiene que ver con su duración en el tiempo. Intimidación, amenazas, burlas, a través de actos físicos o simbólicos, hablados o escritos, pueden aparejar consecuencias no sólo en el modo de relacionarse o el rendimiento académico, sino también en la salud física, mental y emocional de quien sufre esta situación. Las tecnologías propician nuevas maneras de leer, de buscar información, de relacionarse con las otras y los otros, pero también otros modos de acoso entre pares. Seguramente todas y todos recordamos escenas de agresión en la escuela. Hemos recibido o hemos entregado etiquetas y hemos sido testigos de estigmatizaciones diversas. Recorrimos algún modo de violencia escolar. Y quizá, también de acoso. Las resoluciones muchas veces han sido la repetición de castigos, la organización de la escena en buenos y malos, la salida del aula de la víctima o de quien realizó la agresión verbal o física. Intervenciones, al menos las enunciadas, que no resuelven. Por el contrario, cristalizan la escena, la dejan fija en un suceso que criminaliza a una parte y revictimiza a la otra. La cuestión sería reconocer lo que pasa como material de trabajo grupal. Recuperar aquellas cuestiones de índole cultural que emergen en el aula o en el patio, en la clase o en la situación de juego libre.
¿Cómo se apropia la escuela de estos discursos para intervenir de manera innovadora, significativa y contracultural? Las instituciones educativas deberían generar acciones que permitan una transformación en todas las personas involucradas en el suceso violento o de acoso para que puedan no solo ser reparados cuando acontecen, sino prevenidos para que no se repitan. Detectar estas situaciones, aquellas que se dan en el interior del aula, o en la expansión virtual de las mismas, es parte de esa mirada que debemos garantizar para el cuidado de nuestras y nuestros estudiantes.
El desafío es superar los discursos estigmatizantes, erradicar cualquier vulneración de derechos y prevenir el malestar en aquellas infancias que no encajen en los márgenes rígidos de ciertos paradigmas que atrasan con respecto a los avances sociales.
Trabajar con respecto a la violencia escolar es fundamental en la práctica educativa. Deconstruir las actitudes de marginación y violencia es responsabilidad institucional y también de los actores que habitan cada uno de los espacios, a la vez que favorecer el empoderamiento de las disidencias para vencer las desigualdades garantizando espacios inclusivos, abiertos, libres y democráticos.
En una publicación de la Unesco se propone replantear la educación y se señala: “Los cambios del mundo actual se caracterizan por niveles nuevos de complejidad y contradicción. Generan tensiones para las que la educación tiene que preparar a los individuos y las comunidades”. En ese sentido es importante acompañar a las y los docentes para que faciliten el aprendizaje atendiendo a la diversidad y favoreciendo competencias para la convivencia, habilitando que se “reconstruya” una escuela que dé respuesta a las necesidades de la ciudadanía. En dicha publicación se describe también que “las aulas deben ir lo más a la par posible con la sociedad y si esta evoluciona a velocidad de vértigo la educación debe al menos intentar adaptarse todo lo posible para dar una respuesta verdadera y adecuada”.
En el cortometraje Mario luce con total naturalidad su vestido. Ante la situación de conflicto que se desata cuando Santos le dice “maricón” la maestra los saca a ambos al pasillo. Llaman luego al padre de Mario para que lo venga a buscar. Deja la escuela ese día. La imagen final del cortometraje muestra al padre cargando a Mario en un abrazo. Este final me deja una extraña sensación, se observa la contención afectiva pero también cierta huella patriarcal y binaria. Es que Mario se va cubierto por el saco del padre, quedando allí escondido el vestido rosa, tapado por el traje de varón adulto que, al parecer, se espera algún día llegue a ser.
Terminan los títulos acompañados de la música de rigor. Pero me quedo allí en la pantalla. Preguntándome. ¿Cómo sigue esta historia? Este relato de violencia escolar ¿se inscribe en una secuencia de acoso, sostenida en el tiempo, o queda allí como episodio aislado? ¿Cómo retoma el encuentro con sus estudiantes la maestra? ¿Qué traza en la subjetividad deja esta experiencia para cada estudiante, para unas y otras, unos y otros, protagonistas y testigos? ¿Qué hubiese pasado si Mario se quedaba en el aula en lugar de ser retirado de la institución?
“A mí me gustan más las cosas que brillan”, dice Mario cuando quiere describir lo que le pasa, sentado fuera de la dirección con sus uñas pintadas y su vestido nuevo. Será nuestra tarea sostener algo de ese brillo, habilitar lo que gusta, para que la alegría y la ternura sean una realidad cotidiana en el encuentro con las otras y los otros de cada escuela.
(*) Columnista de Diario Digital Femenino
@emilianosamar
emilianosamar@gmail.com
(**) Artista de composiciones tridimensionales en capas de papel – Escultor
@albarracion_christian