imagen destacada

¿Cómo hablar sin filtro sobre violencia de género en la actualidad?, ¿Qué pasaría si se decide borrar el termino género de una ley?, ¿Se puede hacer?, ¿Qué motivaría esa decisión?, ¿Qué sucedería en estos casos?, ¿Se desvirtuaría la finalidad de la norma?, ¿invisibilizaría la temática?, sobre todo cómo hacer comprender las consecuencias de ese tachado intencional e infundado a una sociedad que presencia diariamente estas situaciones y acepta ese borrado como parte de algo ganado o no entendido en sus dimensiones.

Por Diego Oscar Ortiz*

La violencia contra las mujeres es un verdadero obstáculo para alcanzar la igualdad real entre los géneros, y una grave violación de los derechos humanos garantizados por la legislación nacional e internacional, que incluyen, entre otros, el derecho a la vida; a la salud; a la libertad y a la integridad física, psíquica y sexual; a no ser discriminado y a recibir igual protección ante la ley; a no ser sometida a torturas ni a penas o tratos crueles inhumanos o degradantes; a la dignidad; a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; a la libertad de opinión y de expresión; y a la protección legal contra los ataques a la honra de las personas o a su reputación[1].

La violencia de género es un flagelo social que va existir por más que se la intente tapar, criticar o minimizar, lo que amerita intervenir desde el ámbito institucional y no ocultarla debajo de la alfombra. Alda Facio sostenía que la violencia seguirá aumentando mientras no transformemos el paradigma patriarcal dominante por otro más holístico y centrado en el amor por la vida. Esto es algo difícil de lograr, pero lo que preocupa es que ya ni siquiera se discute su necesidad en el contexto de la violencia contra las mujeres[2]. Ahora los interrogantes apuntarían a pensar que se ha hecho para transformar ese paradigma o que riesgos implica legitimarlo.

Las Convenciones Internacionales CEDAW, Belem  do Para y la ley 26485 son intentos normativos para abordar, prevenir, sancionar y erradicar la violencia de genero. Sin embargo la batalla contra la violencia no ha sido ganada sino que muchas veces es incomprendida con discursos de odio, mensajes agresivos y prácticas profesionales inadecuadas (intencionales o no).

El problema radica en que muchas veces no se reconoce que haya una distribución desigual de poder que afecta e impide el ejercicio de derechos de un género por encima de otros, se leen conceptos sin poder o querer detectar su identificación en la realidad, específicamente en las relaciones sociales, se critica una situación o acto puntual para desacreditar la existencia en general de la violencia de género, se habla de moda, de tendencia para minimizar la cuestión e incluso frente al desconocimiento se plantea la inexistencia de la misma[3].

Hace un año escribía un artículo que se llamaba “Irse al pasto”, que es un término del lenguaje cotidiano que supone pasarse del límite, cruzar la raya, decir algo de más… Sin embargo esta frase trasladada al plano profesional de la temática de violencia de género, podría no solo ser una frase simpática, sino riesgosa para la persona en situación de violencia y comprometida para profesionales ( abogado, abogada, psicólogo, psicóloga, trabajador social, trabajadora social, medico, medica, etc.)[4].

Parecería que el ejercicio de provocar prima sobre la comprensión de los conceptos traslados y encuadrados en la práctica, el desconocimiento del saber profesional especifico, la transgresión de las normas y Convenciones, el uso de casos particulares como banderas generales que justifican la idea que “violencia es violencia y no tiene género”, como negando una realidad alarmante que los medios de comunicación informan constantemente.

Borrar el término “genero” o “violencia de género” de una ley es un ejemplo de discurso de odio, de deslegitimar lo actuado por profesionales con capacitación en la temática, es desconocer las estadísticas de instituciones del poder judicial, es borrar la historia o tapar lo luchado y conseguido, no es una cuestión mínima sino que invisibiliza una vez más una temática que va en crecimiento y atraviesa todas las ramas del derecho, se trata de luchar contra un paradigma dominante que sostiene la violencia, la naturaliza e invisibiliza.

Sin filtro
Sin filtro

Un “paradigma dominante” se refiere a los valores o sistemas de pensamiento en una sociedad estable, en un momento determinado. Por ejemplo, el paradigma patriarcal se refiere a los valores masculinizados y a un sistema de pensamiento dicotómico, sexualidad y jerarquizado. En estos momentos históricos, el paradigma patriarcal es dominante en todas las sociedades o culturas del mundo, aunque dentro de este paradigma patriarcal emergen unos que se le oponen… Las siguientes son condiciones que facilitan el que un sistema de pensamiento pueda convertirse en un paradigma dominante:

  • Estructuras estatales que organizan el paradigma.
  • Organizaciones profesionales y de trabajadores que lo legitiman.
  • Líderes sociales que lo introducen y promueven.
  • Medios de comunicación estructurados en torno al pensamiento dicotómico, sexualizado y jerarquizado, legitimándolo al tiempo que difunden el paradigma.
  • Agencias gubernamentales que lo oficializan.
  • Métodos de educación y educadores que lo propagan al enseñar a sus alumnos.
  • Movimientos sociales que parten de las creencias centrales del paradigma.
  • Fuentes financieras que sólo reconocen el trabajo centrado en el paradigma.
  • Un imaginario social organizado alrededor del paradigma.
  • Ideas religiosas y morales que parten del paradigma y lo fortalecen.
  • Historia oficial basada en el paradigma.
  • Conceptos de belleza que benefician el paradigma, etcétera[5].

Portar la voz contra la violencia de género es reconocer la vulnerabilidad y desigualdad en razón del género y como la misma afecta el ejercicio parcial o total de derechos civiles, económicos, políticos y culturales.

(*) Abogado, Profesor Universitario en Ciencias Jurídicas,  Especialista en Violencia Familiar, autor de libros y artículos de su especialidad. Columnista de Diario Digital Femenino.

[1]MARTINEZ, Stella Maris, Discriminación y género. Las formas de la violencia, Ministerio Publico de la Defensa, 2010, pág. 9, https://www.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/sitios_catedras/obligatorias/723_etica2/cursada/bibliografia_digital/discriminacion_y_genero.pdf.

[2] FACIO, Alda, Discriminación y género. Las formas de la violencia, Ministerio Publico de la Defensa, pág. 33.

[3] ORTIZ, Diego, Hacia la búsqueda de las perspectiva de género, Revista de Pensamiento Civil, 25/04/19, https://www.pensamientocivil.com.ar/4451-hacia-busqueda-perspectiva-genero-pequeno-pensamiento-un-abogado

[4] ORTIZ, Diego, Irse al pasto, Diario Digital Femenino, 25/02/23, https://diariofemenino.com.ar/df/irse-al-pasto/

[5] FACIO, Alda, Discriminación y género. Las formas de la violencia, Ministerio Publico de la Defensa, pág. 33.

Imágenes: Shutterstock

Seguinos en Instagram @diariodigitalfemenino_
@lennycaceres69

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *