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Reconocer, no justificar y no repetir la violencia, ejes del tratamiento con hombres violentos

Dos psicólogos, uno que trabaja en un hospital porteño con varones que ejercen violencia de género y otro que coordina una experiencia similar en Córdoba, coinciden en el abordaje integral para evitar que esos hombres sigan violentando o lleguen a cometer femicidios.

Por Silvina Molina

Dos psicólogos, uno que trabaja hace 10 años en un hospital porteño con varones que ejercen violencia de género y otro que coordina una experiencia similar en una localidad cordobesa, coinciden en que el abordaje de la temática debe ser integral para evitar que esos hombres sigan violentando o lleguen a cometer femicidios.

Anibal Muzzin lleva una década coordinando grupos de varones que ejercen violencia en el hospital Teodoro Álvarez, que depende del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires,.

En ese tiempo pasaron por ese espacio «entre 200 y 300 hombres» contó a Télam, considerando que algunos hacen el tratamiento, otros van a unas pocos reuniones y otros completan el proceso.

El trabajo del psicólogo «es siempre en dupla con una profesional mujer, por el enriquecimiento e identificaciones que se dan cuando ven a un varón y a una mujer juntos.Y es interdisciplinario».

Los varones llegan al programa estatal de asistencia «en un 90% derivados de la justicia civil, penal o contravencional», la media de edad es de 40 años, el más joven que ha participado del grupo tenía 21 y el mayor, 72.

«El tratamiento mínimo es de un año, otros se quedan mas tiempo. Vamos informando las novedades a la justicia» tanto cuando ingresan, egresan o el equipo identifica una situación que puede poner en peligro a la víctimas, a sus hijas e hijos, explicó.

A las mujeres que sufrieron violencia de estos hombres «se les ofrece una entrevista personal, si quieren, siempre se respeta el deseo de la mujer. Una al comienzo, otra a los 6 meses y otra al año, si es que mantienen la relación».

Muzzin fue tajante al definir el tratamiento: «No hablamos de erradicación de la violencia, es un objetivo que no podemos medir; sí, una disminución de los tipos de violencia, una detención y aminoramiento de la violencia».

Para el profesional, el tratamiento debe ser presencial porque «por teléfono no podemos dar certeza de contención» sino tiene delante al paciente.

«Ellos minimizan, justifican, niegan situaciones; tengo que hacer evaluación de riesgo certero», explicó.

También consideró que la prevención de los femicidios, es decir, el frenar la violencia del varón para no llegar al asesinato de la mujer, debe ser parte «de una política integral, porque si no no modifica su conducta, si no reconoce, si justifica, busca otras víctimas. Termina violentando a varias mujeres».

Coincidió su colega desde Cosquín, Córdoba, el psicólogo Leandro Maggio, que desde 2017 coordina grupos de varones que ejercen violencia, y que, en diálogo con Télam, informó una cifra de asistencia que sorprende considerando la cantidad de población de una localidad cercana a los 40 mil habitantes.

«En estos casi cuatro años atendimos unos 200 hombres, que deben llegar a 250 en este contexto de pandemia», contó el profesional y del total de asistentes «un 50% sostiene el tratamiento».

En su caso, si bien trabaja en grupo, también valora «el dispositivo individual» y reconoce que «es parte del debate del grupo de profesionales que trabajan con varones que ejercen violencia».

«Sistematizo, repensamos estrategias -con el equipo de género municipal-; algo que siempre está en discusión es si los cambios en las conductas violentas son reales, a qué nivel y cómo y sobre las deficiencias», reconoció.

Al igual que Muzzin, apoya «un modelo integrador» para abordar la violencia de género, que incluya a los varones tanto en el replanteo de «la construcción social de la identidad masculina hegemónica, como en el trabajo sobre el ejercicio de las violencias».

Maggio, que trabajó en dupla con un trabajador social y que está esperando que se sume una trabajadora social al equipo, hizo una experiencia con adolescentes en talleres de escuelas de Cosquín.

«Hicimos una encuesta previa y vimos la naturalización de la violencia. El discurso de los jóvenes está puesto en la igualdad en los vínculos, pero los modos de comportamiento sostenían la violencia», explicó, razón por la cual profundizaron con ellos para que «se repensasen y repensasen sus vínculos».

Muzzin integra la Red de Equipos de Trabajo y Estudio en Masculinidades (Retem) creada en 2011, conformada por 18 organizaciones que trabajan con hombre violentos en la Ciudad y provincia de Buenos Aires y en Mendoza, compartió el psicólogo.

«Hacemos capacitaciones en provincias, ya lo hemos hecho en más de 20 y también a nivel internacional», añadió.

Para el profesional «hay que pensar otro sistema de justicia y de políticas públicas para que, ante situaciones violentas, el que se vaya sea el hombre, y para eso la mujer debe recibir apoyos para no perder la casa ni sus lazos sociales».

La última pregunta a ambos fue: «¿Hubo femicidas entre los hombres que asisten a sus terapias?» y ambos coincidieron con un contundente y aliviador: ¡»No, por favor! es lo que estamos tratando de evitar».

Leandro Maggio desde 2017 coordina grupos de varones que ejercen violencia.

Telam

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