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Buscan terminar con el prejuicio de que a las chicas no les gusta la ciencia y luchan por la igualdad de oportunidades.

Cerca de trescientas científicas reunidas en un programa global en favor del planeta tratan de impulsar un «big bang» de las mujeres en la ciencia, con el fin de motivar a más niñas a interesarse en ese campo y avanzar en la lucha por la igualdad y visibilidad.

Datos presentados por la ONU por el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se celebra este lunes 11 de febrero, muestran que, pese al esfuerzo internacional de los últimos 15 años para promover la participación femenina en el campo científico, «ellas se siguen encontrando con barreras».

«Cuando quedé embarazada no me renovaron mi contrato temporal y muchos potenciales empleadores me dijeron que no era adecuada para realizar el trabajo de campo o que por tener que atender a mi familia no cumpliría los plazos», explica la australiana Beth Strain tras regresar de un viaje a la Antártida dentro del programa de liderazgo femenino Homeward Bound.

«Envié cientos de solicitudes de empleo y me pasé aproximadamente dos años buscando trabajo como investigadora», agregó la bióloga marina, actualmente profesora en la Universidad de Melbourne e impulsora del desarrollo de entornos verdes en su país.

La experiencia de Strain la comparten gran parte de las casi trescientas ingenieras, médicas, astrónomas, biólogas y matemáticas del programa global Homeward Bound (De vuelta a Casa), que, pese a ello, ven posible superar los obstáculos con tres claves: hacerse visibles, trabajar juntas e impactar en el mundo.

«Todavía recuerdo la primera conferencia a la que asistí: casi salgo corriendo, viendo solo hombres viejos con los mismos trajes oscuros», dice la danesa Mette Hoé, una líder en la transición hacia el transporte eléctrico en su país.

«Pero, al observar a fondo, descubrí que la clave para ellos estaba en el «networking» (redes de trabajo). Me concentré en ello, cometí errores como casi todos, pero mejoré y hoy en día la creación de redes estratégicas es una habilidad central en mi rol de líder», explica la experta de 45 años.

Precisamente el objetivo central del programa Homeward Bound, del que forman parte estas científicas, es crear una red de 1.000 mujeres de diversas edades y nacionalidades en un plazo de diez años, con el fin de afrontar la baja representación femenina en posiciones de liderazgo y en el mismo campo de la ciencia.

De acuerdo con la ONU, actualmente menos del 30 % de los investigadores en todo el mundo son mujeres y, aunque más niñas asisten a la escuela que antes, ellas parecen perder el interés en las materias STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) a medida que llegan a la adolescencia.

Para revertir esa tendencia, según el organismo,el reto es acabar conel mito de que a las niñas no les gusta la ciencia y con otros estereotipos de género, además de aumentar la inversión en la capacitación.

«Nunca he dudado del potencial de las mujeres en la ciencia, pero hemos estado perdiendo ese potencial dentro de una tubería con fugas, en la que a mayor nivel académico, menos mujeres encontramos», afirma Daisy Hessenberger, una genetista austríaca de 29 años y apasionada integrante de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Esa deserción, según las ingenieras Kristen Howard y Kelsie Clarke, se puede atribuir a factores como el «sesgo laboral», en el que un hombre tiene más probabilidades de ser contratado que una mujer; a la brecha salarial de género, que aumenta con la edad; o a la dificultad que representa ser científica y madre a la vez.

En sintonía con las metas de Homeward Bound, del que ya forman parte científicas de una treintena de nacionalidades, incluidas españolas y latinoamericanas, la ONU está impulsando este año la campaña «Invertir en las mujeres y las niñas en la ciencia por un crecimiento verde incluyente».

Steph Gardner, investigadora del Instituto de Ciencias del Mar en Barcelona (España), ve un panorama más positivo: «Hay grandes lecciones y una de ellas es que a través del apoyo, las conexiones y el sentido de pertenencia se puede cambiar las forma en que nos vemos a nosotras mismas y respaldarnos para convertirnos en mejores científicas y líderes».

Fuente: EFE

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