
Presentan un protocolo para infancias. En la Unidad Penal Nº 5 de 27 de Febrero al 8000 hay una decena de chicos que residen junto a sus madres, y mujeres embarazadas.
Por Laura Vilche
¿Deben los niños y niñas menores de 4 años vivir entre rejas con sus madres detenidas? ¿Hay que separarlos de ellas? ¿O deberían las presas- madres cumplir su condena de manera domiciliaria para criar a su prole?
La discusión sigue abierta pero, pero entretanto hay una decena de chiquitos y chiquitas de entre 0 y 4 años que residen junto a sus madres y mujeres embarazadas en un pabellón de la Unidad Penal N° 5 de 27 de Febrero al 8000 en condiciones poco propicias para un menor.
En la Unidad hay un total de 199 mujeres, 13 son madres (8 conviven en las celdas con sus nenitos) y 5 están embarazadas. Están en celdas con puertas de hierro y pasaplatos donde impera el color gris; las ventanas no están a su altura de los chicos, por lo tanto, solo ven el exterior si se les hace upa; no cuentan con cunas ni camas propias, tampoco con muebles para los juguetes y ropa que les da la familia de la detenida, en más de una oportunidad ven a su mamá esposada, si se enferman por la noche o la madrugada no cuentan con atención médica y la comida que ingieren es de regular a mala: la misma que come su mamá.
Y, encima, los y las chiquitas que están en edad de ir a un maternal lo hacen en un Centro de Acción Familiar (CAF) cercano (el N° 20). Van por unas horas para luego retornar a la celda: sin posibilidad de invitar amiguitos a su casa, o festejar un cumpleaños en la salita escolar con su mamá.

Para evitar que esos nenitos y nenitas y los que puedan llegar a estar en la misma situación pasen por lo mismo, las integrantes de la Asociación de Pensamiento Penal, la ONG Mujeres tras las Rejas y algunos integrantes del Departamento de Derecho Penal y Criminología de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) elaboraron un documento que intenta garantizarles a las criaturas una vida mejor en un lugar, lógicamente no pensado para ellos.
El trabajo se denomina «Protocolo de las infancias en el encierro carcelario femenino» y se presentará el martes 26, a las 10, en Tucumán 2647. Y se prevé elevarlo a la Cámara de Diputados a través de a legisladora socialista Lionella Cattalini.
La abogada e integrante de la Asociación de Pensamiento Penal, Bernardette Blua, le adelantó a La Capital que «este protocolo no existe en ninguna cárcel de mujeres del país, y es muy necesario, mientras las mujeres con hijos e hijas sigan estando detenidas en unidades penitenciarias, donde los chicos están mucho tiempo en los cochecitos y suelen caminar y hablar más tarde de los habitual, entre otros problemas: un escenario que muy poca gente conoce, incluso funcionarios y funcionarias del Estado».
Desde cuatro años las detenidas están en el Complejo Penitenciario. En un pabellón con 11 celdas con una cama grande, un inodoro y una ducha, están las madres y embarazadas. Las ventanas dan al patio donde a veces salen los niñitos a jugar. «Aunque no hay reparo de sol, faltan juegos y pisos de goma de protección como los que hay en las plazas, para poner sobre el piso de cemento».
Médicos para los chicos
Blua remarcó que hace poco tiempo se logró que una médica les realizara los estudios ginecológicos de rutina a las mujeres, «pero falta un médico que pueda atender a los chicos si se enferma de madrugada o que realice un seguimiento de las historias clínicas para cuando su mamá salga en libertad, porque cuando eso sucede no saben qué vacunas tiene o qué tipo de atención sanitaria tuvo el chiquito o la chiquita».
También Blua señaló que se contempla la posibilidad de que alguien que cuide a los chicos para que las madres puedan hacer talleres recreativos solas y que haya un espacio común para los chicos donde puedan, por ejemplo, ver películas.

«De tanto caminar la cárcel, entre visitas y por participar de talleres vemos esta cruda realidad para los niños y niñas a quienes no se les garantizan derechos ni se les respeta la igualdad en relación a sus pares que están afuera», subrayó Blua quien también resaltó la necesidad de prever un período de adaptación de los chicos previo al egreso. «Vivieron los primeros cuatro de vida en la cárcel y el cambio de vida es brusco, el protocolo también dedica un espacio a esta situación».
Fuente: La Capital