Una mirada con perspectiva de género a propósito de Halloween, que quiere decir: Noche de Brujas.
Atentas todas, si rastreamos un poquito y hacemos una googleada de la palabra “Halloween”, nos encontramos con que si bien su traducción refiere a Noche de Brujas, nada más lejos de su origen.
En realidad, tiene que ver con el fin de ciclos de cosechas y cultivos, con cierres de años, con duelos y bienvenidas. Tiene que ver con santos y paganos. Pero si vamos a hablar de maldades, de fuerzas místicas, de contacto con la muerte, con la tierra y con los ciclos, entonces hablamos de Brujas, o sea de Mujeres.
Cuando alguien hace uso de la palabra Bruja, en general es de manera despectiva. Relacionándolo con maleficios, hechizos para hacer el mal; cargando así sobre nosotras las miserias del mundo.
La mayoría de las veces en las imágenes, ellas van acompañadas de gatos negros; que tienen mala reputación y son relacionados con la mala suerte, con eventos desafortunados que pueden acontecer si nos cruzamos uno.
A su vez, nuestra gran aliada es ¡la escoba! La escoba que nos determina en nuestros lugares de cuidadoras y reproductoras de la vida, también nos puede llevar en un vuelo ilusorio a nuestros lugares de libertad. La escoba como símbolo de nuestra opresión, fue transformada en un símbolo de liberación por aquellas mujeres que buscaban la forma de generar un entre mujeres que les permitiera alivianar la esclavitud que sufrían -y sufrimos- ya sea por el señor feudal o por sus esposos.
En el libro Calibán y la Bruja, Silvia Federici citando a Morgan, explica que: “Las brujas siempre han sido mujeres que se atrevieron a ser valerosas, agresivas, inteligentes, no conformistas, curiosas, independientes, liberadas sexualmente, revolucionarias. WITCH vive y ríe en cada mujer. Ella es la parte libre de cada una de nosotras. Eres una Bruja por el hecho de ser mujer, indómita, airada, alegre e inmortal”.
La cacería
Hay una parte de la historia de las mujeres que no sabemos muy bien, que alguna vez hemos escuchado, pero no conocemos en profundidad y es la cacería de brujas. Y no la conocemos porqué fue y es intencionalmente ocultada y negada por aquellos que cuentan y escriben la “verdadera” Historia.
Según Federici “la caza de brujas rara vez aparece en la historia del proletariado. Hasta hoy, continúa siendo uno de los fenómenos menos estudiados en la Historia de Europa o, tal vez, de la Historia mundial, si consideramos que la acusación de adoración al Demonio fue llevada al «Nuevo Mundo» por los misioneros y conquistadores como una herramienta para la subyugación de las poblaciones locales. El hecho de que las víctimas, en Europa, hayan sido fundamentalmente mujeres campesinas da cuenta, tal vez, de la indiferencia de los historiadores hacia este genocidio; una indiferencia que ronda la complicidad, ya que la eliminación de las brujas de las páginas de la Historia ha contribuido a trivializar su eliminación física en la hoguera, sugiriendo que fue un fenómeno de significado menor, cuando no una cuestión de folclore. Al tiempo que deploraban el exterminio de las brujas, muchos han insistido en retratarlas como necias despreciables, que padecían alucinaciones. De esta manera su persecución podría explicarse como un proceso de «terapia social», que sirvió para reforzar la cohesión amistosa y que podría ser descrita en términos médicos como «pánico», «locura», «epidemia», caracterizaciones todas que exculpan a los cazadores de brujas y despolitizan sus crímenes”.
Y continúa: “Pero sólo el movimiento feminista ha logrado que la caza de brujas emergiése de la clandestinidad a la que se la había confinado, gracias a la identificación de las feministas con las brujas, adoptadas pronto como símbolo de la revuelta femenina. Las feministas reconocimos rápidamente que cientos de miles de mujeres no podrían haber sido masacradas y sometidas a las torturas más crueles de no haber sido porque planteaban un desafío a la estructura de poder. También nos dimos cuenta de que tal guerra contra las mujeres, que se sostuvo durante un periodo de al menos dos siglos, constituyó un punto decisivo en la historia de las mujeres en Europa. El «pecado original» fue el proceso de degradación social que sufrieron las mujeres con la llegada del capitalismo. Lo que la conforma, por lo tanto, como un fenómeno al que debemos regresar de forma reiterada si queremos comprender la misoginia que todavía caracteriza la práctica institucional y las relaciones entre hombres y mujeres”.
“La bruja ya no está pero sus miedos y las fuerzas contra las que luchó durante su vida siguen en pie”
Finalmente agrega “las dimensiones de la masacre deberían, no obstante, haber levantado algunas sospechas: en menos de dos siglos cientos de miles de mujeres fueron quemadas, colgadas y torturadas. Debería haberse considerado significativo que la caza de brujas fuera contemporánea a la colonización y al exterminio de las poblaciones del Nuevo Mundo, los cercamientos ingleses, el comienzo de la trata de esclavos, la promulgación de «leyes sangrientas» contra los vagabundos y mendigos, y que alcanzara su punto culmine en el interregno entre el fin del feudalismo y el «despegue» capitalista, cuando los campesinos en Europa alcanzaron el punto máximo de su poder, al tiempo que sufrieron su mayor derrota histórica. Hasta ahora, sin embargo, este aspecto de la acumulación primitiva verdaderamente ha sido un secreto.”
Federici afirma que “la bruja ya no está pero sus miedos y las fuerzas contra las que luchó durante su vida siguen en pie. Podemos abrir nuestros diarios y leer las mismas acusaciones contra el ocio de los pobres. Los expropiadores van al Tercer Mundo, destruyendo culturas saqueando los recursos de la tierra y la gente. De hecho, si encendemos la radio, podemos escuchar el crujir de las llamas. La lucha continúa”.
Locas, histéricas o brujas, llámennos como quieran. Para nosotras no es un insulto sino el devenir de nuestras antepasadas, aquellas que cargaron con los estigmas sociales por denunciar y querer romper la lógica patriarcal que nos oprime. Las mismas que abrieron el camino que hoy nos permite que nuestra voz sea más fuerte, que cada vez seamos más caminando a paso firme y seguras. Convencidas de que este mundo no es el que queremos seguir pariendo.
¡Temblad, que las brujas hemos vuelto!