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La teoría queer y el mundo que se devela en sus desbordes.

Por Emiliano Samar*
para Diario Digital Femenino

Escucha este artículo en la voz de Marina Colado

Mi mundo privado en Argentina, es una película independiente, estrenada en 1991, dirigida por Gus Van Sant y protagonizada por River Phoenix y Keanu Reeves.

Mike Waters (River Phoenix) y Scott Favor (Keanu Reeves) son dos jóvenes que se ganan la vida prestando servicios sexuales en las calles de Portland tanto a hombres como a mujeres. Mike es gay pero Scott solo tiene relaciones con otros varones a cambio de dinero. Ambos mantienen una amistad que se pone a prueba durante un viaje a Roma: Scott se enamora y Mike comprende que está a punto de perder a la única persona importante en su vida.

Mi mundo privado
Mi mundo privado

Esta curiosa road-movie es un cuento sobre el amor y la amistad, un drama con referencias a las relaciones familiares, un viaje de descubrimiento personal en las márgenes de la sociedad, pero también una obra maestra del cine LGBTIQ+, considerada una referencia de la cultura queer.

Pero, ¿qué es lo queer?

Representada en la sigla LGBTIQ+ precisamente por la letra “Q”, la palabra Queer viene del inglés y significa “extraño”, “poco usual”. Fue utilizado en su momento peyorativamente al referirse a las disidencias sexuales. Como sucede con muchas palabras, fueron apropiadas por los grupos adjetivados originariamente para luego cargarlos de sentido y orgullo. Esta palabra hoy se relaciona con una identidad sexual o de género que no corresponde a las ideas pre establecidas. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en un  documento publicado en noviembre de 2015, afirma que existen diferentes aproximaciones al término queer como categoría identitaria. Se considera al término como una categoría capaz de incluir el amplio abanico de orientaciones sexuales e identidades.

El término describe orientaciones sexuales, identidades o expresiones de género que no responden a la cisheteronorma de la sociedad, pero reúne también mucho más que las clasificaciones conocidas, superando el binarismo y las categorizaciones tradicionalmente utilizadas al referir a la diversidad sexual, incluyéndolas pero a su vez habilitando nuevas opciones.

Las personas que se identifican como queer suelen situarse aparte del discurso y del estilo de vida que estereotipan o tipifican las diferentes identidades, incluso al interior de las comunidades LGBT. Algunos activismos queer se manifiestan como movimientos sociales antisistemas y anticapitalistas, movimientos de gente que no encaja en los moldes. Se caracterizan por escapar a las etiquetas. La pensadora feminista Eve Kosofsky Sedgwick define lo queer como “una red abierta” cuyo alcance se relaciona con los elementos que constituyen el género o la sexualidad y que “no son (o no pueden ser) forzados a un significado monolítico”.

Elegimos, adoptamos, heredamos o nos imponen categorías, sobre ellas construimos parte de nuestra identidad. La teoría queer propone que en lugar de encorsetarnos con determinadas etiquetas que conforman nuestra identidad, transitemos por ellas. Más que “ser”, se trata de “estar siendo”, en tránsito, en experiencia, libremente.

Lo queer entonces se presenta como un concepto fluido, inasible, indomable, radical, cambiante, irreverente, abierto y poroso. Esa es su fuerza y su poder. Rafael Mérida señala que los estudios queer desentrañan los modos en que el poder se inscribe en los sujetos y en los entornos socioculturales para reproducir la diferencia sexual dentro del sistema sexo/género, y agrega que dicha teoría “imagina una sociedad descentrada, sin normas (…) y que este exceso es, en sí mismo, revolucionario y produce efectos de distorsión de cualquier binarismo”. Ciertos procesos se enmarcan en el “sistema heterosexual” como régimen político y social cuyos modos de producción se inscriben “en los cuerpos, los espacios y los discursos”. Las implicancias de la formulación “naturaleza y heterosexualidad” encuentran en la cultura queer acciones disruptivas en las fronteras mismas de las disidencias, superando ideales románticos y posiciones binarias.

Con su traducción cercana a lo torcido o lo raro, la cultura queer engloba a quienes dan ese paso fuera del sistema normativo y hegemónico. De acción política y resistencia a la normalización, el estigma y la patologización, definir lo queer es una paradoja, es en sí misma una posición crítica hacia la definición identitaria. En este sentido lo queer se convierte en un “movimiento post – identitario”.

Podríamos cuestionarnos si el auge de lo queer y del uso de este concepto no termina por transformarlo en otra identidad encorsetada, perdiendo así su impronta disidente, liberadora y disruptiva.

Mi mundo privado
Mi mundo privado

Se trata de andar la existencia sin la imperiosa necesidad de clasificarse, configurándose en la ruta mientras se la recorre. Salir del corsé impuesto por la sociedad, sus mandatos, sus clichés y de los postulados románticos y opresores del sistema.

La película nos muestra la ruta desolada, la búsqueda de direcciones, la elección por estar de un lado o de otro, el enfrentamiento con figuras familiares y las leyes, el descubrimiento de sí mismo y de la diferencia del otro. Y el amor, claro. Vivencias de estos dos rebeldes, en el borde de los bordes. Ni tan privado, ni tan un mundo unívoco de sendas unidireccionales. Una película queer para tratar de nombrar algo inabarcable por definición.

Torcer la tiranía de la “normalidad”, vagabundear el mundo, volverlo propio y revelarlo, una celebración insumisa a la que podemos asistir como tengamos ganas.

(*) Columnista de Diario Digital Femenino
@emilianosamar
emilianosamar@gmail.com

1 Comentarios

    • Pierina -

    • noviembre 6, 2021 a las 19:48 pm

    A medida que lo leía me iban surgiendo las reflexiones que luego se expresaban en el texto… una lectura que acompaña los proceso de auto reflexión!

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