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Expertos en Derecho abordan la lacra de la explotación de personas en una jornada de la Universitat Politènica de València
Por Lucía Gómez 
para El Mundo
Las redes de trata de personas golpean cada vez con más dureza a España, que se ya se sitúa como el principal destino europeo de las víctimas de explotación sexual. De estas, la mayoría son chicas de entre 14 y 17 años procedentes de Europa del Este que huyen de sus países alentadas por una falsa oportunidad de trabajo que nunca llega. Las cifras alarman: cerca de 40.000 personas sufren la trata de personas en las fronteras españolas. Según los últimos datos del Ministerio del Interior, tan solo en 2015, la policía identificó a 267 víctimas de trata de seres humanos -133 por trata sexual y 134 laboral-, un negocio que según Naciones Unidas mueve más de 150.000 millones de euros al año en todo el mundo, y del que un tercio de sus víctimas son niños y niñas.
Para abordar esta problemática la Universitat Politècnica de València (UPV) organizó el pasado miércoles la jornada La trata de niños y niñas adolescentes: la esclavitud del siglo XXI. A la conferencia, presidida por el director del Aula de Infancia y Adolescencia de la UPV, Vicente Cabedo, acudieron importantes expertos del ámbito del Derecho, como Carlos Fernández Liesa, catedrático de Derecho internacional público de la Universidad Carlos III; Susana Gisbert, fiscal especializada en violencia de género; o Isaac Ravetllat, abogado y profesor experto en derecho de la infancia y la adolescencia.
En la conferencia también intervinieron las autoridades autonómicas Juan Carlos Fulgencio, delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana, y Rosa Josefa Molero, directora general de Infancia y Adolescencia de la Generalitat, así como la decana de la Facultad de Administración y Dirección de Empresas, María del Mar Marín.

 «El interés de un niño está por encima de cualquier otro», comenzó Molero, quien lamentó que solo de enero a 30 de octubre de 2018 han entrado en la Comunidad 775 menores no acompañados. Esta «nueva forma de esclavitud contemporánea», como la denominó Fernández Liesa, ejerce la explotación de los menores la mayoría de las ocasiones a través de empresas de agricultura, construcción o textiles, que los contratan con sueldos y condiciones laborales «indecentes». Pero la explotación laboral y sexual es solo la punta del iceberg de este negocio trasnacional, que también incluye los delitos de tráfico de órganos, compra de niños, matrimonios forzados, servidumbre o mendicidad.

Para el experto, existen diversos factores que intervienen en la trata de seres humanos, desde la desigualdad hasta la discriminación por género, las migraciones o los conflictos, como es el caso de Oriente Próximo: «Muchas personas salen de su país para buscar nuevas oportunidades y en el viaje acaban convirtiéndose en víctimas de trata», apunta. «Hablamos de criminalidad trasnacional». De hecho, como explicó la fiscal Gisbert, es frecuente que a las chicas las exploten sexualmente en diferentes países.

Doble victimización

Los especialistas recordaron que es a las víctimas a quienes se debe proteger, sin olvidar que son ellas las que sufren la lacra de la trata. Y es que según el experto en derecho internacional, «a veces se las puede llegar a considerar delincuentes y entonces están ante una doble victimización». La fiscal también incidió en esta doble victimización, ya que en muchas ocasiones son inmigrantes irregulares que temen ser represaliados: «Las víctimas de trata no denuncian por miedo a ser expulsadas a su países». Este temor prolonga su situación en el tiempo, ya que están «desesperadas, vulnerables y no tienen otra alternativa». De hecho, la trata es un delito en el que las propias víctimas «tienen conciencia escasa de serlo y en el caso de que sean conscientes están coaccionadas y no colaboran». Incluso se llegan a establecer relaciones de pareja entre el proxeneta y la víctima, consecuencia de la anulación de esta última como persona.
Tanto es así, que los números de personas explotadas que llegan a la Fiscalía son muy escasos en comparación a la cifra real. Según Gisbert, en 2017 apenas se registraron en la Fiscalía 27 víctimas menores de edad, pero este número aumenta si tenemos en cuenta, por ejemplo, «al 99% de las prostitutas de las rotondas». El problema, una vez más, es el temor a acudir al Estado para que solucione su situación.
¿Realmente queremos ver el problema de la trata? Así comenzó su intervención el abogado especializado en infancia y adolescencia, Isaac Ravetllat. Para el experto, la invisibilidad de esta lacra es fruto de la hipocresía. «En el discurso hay un alto consenso, todos estamos de acuerdo, pero existe una baja intensidad cuando hay que aplicar las medidas, como colocar el centro en nuestro barrio o enviar a las víctimas a los colegios de nuestros hijos». «No queremos atacar el problema porque no queremos que nos lleguen», sentenció.
Respecto a las medidas para atajar la trata de personas, el delegado del Gobierno destacó que se está llevando a cabo la elaboración de material destinado a los más jóvenes para generar conciencia crítica. Además, Fulgencio indicó que se pondrán en marcha protocolos junto a las comunidades autónomas para acabar con esta lacra, «una de las formas más crueles de violencia que se puede ejercer contra las mujeres, que convierte el cuerpo humano en absoluta mercancía para cualquier fin».