La libertad es la primera conquista humana.
Nada puede compararse al placer de disfrutarla.
Por Mabel Bellucci*
Durante las primeras décadas del siglo XX, Herminia Brumana- escritora, docente, dramaturga y periodista- obtuvo reconocimiento dentro de los cenáculos intelectuales de izquierdas, tanto por su prolífera escritura como por su reflexión en torno al campo educativo, al lugar de subordinación de sus congéneres y a su activismo comprometido frente a las desbordadas cuestiones sociales.
Nació en Pigüé en 1897, ciudad al sudoeste de la provincia de Buenos Aires conformado por colonias agrícolas de inmigrantes franceses, italianos, españoles y alemanes. En un paisaje con pliegues, cañadones y crestones de suave pendiente se constituyó una clase media rural, núcleo de la estructura demográfica y socioeconómica del distrito. La familia de Herminia era de origen italiano y de sectores medios con una potente predisposición a favor del estudio. Sus padres apostaron fuertemente por su educación y la de su hermano Florencio, logrando culminar sus estudios secundarios en tiempos en que esto agregaba un valor simbólico a un pasar económico ya consolidado[1].
A los quince años se recibió de maestra en el Normal de Olavarría. De inmediato, obtuvo el primer premio en el concurso literario de la Biblioteca Popular, en 1916, con su trabajo «Influencias de las Bibliotecas populares en la cultura de los pueblos y apoyo que estos deben a dichas instituciones».
De vuelta en su ciudad natal, comenzó a ejercer la docencia primaria, de la que nunca se desprendió. Allí, en 1917, fundó y dirigió una revista socioliteraria llamada Pigüé, bajo un lema de ostentosa rebeldía: “No hay razón de Estado, de Gobierno y menos de empresas vampíricas que merezcan prioridad sobre las razones de fraternidad humana”. Durante un año la sostuvo con recursos propios y aparecía una vez por mes. Esta iniciación en la prensa coincidió con su colaboración en diferentes periódicos y revistas del país, aunque no había aún demasiadas publicaciones masivas, generalistas que destinasen áreas para temas de mujeres y menos aquellas específicas para un público femenino. Todavía no era su momento de auge. Según Herminia Solari, “como lo dijo en más de una oportunidad Brumana, escribir era una herramienta para contribuir a la realización de un mundo mejor”.[2]
En 1918, publicó un folleto para el alumnado llamado “Palabritas”. Pese a ser pequeño y muy modesto, desplegaba sus principales preocupaciones sobre los chicos pobres, la justicia social, la madre, la libertad, la educación, la caridad, el alcoholismo. “Palabritas” generó un duro tropiezo entre esta joven docente con ideas trasformadoras sobre la educación y las autoridades escolares de ese pueblo en medio de la pampa húmeda. Frente a una tensión sin retorno, logró su traspaso como docente a escuelas del Gran Buenos Aires (Quilmes, Avellaneda) y de la Capital Federal. Por lo visto, Herminia no permitía ningún tipo de amedrentamiento. En palabras de Lea Fletcher, “fue una mujer libre e independiente, contestataria ante toda injusticia y tenaz en su creencia que se debía luchar sin claudicaciones contra la desigualdad social, en todas sus manifestaciones”[3].
En mayo de 1919 aparecía en Buenos Aires el primero de los ocho números de Bases. Tribuna de la juventud. Este periódico estudiantil, de solo ocho páginas, formato tabloide y una irregular frecuencia quincenal, era el “contingente de pensamiento, de difusión y de voluntad” que proponía el joven socialista Juan Antonio Solari (1899-1980) para intervenir en una coyuntura estudiantil y política sumamente revuelta, tanto por la revitalización de las izquierdas revolucionarias como por la emergencia de un nacionalismo católico de derechas. Además de ser la primera tribuna de esa extendida fracción “radicalizada” de la Reforma, Bases se distinguió por contar con una mayor presencia de colaboraciones de mujeres. A distancia de aquellas revistas preparadas exclusivamente por varones, Bases encontró en Herminia Brumana a su colaboradora más activa, junto con Gabriela Mistral, Salvadora Medina Onrubia, Luisa Velmar y Esperanza Villanueva[4].
Al año siguiente, esa juventud porteña que se reunían para impulsar la unión obrero-estudiantil pasó a llamarse Insurrexit. Entonces Solari dejó de editar Bases para sumarse junto a Brumana a la publicación que preparó el nuevo grupo, la mítica Insurrexit. Revista estudiantil (1920 a 1922), partidaria de la Revolución Rusa pero de cuño libertario, y vocera del ala más declaradamente izquierdista de la Reforma Universitaria. A Brumana la contaban como colaboradora permanente.[5] A fines de mayo de 1921, organizaron el primer número de Hoy, una revista político-estudiantil de ocho páginas y formato tabloide que dirigió Solari, desde el anonimato y una labor casi individual. Aunque solo contó con dos números, Hoyrepresentó un significativo documento de los debates ideológicos que recorrían a los grupos que buscaban radicalizar también dicha Reforma.[6]Pero Solari no estaba solo: disponía del apoyo incondicional de Herminia, que era ya su esposa.
La fuerte presencia de Brumana se advirtió también en las otras iniciativas que acompañaron a Hoy. Junto a la revista se editaron libros y folletos: “Palabritas” y la novela La mentira del primer amor, ambos de su autoría[7]. En esos años, ella participó al mismo tiempo de numerosos proyectos editoriales, diversos y algunos contrastantes. Poesía, ensayo, notas, opiniones en publicaciones políticas como La Vanguardia, Vida Femenina, convivían conCaras y Caretas, Mundo Argentino, Nosotros, El Hogar, Estampa, La Novela Elegante, La Novela Semanal, y el suplemente literario de La Nación, entre muchos otros. [8]
Lea Fletcher señala que “su vocación pedagógica fue su eje vital, tal como en otras escritoras célebres de su tiempo: Gabriela Mistral y Alfonsina Storni”[9]. Estas maestras/ escritoras desbordaron los límites de la institución escolar e intentaron hacer sentir su voz en un campo literario en vías de profesionalización desde los primeros años del siglo XX. En cuanto a Herminia, marcó la pedagogía como un territorio conveniente en el cual la mujer podía definir los objetivos de enseñanza con su propia voz. Y como maestra en escuelas estatales, fue un ejemplo significativo de la voluntad de incorporar una visión crítica desde dentro del sistema educativo. Nunca abandonó su profesión y en sus escritos abogó con gran inteligencia y osadía por una escuela democrática que tuviera en cuenta las necesidades educativas de los niños pobres.
Desde 1923 a 1940 prosiguió escribiendo en El trabajo de Mar del Plata, en La Nueva Provincia de Bahía Blanca. Además, en publicaciones de cuño anarquista tales como Nuestra Tribuna, Nervio, La Protesta, ¡Aquí Boedo! yClaridad, que no tenía filiación partidaria y cuya intención era, eminentemente, pedagógica.
En 1923, lanzó su segundo libro, Cabezas de mujeres. Desde esta publicación ambicionaba instruir a sus pares acerca de cómo debían comportarse como maestras, empleadas, trabajadoras, costureras, inmigrantes, campesinas.Según Herminia Solari, el tratamiento avanzado de estas cuestiones fue uno de los perfiles que le dio trascendencia: “Sus ideas ya se venían oyendo entre los sectores de más combatividad. La defensa del amor libre, la crítica al matrimonio inexorable y rutinario, la reivindicación del apellido de soltera y de la maternidad (no como destino obligado sino por su trascendencia espiritual y como potencial de transformación social), la defensa a ultranza de la paz y la oposición a las diferencias e injusticias sociales como responsabilidades públicas y privadas de la mujer, la defensa de la libertad como máxima regla que debe regir a los seres humanos (la mujer incluida), y en relación con esto, la valoración del trabajo femenino, ya habían sido planteadas entre otras por las anarquistas”.[10]
Acuerdos y tensiones con el feminismo
Algunas investigadoras concuerdan en que Brumana atravesaba relaciones tensas con el feminismo argentino, a pesar de haber elegido a las mujeres como interlocutoras en infinidades de sus escritos. En verdad, no se sentía interpelada por las figuras más representativas de aquel feminismo de la época; tampoco se incorporaba a sus filas. Inclusive, Herminia en una oportunidad se declaró antifeminista. Esta opinión apareció en la encuesta de Miguel Font: “La mujer. Encuesta Femenina Argentina” (Buenos Aires, 1921). Su contenido se basaba en las respuestas al cuestionario realizado solicitando la autorizada opinión escrita respecto a lo que debe ser en este país el feminismo.
Esta encuesta circuló entre representantes de partidos políticos, intelectuales, juristas y feministas[11]. Mientras que en otra ocasión habló sobre su propio feminismo. Lily Sosa de Newton cuenta que en un artículo del diario Clarínmanifestó su discrepancia con dicha corriente tal como se lo encaraba en esos momentos. Al respecto, ella dijo: “La libertad no tiene dueños. Pedir libertades equivale a reconocerle amos. Las feministas piden libertad para la mujer. ¿A quién? Al hombre. Luego las feministas reconocen en el hombre un amo… No hay que culpar al hombre de la inferioridad mental de la mujer, sino a la misma mujer que, haragana y cómoda, dejó la tarea al compañero para dedicarse por entero a su persona, al ocio, a la intriga”.[12]
También Brumana cuestionaba la lucha por la conquista del sufragio. Y en esta decisión no estaba sola, la acompañaba la poeta Alfonsina Storni. Razones sobran para explicar estos discutibles enfoques mirados desde el presente. Aun se carecía de un marco conceptualizador del régimen sexista para entender las condiciones de sometimiento específico de las mujeres en su rol de ama de casa, esposa y madre.[13] Dora Barrancos acuñó el concepto contra-feminismo del feminismo anarquista. Para esta investigadora, “el feminismo anarquista es un feminismo paradojal, es un feminismo que no le gusta asumir el concepto de feminista (…) Es un feminismo peculiar porque adopta fórmulas que las feministas no tenían, fórmulas que luego se agendaron”.[14]
En cuanto a Herminia Brumana, era una librepensadora imposible de encasillar. Si bien el socialismo y el anarquismo en la Argentina eran sensibles al despertar de las prioridades femeninas, existía una marcada distinción de miras y metodologías entre ambas vanguardias. La primera -impregnada por una visión economicista- privilegiaba la lucha por la igualdad entre ambos sexos, acentuando su demanda por la inserción masiva de las mujeres al proceso productivo como así también por la conquista de los derechos civiles, educativos y políticos. Mientras tanto, las corrientes libertarias prometían entablar relaciones más equitativas entre los varones y las mujeres dentro y fuera de la familia nuclear, que no siempre se llevaba a cabo. Lo novedoso en este discurso era la impugnación tanto de la esfera pública, en su cuestionamiento al estado, a los partidos políticos y a la Iglesia.
Brumana se diferenciaba de sus compañeras ácratas al considerar que la interlocución y llegada principal de su obra giraba alrededor de la mujer de clase media y, en menor medida, de la trabajadora. Beatriz Caramés sostiene que ella “no inventó una protagonista inexistente, recurrió al imaginario social de la época insistiendo en describir mujeres desde los lugares comunes idealizados de la madre, la esposa, la novia, la trabajadora, cuestionando los límites que parten de una sociedad en transición respecto al género femenino, y capturó aspectos que se mantenían ocultos en el hacer del cotidiano con una mirada diferente sobre el rol de la mujer”.[15]
En diciembre de 1928, se realizó el Tercer Congreso Internacional Femenino, con sede en el colegio Carlos Pellegrini, “auspiciado por el club Argentino de Mujeres, cuya presidenta era Mercedes Dantas Lacombe. Al evento concurrieron varias delegadas de la región sur y de todas las provincias del país. Entre las intelectuales más reconocidas estaban Gabriela Mistral, Paulina Luisi, Juana de Ibarburu y Herminia”.[16] Este dato pone de relieve su disposición por atender las cuestiones de subalternidad de su género pero además infiere un demostrado interés por las opiniones de sus pares extranjeras.
En 1932 publicó Tizas de Colores, un resumen de su experiencia docente, donde enfrentaba a las enseñadoras a sueldo, como llamaba a las que no tenían vocación, con la maestra ideal que no trabajaba para el presente[17]. Cuatro años después, dio a conocer Carta a las mujeres argentinas, editado en Chile. Son cuarenta y seis cartas donde comparte con sus congéneres sus experiencias y conocimientos.[18] Entre la década de 1930 a 1940, mantuvo un ida y vuelta “con escritores, editores, y diversas actores político-culturales de Latinoamérica, como Juana de Ibarbourou, José Ingenieros, Simón Radovitzky, Alfonsina Storni, Leónidas Barletta, Enrique Amorim, Emilio Pettoruti y César Tiempo, entre otros. En muchas de las cartas se encuentran comentarios sobre libros publicados por Brumana, así como numerosas solicitudes de dictado de conferencias en diversas instituciones culturales del país.
Completan este panorama epistolar muchos recados de maestras que le confían a Herminia las vicisitudes de la cotidianeidad en las aulas del momento, en pequeñas ciudades y pueblos argentinos”.[19] Por ejemplo, en octubre de 1945, le envía una carta a uno de los críticos literarios más reconocidos de la escena cultural argentina, Luis E. Soto, para que colaborase con un libro de su autoría a fin de realizar una rifa en breve por sorteo de la Lotería Nacional. Lo recaudado se destinaría a comprar ropas y víveres a beneficio de las familias de los presos políticos españoles en nombre de la Alianza Democrática Española. Ambos participaban del movimiento de solidaridad Pro-Amnistía de los Presos y Exiliados ibéricos.
A lo largo de 1929 a 1939, escribió nueve libros, tres obras de teatro, poesía, novela, artículos periodísticos, guiones cinematográficos y radiales. En la consagrada revista Sur, dirigida por Victoria Ocampo, en el n° 209/210, de 1952, apareció un artículo suyo firmado junto con Patricio Canto. Asimismo, durante varios períodos, HB figuró como miembro de la Comisión Directiva de la de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), reorganizando la biblioteca de esta entidad. Al cumplirse cuatro años de su fallecimiento, en 1958, la organización “Amigos de Herminia Brumana” editó las Obras Completas compiladas por Jorge Rodríguez Tarditi. En el prólogo, este escritor deja saber las desazones que ella atravesó durante el peronismo: “Se le cerraron tribunas periodísticas, radiales, de divulgación cultural. Después de esperar muchas veces hasta un año, la publicaba algún matutino porteño. Y en las revistas literarias, si enviaba un trabajo, no faltaban nunca excusas para no publicarlos o dejar pasar el tiempo”. Más adelante, se editó Ideario y presencia de Herminia Brumana, una antología de sus pensamientos y de ensayos argentinos y latinoamericanos sobre la producción de la autora.
Accionar en un cruzamiento de afinidades
Herminia estaba encolumnada entre la tradición socialista y la anarquista. No obstante, su intervención política e intelectual se inclinó más hacia las corrientes libertarias. Su activismo no estuvo ligado directamente a un grupo en particular. Si bien estaba ideológicamente cercana a los sectores literarios de Boedo, no perteneció a ningún círculo, marcada por su singular relación con el movimiento anarquista. Herminia no fue el único caso lindante entre estas dos tendencias ideológicas. El entrelazamiento de ideas de la época permitió configurar un espacio de encuentros más que de conflictos. Al mismo tiempo, a Herminia le importaban las tribunas. Sobresalía su oratoria con un contenido didáctico o doctrinal en las múltiples conferencias en ateneos, teatros y sociedades benéficas por distintas ciudades del país, en años en que pocas eran las mujeres locales que trepaban a un podio para la prédica política y convocaban a un público militante e intelectual.
Hacia los años 20, ingresó como columnista a la publicación La Antorcha, que representaba las opiniones y tendencias de un importante núcleo del anarquismo argentino. Otro dato para no soslayar fue su colaboración en el periódico Nuestra Tribuna (1920/1925), escrito y dirigido por Juana Rouco Buela. Este “quincenario de ideas, arte, crítica y literatura”, vio la luz en agosto de 1922 en Necochea. Empezó con un tiraje de mil quinientos ejemplares, llegando a alcanzar, en la cúspide de sus tres años de existencia, un tiraje de cuatro mil. Rouco Buela definió aNuestra Tribuna de esta manera: “Fue el único periódico internacional anárquico que hasta hoy se haya conocido escrito por mujeres. Nos llegaban colaboraciones de todas partes del mundo, la compañera de Ricardo Flores Magón, Milly Witkop Rocker que nos mandaba sus colaboraciones desde Alemania, Angélica Arratia de Perú, Federica Montseny, Herminia Brumana y tantas otras”.[20]
Si bien HB venía participando desde su escritura en distintos proyectos editoriales anarquistas, la década del 30 la encontró implicada con las ideas y las organizaciones libertarias. Un claro ejemplo de su compromiso político se puso de manifiesto durante la dictadura del general Uriburu. Al regir el estado de sitio y la ley marcial, se llevó a cabo una confabulación armada contra varios jóvenes obreros anarquistas. El 5 de julio de 1931, la policía detuvo arbitrariamente a decenas de personas, luego torturadas y acusadas de haber puesto una bomba en la casa del político conservador José María Blanch, que había causado la muerte de dos de sus familiares. Muchos fueron trasladados a la Siberia, como se llamaba en ese entonces a la cárcel de Ushuaia. Sin más, se desató una ferviente campaña por parte del movimiento socialista, progresista y anarquista de rescate a las siete víctimas de esa terrible historia de conjura. Tres años más tarde, cuatro fueron liberados y a tres (Pascual Vuotto, Reclús De Diago y Santiago Mainini) los condenaron a cadena perpetua por homicidio. Brumana intervino activamente junto con compañeras de la causa, Salvadora Medina Onrubia, Ana Piacenza e Iris Pavón, participando como oradoras en una cantidad de actos que se realizaban en distintas ciudades del país, respaldando los Comités de Agitación vinculados con el Comité Nacional por la Libertad de los Presos de Bragado.
Al respecto, Herminia planteó: «Insisto en lo dicho: quien no está contra la justicia, está con ella. Las mujeres de mi país que no se declaran, de viva voz o por escrito, solidarias al movimiento iniciado protestando por la condena de los presos de Bragado, se pone incondicionalmente de parte de la injusticia. ¿Con qué derecho hablarán luego de ética, de moral, de principios, quienes no han sido capaces de indignarse ante la mayor indignidad concebible? Quienes condenan a inocentes, guiados por intereses de clases, cometen un acto que rebaja la condición humana. He aquí por qué el clamor de todas las mujeres se hace necesario. Tal vez él logre conmover la conciencia de quienes, con su fallo, pueden enturbiar para siempre una página de la vida de nuestro pueblo. Repito: las mujeres conscientes deben hacerse oír en este momento. No es un sacrificio hacerlo, no es siquiera un deber: es ejercer un derecho, el derecho que todo humano tiene al triunfo de la verdad».[21]
En 1943, invitada a dar una conferencia por la New School for Social Research, recorrió distintas ciudades de los Estados Unidos y México impartiendo charlas sobre las notables figuras de la literatura argentina. Anteriormente, había viajado dos veces a Europa. Tres años más tarde, se creó la Unión Socialista Libertaria (USL) de Capital Federal bajo la coordinación de HB, Jacobo Maguid y otros. Brumana también se convirtió en editora y responsable de la página dedicada a la mujer en el recién salido periódico Reconstruir, habilitando la pluralidad de voces que se identificaban como contrapuestas.
María Eugenia Bordagaray presenta a Herminia como una mujer con privilegios económicos, relacionales y culturales a diferencia de sus compañeras/os de ideas en tiempos de fuerte represión y persecución política. Dice: “Casada con Juan Antonio Solari, nunca dejó de ejercer la docencia ni de escribir sus inquietudes en la prensa popular. A diferencia de sus compañeras, no sufre en estos años ni de la persecución o cárcel ni de apuros económicos. Su matrimonio con el dirigente socialista, su relación con los círculos culturales burgueses y su participación en la prensa popular, pudieron constituir elementos de peso para no relacionarla directamente con las organizaciones anarquistas. Por otro lado, en los años en que Piacenza y Pavón narran sus desventuras carcelarias, ella relata sus viajes por Estados Unidos en compañía de su esposo y describe las bondades de la vida de las mujeres norteamericana por la vida social y el cuidado compartido de sus hijos en manos de las baby sitter (Reconstruir, N° 4, 1946). Es decir, el entorno desde el cual escriben es diametralmente opuesto. Brumana es una figura pública, reconocida en los ambientes literarios e intelectuales, así como también en la docencia y por la prensa masiva gracias a sus continuas escrituras. Pavón y Piacenza serán reconocidas en la posterioridad, de la mano de las acciones reivindicativas de grupos feministas que ven en estas mujeres ejemplos de lucha y resistencia”.[22]
Herminia Brumana murió el 9 de enero de 1954. Alguien dijo que ella, mujer de recio temperamento, quería libros construidos con ideas y no con palabras. Su nombre hoy es citado en plazoletas, calles, bibliotecas y escuelas de la Argentina.
* Mabel Bellucci es Activista feminista queer. Integrante del Grupo de Estudios sobre Sexualidades (GES) en el Gino Germani-UBA y de la Cátedra Libre Virginia Bolten de la UNLPlata. Autora Historia de una desobediencia. Aborto y Feminismo. Capital Intelectual. 2014.
[1] Bordagaray, María Eugenia “La dimensión biográfica en la configuración de los colectivos libertarios en Argentina”. Izquierdas, Santiago,n°.27, abr. 2016.http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-50492016000200002
[2] Solari, Herminia. “Herminia Brumana y la mujer en las revistas populares”, Universidad Nacional de Mar del Plata, 2004.www.freewebs.com/celehis/actas2004/ponencias/8/4_Solari.doc
[3] Fletcher, Lea. Una mujer llamada Herminia, Buenos Aires, Catálogos Editora, 1987.p.42
[4] Bustelo, Natalia. “Juvenilismo liberal, socialista y bolchevique: Bases. Tribuna de la juventud (1919-1920) de Juan Antonio Solari”, en AMÉRICALEE,2016, p.1. El portal de publicaciones latinoamericanas del siglo XX. Disponible en: http://americalee.cedinci.org/
[5] Natalia, Bustelo. Ibídem,p.5.
[6] Bustelo, Natalia. “Contra la democracia burguesa y el revolucionarismo opereta. La revista juvenil y socialista HOY (1921)”, en AMÉRICALEE, 2016,p.1. El portal de publicaciones latinoamericanas del siglo XX. Disponible en: americalee.cedinci.org/wp-content/uploads/2016/07/HOY_PRESENTACION.pdf
[7] Natalia, Bustelo. Ibídem, p.6.
[8] María Eugenia Bordagaray. Op.cit
[9] Lea, Fletcher. Op. cit. p.31.
[10] Herminia,.Solari. Op.Cit.
[11] Caramés, Beatriz “Herminia Brumana. Sus ideas sobre la mujer y la transformación social”, XVI Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicación, Universidad Nacional de Quilmes, 2010,p10.
[12] Sosa de Newton, Lily. La Argentina de ayer y de hoy. Buenos Aires, Zanetti, 1967.p.155.
[13]Bellucci, Mabel «Anarquismo y feminismo: el movimiento de mujeres anarquistas con sus logros y desafíos hacia principios de siglo”. Segunda Jornada del ciclo de videos sobre ANARQUISMO en la Biblioteca Ghiraldo, Rosario, 2008. https://www.nodo50.org/mujerescreativas/mabel_bellucci.htm
[14]Jacoby, Wendy.” Entrevista con Dora Barrancos”, Instituto de Estudios Latinoamericanos / e-learning en el Instituto de Estudios Latinoamericanos. Mujeres y Género en América Latina. Berlín, 2005. www.lai.fu-berlin.de/es/e-learning/projekte/frauen…/barrancos/transcrip/…/index.html
[15] Caramés, Beatriz “Herminia Brumana. Sus ideas sobre la mujer y la transformación social”, XVI Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicación, Universidad Nacional de Quilmes, 2010, p.6. http://sm000153.ferozo.com/memorias/pdf/2010cacaram_s_beatriz.pdf
[16] Rouco Buela, Juana. Historia de un ideal vivido por una mujer , Buenos Aires, Reconstruir, 1964.p. 98.
[20] Rouco Buela, Juana. Op.cit.p.82.
[21] Fernando Quesada. “El proceso de Bragado“, en Historia Anarquista, Buenos Aires, Terramar, 1988.p.32.
[22] María Eugenia Bordagaray. Op. Cit.
Fuente: Damiselas en apuros